viernes, 15 de enero de 2010

El general que despejaba los caminos

Juan Veledíaz

January 15, 2010

— 12:00 am

Había un acuerdo para que todo funcionara a la perfección. En 1996 Noé Carlos Laguna Sánchez, un agente de la policía judicial federal cercano colaborador del subdelegado de la corporación en Quintana Roo, quedó convencido de que los aviones que aterrizaban cargados con cocaína en pistas clandestinas en los alrededores de Chetumal y las lanchas rápidas que navegaban por las costas transportando droga, lo hacían con la total conveniencia de las autoridades del estado. Su convicción, según declaró ante la autoridad judicial, se basó en las reuniones en las que acompañó a su jefe Guillermo Hernández Robledo, comandante de los agentes federales en la entidad, a una residencia en la comunidad de Bacalar, cercana a la capital del estado, donde asistían entre otros el gobernador Mario Villanueva Madrid, quien solía departir con el operador del cartel de Juárez presente en esos encuentros Ramón Alcides Magaña, conocido como “el Metro”, brazo derecho en esa zona del capo Amado Carrillo Fuentes.

Laguna Sánchez, quien declaró con el nombre clave de “Juan Manuel”, recordó que inició su carrera en 1992 como “ayudante” de Serafín Huerta Pérez, entonces comandante de la judicial federal en Quintana Roo, su cargo era un eufemismo que utilizaban para nombrar a los célebres “madrinas”, individuos que solían hacer labores de policía sin estar contratados dentro de ninguna corporación. Tiempo después pasó como agente a la judicial del estado, a la sombra del director de la corporación Agustín Bello Hernández, quien lo comisionó para ser su escolta y resguardar los lugares donde realizaba sus reuniones con el gobernador y un grupo de narcotraficantes encabezados por “el Metro”. De estos encuentros se enteró que Benjamín Reyes Cabañas, quien hacía de “contador” para la célula del narco que operaba en Cancún, le obsequió al mandatario priista un rancho cerca del ejido de la Candelaria en el estado de Campeche, en el tramo carretero que comunica Escarcega con Villahermosa. También tenía otra propiedad en el ejido la Península, cerca de la laguna de Bacalar, donde solían aterrizar aviones con cocaína y en ocasiones “bombardear” la zona con paquetes de droga. Villanueva Madrid mandó construir dos pistas en los poblados costeros de Majahual y Punticut, al sur del estado cerca de la frontera con Belice, sitios en los que, según el testigo, comenzaron a aterrizar avionetas que venían de Colombia cargadas de cocaína.

Una noche en las primeras semanas de 1996, fue enviado para escoltar a uno de sus compañeros quien debería entregar unos sobres que deberían ser enviados por avión a Cancún desde el aeropuerto de Chetumal. Recordó que se estacionó con su auto frente al acceso principal, de pronto se percató que por el acceso al interior de la terminal aérea que conduce a la zona de hangares, en el área donde estaba el hangar del gobierno del Estado, salió un convoy de varios vehículos. “Todos los carros pasaron posteriormente frente al lugar donde yo me encontraba”, comentó. Tres vehículos, dos de ellos con insignias de la judicial del estado, escoltaban a una camioneta pick up propiedad del director de la corporación, quien conducía la unidad la cual traía un cargamento tapado con una lona. “Estoy seguro que quien la manejaba era él mismo, esto lo digo porque el director de la judicial del estado, o sea Agustín Bello, nunca por ningún motivo dejaba que nadie manejara su camioneta, a nadie se la prestaba, era una camioneta que él cuidaba mucho. La camioneta estaba arreglada de la suspensión, está achaparrada, tiene rines y llantas deportivas. La identifico perfectamente bien porque es la única camioneta que hay en Chetumal con esas características”. De los pasajeros del convoy, señaló que en un vehículo iban un colombiano de nombre Fernando Márquez acompañado de dos colaboradores de Reyes Cabañas; en una de las patrullas iba el comandante de aprehensiones de la judicial estatal Marcos Bernal Montalvo, a su lado iba el subdirector de la corporación Manuel Salinas Pérez seguidos de dos comandantes del área de recuperación de vehículos y de investigación de homicidios. Poco después escuchó a sus colegas que le contaron que aquella “operación” fue para recibir y resguardar un cargamento de tonelada y media de cocaína, que había aterrizado en un avión bimotor proveniente de Colombia, el cual había sido descargado en el hangar del gobierno del estado. La droga la sacaron del aeropuerto y la escoltaron hasta una casa propiedad de Reyes Cabañas, donde se haría la entrega a la gente enviada por “el Metro”.

Decía que las actividades de Reyes Cabañas eran públicas en Quintana Roo, se sabía que su principal operador es decir el encargado de los enlaces, los acuerdos y los pagos a las autoridades era un individuo al que identificó como Jorge Farah. Este hombre estaba comisionado por “el Metro” para que en el caso de que miembros de su grupo tuvieran algún problema, interviniera y hablara con los delegados, agentes del ministerio público, funcionarios de la Procuraduría General de la República y el ejército para arreglar la situación. Testimonios de varios de sus colegas en la judicial del estado así como del colombiano Fernando Márquez y allegados al “contador” Reyes Cabañas, señalaban que Farah era el encargado de “controlar” al general de brigada Agustín Valladares Castillo, comandante de la 34 zona militar con cuartel en Chetumal.

Según Laguna Sánchez, el general era “quien se encargaba de mover los puntos de revisión del ejército cuando iba a pasar algún cargamento por algún retén o algún poblado”. En una ocasión, recordó, le llamó la atención que un retén militar que estaba en Majahual, cuando pasaba de avanzada con cargamentos de droga, los soldados lo removían para que al momento de cruzar el convoy no hubiera nadie. Mientras, los militares “estaban volanteando en otro lugar”. Valladares Castillo llegó a Quintana Roo en mayo de 1996, encabezó la 34 zona militar poco más de año y medio, en la época en que Villanueva Madrid estaba a la mitad de su mandato como gobernador. Entonces era un general de brigada que llegó de Hermosillo, Sonora, donde había encabezado la comandancia de la cuarta zona y antes en 1994, al inicio del gobierno de Ernesto Zedillo, había estado de comandante militar en La Paz, Baja California Sur. El testigo narró que también había un acuerdo con el comandante naval de esa zona del Caribe, a quien no cita por su nombre y solo describe en líneas generales. “Era un alto mando de la armada de México, al que llegué a ver en unas ocho ocasiones en la casa de Benjamín Reyes Cabañas, a ésta persona siempre la vi uniformado, pero por sus insignias consistentes en un sable y un águila en la gorra, así como por comentarios supe que era un alto mando, su media filiación es la siguiente: aproximadamente un metro con ochenta centímetros de altura, de complexión delgada, de tez clara, con cabello quebrado corto, cara alargada, sin bigote, sin lentes, manejaba una camioneta cherokee de color rojo y una aerostar color azul con gris”.

Otro testigo de nombre Pedro Francisco Bojórquez Soberanis, ex secretario de ministerio público y ex agente de la policía judicial de Quintana Roo, declaró en la indagatoria que sirvió de base para la consignación del hoy ex gobernador Villanueva Madrid, que durante 1997 fue “informante” de inteligencia militar en la zona. Por esta razón conoció al general Jesús Beltrán Guerra, entonces comandante de la guarnición en Cancún, a quien proporcionó información sobre las áreas costeras del estado donde solían atracar lanchas rápidas para desembarcar cocaína. Nunca se enteró si el ejército actuó, pero una ocasión en que viajó a Chetumal y fue presentado con el general Valladares Castillo éste “se molestó” demasiado porque no había acudido antes con él para darle los datos que ya tenía Beltrán Guerra. Había una actitud extraña en éste militar, recordaba, como si quisiera estar informado de todo pero había algo que no podía controlar. El general fue relevado en noviembre de 1997, dos años después el gobernador dejó el cargo y meses más tarde fue detenido. La autoridad había pasado por alto los señalamientos en contra del ex comandante de zona.

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