jueves, 3 de diciembre de 2009

Soldado de México…, ¿o del Presidente?

Martha Anaya

December 3, 2009

La diferencia entre Guillermo Ortiz y Agustín Carstens quedó clarísima luego de que ambos respondieron a preguntas de los periodistas sobre su interés por gobernar el Banco de México a partir de 2010.

El primero en responder fue el secretario de Hacienda. Carstens lo hizo de este modo: “Yo estoy para ayudarle al señor Presidente –dijo–, y si quiere que me vaya al Banco de México lo haré”.

Ayer tocó el turno de manifestarse al actual gobernador del Banco de México. Le preguntaron que si así como Carstens dijo ser un soldado del Presidente de la República, él actuaría igual si Felipe Calderón le pidiera mantenerse en el cargo otros seis años. La respuesta de Guillermo Ortiz fue esta:

“Yo soy un soldado…, pero de México. Si el Presidente y el Congreso de la Unión piensan que voy a seguir aportando a México, continuaré”.

El matiz, como se ve, es importantísimo en tratándose de un órgano autónomo, creado precisamente para evitar que la economía, el tipo de cambio, las reservas, se manejasen desde Los Pinos con tintes políticos y al gusto del mandatario en turno.

Hoy en día, el Banco de México se maneja de forma autónoma, rinde cuentas al Congreso, e incluso su actual gobernador Guillermo Ortiz ha sido crítico de algunas de las medidas tomadas por la administración actual y ha diferido de planteamientos y proyecciones que han salido desde Hacienda y –lo más importante–, dándole la razón la realidad.

Pero el Presidente Calderón no quiere ni tantito a Ortiz. Su animadversión hacia él –como se sabe desde hace tiempo—data de tiempo atrás y prefiere que Carstens se vaya al Banco de México.

Y ya lo habría hecho si de él dependiera, sólo que no es así; no es tan fácil, pues esa decisión debe cuidar de entrada la reacción de los mercados internacionales, el mensaje que se envía y garantizar la estabilidad. Más si el cambio, como parece estar en el ánimo presidencial, conlleva también un cambio en Hacienda.

La dificultad de la decisión –si se va por el cambio—requiere muchos amarres y esa es, comentan en los corrillos políticos y económicos, por la cual Calderón no ha enviado aún su propuesta al Senado de la República.

Otra de las razones que se esgrimen para esa tardanza — dado que el Senado concluye sesiones el próximo día 15 y la gestión de Guillermo Ortiz concluye el 31 de diciembre–, es que el Gobierno no cuenta con los votos suficientes para hacer pasar la propuesta para que Agustín Carstens vaya al Banco de México y está haciendo tiempo para que la propuesta pase a la Comisión Permanente donde, considera, tendrían mayores posibilidades de pasar este nombramiento.

Lo que queda claro, por ahora, es que Felipe Calderón quiere a un incondicional en el Banco de México. Va en busca de una regresión más en los órganos autónomos.

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