miércoles, 23 de diciembre de 2009

A la gente le dio miedo hasta los tres años de guerra con el narco


El asesinato de la familia del marino que participó en el operativo donde murió Arturo Berltán Leyva y la imagen publicada de la muerte del capo generan cuestionamientos de seguridad por parte de las autoridades, éticos por parte de los medios y de responsabilidades compartidas.


Redacción EjeCentral.com.mx

El asesinato de la familia del marino MelquisedecAngulo Córdova, en Tabasco, quien participó y murió en el operativo donde también murió el capo Arturo Beltrán Leyva, desató reacciones en cadena por parte del gobierno y de la sociedad en general.

Se criticó la muerte de personas inocentes, en este caso, tres integrantes de la familia del marino Angulo Córdova, entre ellas su madre y su hermana.

Las reacciones, la discusión y las dudas continuaron en las redes sociales, donde también volvió el tema de la polémica imagen de Arturo Beltrán Leyva que fue distribuida por algunos medios después de haberse dado a conocer la muerte del "Jefe de Jefes".

Tanto la matanza de la familia de
Melquisedec, como la propaganda de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, han sacado delicados temas a la luz: el primero, la seguridad con la que operan las autoridades en procedimientos de esta naturaleza, y segundo, la ética periodística de la propaganda de la imagen.

Son temas relacionados al fin y al cabo (el caso del marino y las fotografías), con responsabilidades compartidas tanto de autoridades como de los medios.

Por parte de las autoridades, fue la Marina quien informó y propagó la información de Arturo Beltrán Leyva. Quien festejó fue Felipe Calderón y quien aplaudió fueron los medios. Quien encabezó la ceremonia lucutuosa de Melquisedec fue el secretario de la Marina, Mariano Saynez.

El caso de la familia de
Melquisedec fue una respuesta a las fotos publicadas. Los del Semefo dieron la información a que se hiciera pública. Algunos medios la publicaron. Por su parte, los cárteles cuentan con servicio de contrainteligencia. El servicio de contrainteligencia de los Beltrán Leyva, según datos del Gobierno Federal, es de 300 personas.

La cuestión discutible en cuanto a seguridad, es que después de dar a conocer el nombre de
Melquisedec, hicieron un acto público. El sepelio se hizo público a los medios, donde en la televisión le otorgaron 15 minutos del noticiero.

En cuanto a los medios, la discusión es ética. ¿Por qué publicaron los medios las fotografías de algo que era evidentemente un montaje? ¿Por qué no hubo un cuestionamiento inmediato? Los medios incurrieron en faltas de ética (y estética, se puede agregar) al mostrar sin recato el cuerpo de Arturo Beltrán Leyva.

Se rompieron códigos de círculos violentos. La muerte de inocentes, como la familia de Melquisedec dolió porque es público y fue una reacción inmediata a una acción militar. En este caso, al entrar a una guerra que Calderón hizo pública hace tres años, los daños colaterales son inevitables, pero pueden minimizarse tomando precauciones y decisiones con rigor.

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