martes, 17 de noviembre de 2009

Municipios, narcotráfico y seguridad

A dos puntas

José Carreño Figueras

November 17, 2009

La situación del alcalde de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández, ilustra en mucho la situación de una gran parte de los gobiernos municipales del país ante la fuerza aparente de los narcotraficantes.

Fernández se hizo famoso al aceptar que había llegado a un “modus vivendi” con la organización de los Beltrán Leyva y anunciar posteriormente su intención de crear un cuerpo de seguridad privado para enfrentar a los cárteles.
El escándalo creado por sus presuntos contactos con los Beltrán Leyva fue de hecho mucho menor al creado por su anuncio. El alcalde regiomontano debió viajar a Ciudad de México a dar explicaciones sobre lo que rápidamente se definió como un “escuadrón de la muerte” en embrión.
Y si bien es correcto pensar que ese tipo de grupos de seguridad privados no son mas que el inicio de una cuesta abajo en términos de la muy deteriorada situación de derechos humanos ygobernabilidad en el país, lo cierto es que las dos acciones de Fernández son explicables, aunque de ninguna forma justificables.
De entrada, podría apostarse a que Fernández no es ni ha sido el único alcalde que ha buscado o llegado, de grado o por fuerza, a algún tipo de convivencia con los narcotraficantes. Y que no sería de extrañar que algún gobierno estatal estuviera comprometido también, como sabemos por evidencia histórica que funcionarios federales no han sido ajenos. El no aceptarlo sería un autoengaño.
La presencia de cárteles y sus sicarios es notoria en estados como Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Sonora, Baja California Norte, Chihuahua, Tamaulipas y por supuesto Nuevo León; es sospechada en Jalisco, Querétaro, Durango… La propuesta de “plata o plomo” puede no ser presentada así, pero no la hace menos real. La crueldad usada por los sicarios de la delincuencia organizada esevidentemente una forma de amedrentar a la sociedad y en algunos o muchos sitios parecen haberlo logrado.
Y mientras la inmensa mayoría de analistas habla de las limitaciones y los problemas de lanzar al ejército contra los narcotraficantes, prácticamente “todo mundo” coincide en subrayar las carencias de las diferentes policías del país, a todos sus niveles y subrayar las indudables y enormes deficiencias de sus acciones en materia de respeto a la legalidad y los derechos humanos.
Criticable como es, la respuesta de Fernández resulta ser un intento de acción a nivel municipal. Pero uno que es indeseable sino inaceptable: por un lado plantea una solución que puede ser tan costosa como la enfermedad -como lo demuestran los casos de Brasil yColombia -; por otro, no tiene el respaldo de una sociedad que o bien teme la respuesta de los delincuentes o bien se preocupa por las consecuencias prácticas y legales en términos de derechos humanos y observancia de la ley.
Fernández mismo es el mensaje: su propuesta ya le costó cualesquier aspiración política que pudiera tener y al mismo tiempo lo pone en la mira de grupos que no se distinguen por andar con miramientos contra sus enemigos.
Lo verdaderamente grave de lo que postula Fernández es que sus posturas no son mas que un síntoma de los problemas que enfrenta la sociedad mexicana como un todo: amedrentada por delincuentes y sin mas protección que instrumentos deficientes enarbolados por un gobierno que no ha sabido convencer a la nación en general y a suelite política en particular de la importancia y la necesidad de enfrentar el narcotráfico.
Peor aún, cualquiera de las dos ideas puede resultar atractiva para una sociedad donde junto con un creciente activismo en favor de la observancia de derechos humanos y ansiedad de tranquilidad hay también una vieja historia de abusos e indefensión. La noción de crear una “guardia blanca” suena -y es- terrible, pero después de todo solo es un paso adelante en una situación que ya vivimos: ¿que son, si no, losguardaespaldas que pululan en reuniones políticas y empresariales? ¿no es esa la idea de las calles cerradas al paso de extraños? ¿de los edificios y complejoshabitacionales con vigilancia especial?
Pero México es un país donde cohabitan las contradicciones y corre el peligro de convertirse en un estado anocrático: democrático en sus formas pero hueco en sus contenidos.

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