Aturdido por la infausta noticia de la desaparición del gran Zamorita, al que podemos recodar por su paso por la época dorada de los cómicos en la televisión mexicana en su calidad de negrito en el arroz, no me podía concentrar, ni siquiera en los relevos australianos que protagonizaron en San Lázaro el panista Javier Corral y el Noroñas del PT, en una lucha puerco a puerco como no se había visto en aquellos rings desde que La Tigresa Irma Serrano se tiraba a matar sobre Muñoz Ledo. Aquello parecía una emisión del Show de Platanito. Pero no fue hasta saber que el comediante hubo reaparecido, luego que desde el 15 de septiembre no se sabía de su paradero, que me volvió el alma al cuerpo. Aquello fue una cascada de evocaciones de mi formación infantil: Zamorita con Los Polivoces, en Ensalada de locos, Teatro fantástico…
Ay, cuando me gana la nostalgia me consuelo con el video de Calderón en el debate de 2006 prometiendo que no subiría nunca los impuestos.
Como quiera que sea, mi sospechosismo, como el de @gooz25, me hizo pensar que lo de Zamorita fue una cortina de humo para ocultar lo de Salinas como Mr. Socialité en la portada de la revista Quién.
Así, ya más sereno por la reaparición del moreno, me entero en MILENIO Televisión que el señor licenciado don Vicente Fox ha roto todos los récords en materia de honorarios para cuando de dar conferencias magistrales se trata. En el circuito de conferencistas que van por el mundo tirando rollos, el ex presichente es la ley, al cobrar 25 mil dólares cada vez que se trepa a un estrado como si fuera una yegua bronca y se descose sobre los valores de la democracia incrustados en la sustancia ontológica del ¿Y yo por qué? Bueno, su popularidad y ambiciones son tales, que incluso ya superó a Carlos Fuentes que, como Naomi Campbell, no se levantaba de la cama por un contrato menor a 15 mil dólares la hora.
Y es que tiene lógica: quién en su sano juicio preferiría escuchar al autor de La región más transparente bordar profundo sobre el papel de la Malinche en la transformación del Ogro filantrópico en Ogro psicotrópico, cuando se podría escuchar al Divo del Rancho San Cristóbal organizando un complejo tinglado intelectual para engendrar lavadoras de dos patas.
Y todavía dicen que México no es una tierra de oportunidades.
Tanto, que ya hay quienes están dispuestos a pagar el doble para que Fox se quede callado para que esté como ausente.
¡Ay, qué pesados, qué pesados! Fox es como el 2 por ciento de Carstens, no es complaciente pero sí responsable.
jairo.calixto@milenio.com
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