lunes, 21 de septiembre de 2009

Asesino del Metro Balderas : Inglourious basterds!!!

Este es el título del maniático nuevo filme de Quentin Tarantino, parece describir el espíritu de los personajes que entre asesinos seriales, matones robóticos y funcionarios valemadres, campean en el páramo de nuestra cruda realidad.

Ahí está el asesino de Balderas, al que quién sabe qué le hizo pensar que hacían falta más balas que las de Los Zetas o La Familia para advertirle al mundo sobre los peligros apocalípticos que lo acechan. En vez de subir al Metro a dar su mensaje a plomazos, mejor se hubiera ido a Apatzingán a confrontar a La Tuta y sus sicarios para demostrar su vocación de arcángel.

Como quiera que sea, los futuros señores mesiánicos, ávidos lectores de la Biblia como Josmar y Luis Felipe Hernández Castillo, tendrían que ser advertidos por las autoridades sobre lo inútil de sus ejercicios de agoreros del desastre. Habida cuenta de lo que ha venido ocurriendo en este país tragicómico, la sociedad mexicana está suficientemente advertida sobre los peligros que penden sobre ella como un espectacular de Jumex (¿Vieron que en medio del drama en Balderas apareció, sospechosamente, una camioneta repartidora de Jumex?).

Con su salvajada, Hernández Castillo no sólo consiguió confirmar, tristemente, que el valiente muere hasta que el cobarde quiere, sino también unificó criterios en los gobiernos local y federal. Ambos califican la matazón como un hecho aislado, como la obra de un desquiciado atormentado por quién sabe qué putos demonios.

No, los chingomil muertos sembrados en la patria desde el inicio de esta narcoguerra, dicen lo contrario. La hiperviolencia está desatada, lo dicen los descabezados, descuartizados, la criminalización de la existencia y la multiplicación de las masacres. Las estampas bestiales y sanguinolentas pueblan nuestras pesadillas (recomiendo la lectura del prístino texto de Luis Petersen Farah en MILENIO Diario de ayer domingo, cuyo título, “Cuernos de chivo en cristalería”, no puede ser más descriptivo: nos hemos convertido en adictos indiferentes a los daños colaterales) y lo único que tenemos para protegernos son los engolados y espasmódicos memorandos públicos de Gómezpunk, y las promesas de los miembros del aparato de seguridad que aunque no pueden se niegan a renunciar.

Quizá sea es el momento de reconocer que esta ya es, oficialmente, una sociedad descompuesta que está fabricando en serie inglourious basterds, mientras vamos ganando aunque no lo parezca.

Así, México va a terminar como Blanche Dobois en Un tranvía llamado deseo, dependiendo de la piedad de los extraños...

www.twitter.com/jairocalixto

No hay comentarios: