Hace una semana me preguntaba en este espacio si era inevitable el triunfo del PRI; ahora considero que no, que López Obrador se ha posicionado al alza y cuando faltan 25 días para las elecciones tiene posibilidades de ganar el próximo 1 de julio. Esa es la novedad de un clima electoral que ya cambió.
Ante el crecimiento de AMLO también empezó la guerra sucia; tanto del PAN como del PRI llegaron los ataques. ¿Regresamos al 2006? La diferencia es que hoy el movimiento #YoSoy132 ha generado un contexto diferente, la exigencia de una agenda contra el viejo régimen, que representa el regreso del PRI o la continuidad del panismo. El ambiente político se ha movido de forma impresionante desde el viernes negro donde Peña fue abucheado en la Ibero, hasta la asamblea del movimiento en la UNAM el 30 de mayo, en donde se pide juicio político contra Calderón, Peña y Gordillo. Las mediciones electorales ya registraron este cambio: casi todas las encuestas ubican a AMLO en segundo lugar, Buendía marca en 16% la diferencia entre Peña y AMLO (EL UNIVERSAL, 4/VI/2012) y Parametría la pone en 13%, pero Reforma (31/V/2012) estableció una distancia de sólo cuatro puntos: Peña 38% y AMLO 34%, con Josefina en un lejano tercer lugar con 23%. ¿Cuál medición se acerca más a la realidad?
El contexto de exigencia para los candidatos ha crecido de forma importante. Estamos asistiendo a la expresión de una sociedad desencantada con la política, pero que en esta campaña recupera su dignidad ciudadana y exige sus derechos. Este nuevo clima de exigencia ha sido potenciado por los universitarios, pero tiene amplios apoyos en otros sectores sociales. El eje dominante de la contienda presidencial es: si vamos o no a regresar al viejo régimen en el que está soportada la candidatura de Peña, porque como dijo uno de los universitarios: “no es odio ni intolerancia contra su nombre, sino hartazgo e indignación ante lo que éste representa”.
La maquinaria priísta se atascó, no estaba preparada para un movimiento social que ha movido el escenario electoral. Parece que no hay spots, compra de voto o maniobra que alcance para neutralizar esta movilización que se dice heredera de las crisis económicas, los fraudes electorales, la represión y los malos gobiernos de PRI y PAN. La candidata blanquiazul es heredera de un gobierno que ha dejado, como le dijo Javier Sicilia, el país como “un camposanto”. Peña es el heredero de la corrupción y los poderes fácticos, por eso se ha convertido en uno de los objetivos del movimiento estudiantil. Las herencias se pueden tapar con maquillaje y spots en tiempos normales, pero en momentos extraordinarios no hay forma de cubrir el lastre con mercadotecnia.
Vamos hacia el 1 de julio con ingredientes de las últimas dos sucesiones presidenciales; del 2000 se puede recuperar el ánimo por un cambio, el voto como un instrumento que puede cambiar el régimen de forma pacífica en las urnas. ¿Qué tanto se va a activar el voto útil en favor de la izquierda? Esta opción necesita una oportunidad de gobernar al país. No es una apuesta en blanco, los resultados en el DF son positivos: ahí está la obra pública y el reparto de oportunidades a los más débiles. Sería lamentable regresar a la época del PRI, de los gobiernos de corrupción estilo Marín, Ruiz, Moreira, Yarrington; sería un desastre continuar con los arreglos que el panismo contribuyó a reproducir con las viejas estructuras del corporativismo sindical y los poderes fácticos. El regreso del PRI o la continuidad del PAN significan seguir con la administración de la pobreza, más desigualdad y mayor inseguridad y violencia.
Del 2006 ya empezó una competencia ruda contra AMLO porque en PRI y PAN se han encendido las alarmas. Ya se metió hasta Fox, un político decadente, a apoyar a Peña. La diferencia con lo que sucedió hace seis años es que el clima social ha cambiado y se han agravado muchos indicadores de seguridad y gobernabilidad. La película del 2006 ya la conocemos, esperemos que la izquierda responda con una estrategia más eficaz. Probablemente en las próximas semanas veremos a Gordillo maniobrar en favor de Peña, a las televisoras darle la última manita a su candidato, a la maquinaria priísta en el pleito y al panismo dar golpes de ahogado, sobre todo ahora que ya se rezagó. 2012 será otra vez entre dos, como las sucesiones de 1988, 2000 y 2006.
Vienen días complicados para definir el resultado electoral. Por lo pronto, el próximo domingo será el segundo debate presidencial, veremos qué pasa…
Investigador del CIESAS
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