domingo, 26 de febrero de 2012

Los enigmas de la escritura teotihuacana


En las inmediaciones de la “Ciudad de los dioses” perduran los vestigios de un complejo arquitectónico, cuya estructura social y diseño urbano lo convierten en el más emblemático ejemplo de los barrios que pudieron existir en esta ciudad prehispánica. Con sus respectivas manzanas y calles, el barrio de La Ventilla, formado por zonas habitacionales, un área para actividades administrativas, una dedicada a actos religiosos y otra a la producción artesanal, permite conocer el sistema urbano de los diversos asentamientos en la periferia del centro ceremonial de Teotihuacan.

Descubierto hace más de 20 años, en un terreno donde se planeaba construir un centro comercial, el antiguo barrio de La Ventilla resguarda entre sus pisos y paredes evidencias de un probable sistema de escritura empleado en esta ciudad prehispánica. Se trata de 42 glifos pintados en el piso de uno de los conjuntos arquitectónicos, en donde, se cree, se realizaban actividades administrativas.

Protegidas con cubiertas y pequeñas vitrinas para evitar su deterioro, las inscripciones de la llamada Plaza de los Glifos, descubiertas en 1993, han aportado información valiosa a los investigadores para el desciframiento de un posible sistema de escritura teotihuacano.

“Por esto es muy importante este sitio”, recalca el arqueólogo Rubén Cabrera, encargado de los trabajos de investigación, mientras detalla las características de cada signo, algunos en perfecto estado, otros desdibujados, incompletos o borrosos.

El encargado de los trabajos de rescate arqueológico en 1992, que se convirtió en un proyecto de investigación que continúa, explica, durante una visita al sitio, algunas de las interpretaciones que existen en torno a la Plaza de los Glifos.

Una hipótesis indica que son los antecedentes más antiguos de los códices del Altiplano Central: “Por sus características y por tener una retícula que va cerrando a cada figura, planteamos que son el antecedente más antiguo de los códices mesoamericanos que aparecen en épocas tardías; en Teotihuacan el códice puede ser la pintura sobre el piso”, dice el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Otras de las aproximaciones -continúa el arqueólogo- sugieren que fue un lugar en donde se realizaban reuniones de carácter administrativo y que los representantes que asistían a los actos se sentaban frente a sus emblemas o glifos. Bajo esta premisa, algunos investigadores han llegado a considerar que la plaza funcionó como una especie de sala de consejo o una asamblea del barrio.

Otra teoría, propuesta por el propio Cabrera, es que este lugar funcionó como un colegio o una escuela donde sacerdotes, pintores y gente del barrio se dedicaban a la interpretación o desciframiento de los signos. “Mi propuesta es que si los mexicas tenían una escuela para los hijos de los nobles (calmécac) y una para los jóvenes del pueblo (telpochcalli ), los teotihuacanos también pudieron haber tenido un espacio de enseñanza ”.

Éstas son sólo algunas hipótesis, “faltan muchos estudios para que estas propuestas sean corroboradas”, advierte.

Hay más preguntas que respuestas

A pesar de que ya existen algunas propuestas, una interpretación completa de estos glifos está lejos de conocerse. Así lo considera el epigrafista Erik Velásquez García, quien asegura que para el caso de la escritura en Teotihuacan, por ahora, existen más incógnitas que respuestas.

El miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y especialista en escritura maya dice que para descifrar un sistema de escritura, se necesitan tres elementos que lamentablemente los jeroglíficos teotihuacanos no reúnen: un corpus abundante de ejemplos para poder descifrarlos, saber con certeza en qué lengua están representados, y tener un biescrito, es decir, un texto que esté en el sistema de escritura a descifrar y su traducción a otro que se entienda.

Velásquez García, señala además que si se toma en cuenta que Teotihuacan funcionó como una ciudad cosmopolita, es probable que incluso hayan existido diferentes grupos lingüísticos y que cada uno usó su propio sistema de escritura. Prueba de ellos son la serie de glifos en pintura mural que se localizan en el palacio de Tetitla y que han sido identificados como jeroglíficos mayas.

“Posiblemente había un sistema de escritura del gobierno y en los barrios había diferentes sistemas de escritura que eran del origen lingüístico de los migrantes. No estamos seguros si lo que está en La Ventilla es un ejemplo de escritura de barrio o era la escritura oficial del Estado. Sería prematuro afirmar algo, el corpus es aún muy pequeño”, comenta.

Lo que sí se sabe, añade el investigador, es que por la disposición de los signos, se trata de un sistema de carácter emblemático. “No son textos lineales como los mayas o como los de Monte Albán, son textos en bloques aislados. Es un corpus de textos de carácter emblemático, no son textos con sujeto, verbo y demás, sino que son bloques compactos con caracteres jeroglíficos”, comenta.

Para el investigador una de las propuestas actuales para averiguar la lengua de los jeroglíficos teotihuacanos y tratar de descifrarlos, es la que investigadores realizan a partir de los jeroglíficos mayas del Clásico Temprano (292-600 d.C.), que “ya se pueden leer en un buen porcentaje, son contemporáneos a la cultura teotihuacana y a veces contienen aparentes referencias a elementos culturales del centro de México”.

Frente a lo que fue el conjunto habitacional de los artesanos, Cabrera detalla dos de los objetivos de la siguiente etapa de exploración: tratar de identificar los límites del barrio y continuar con las labores de conservación para que el sitio pueda abrir sus puertas al público.

El Universal

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