TOLVANERA
Roberto Zamarripa
El ocaso, el fracaso y el trancazo. La ruptura de la alianza electoral entre el PRI y el Panal pone al descubierto los agotamientos de formas y símbolos, de maneras y modos, pero no necesariamente es un quiebre de fondo de un acuerdo político.
Rompieron las figuras pero no los proyectos. Deshicieron el contrato para el alquiler de maquinarias pero no el pacto para el control educativo.
Esa alianza no estaba cifrada en un programa de gobierno, en un proyecto de país, en una propuesta de mejora educativa. Simplemente no les salían las cuentas. Sobraban candidatos y crecían las inconformidades.
El ocaso. Elba Esther Gordillo mantiene aún parte de su magia pero ya no es útil en las actuales circunstancias y con esta ruptura ha entrado en una encrucijada: ninguno de los precandidatos a la Presidencia la tiene en su corazoncito. Enrique Peña marcó su raya; Andrés Manuel López Obrador no va con ella ni a la esquina; Josefina Vázquez Mota es su odiada; Santiago Creel públicamente ha marcado su distancia, y Ernesto Cordero, si fuera fiel a las últimas decisiones del presidente Felipe Calderón, nada tendría que hacer con Elba.
La presencia de Elba Esther en la alianza resultó molesta. No sólo por los viejos agravios sino porque también estorbaba a los nuevos dueños del Partido: los Dinos y los Ladinos.
Los consentidos de la Maestra estaban de más. Donde quería de candidato al Yerno le tocaba al Dino. Donde iba un Maestro le tocaba al Niño. Donde iba la hija le tocaba al producto televisivo. Donde iba el Hijo Pródigo boxeador iba el junior priista golpeador.
En términos de política electoral el poder del Panal mengua. Podrá tener un candidato (a) a la Presidencia pero su papel de fiel de balanza no será similar al 2006. Quienes quieren acercarse a la Maestra buscan de ella el voto no la foto. La buscan para la maldad y para la trácala. Y para eso, por lo menos en el PRI, sobran operadores.
El fracaso. Desde que se inventaron las encuestas se acabaron los caciques y para el PRI es más fuerte un spot de televisión que un mitin de una sección sindical.
Elba Esther ha topado, una vez más, con su maldición. Sabe que los políticos siempre la usan y ahora, la rehúsan. Ella no es indispensable. Hoy las campañas tienen otros ingredientes en los cuales la mano caciquil magisterial no tiene el mismo peso que en otros sexenios.
Pero de fondo, el problema de Elba Esther es que ha fracasado en términos de su papel de liderazgo en la educación.
En el libro México, la gran esperanza, Peña dedica un capítulo denominado "Construir una sociedad de conocimiento", a esbozar su propuesta educativa. Ahí refiere la necesidad de que el gobierno apoye a los maestros y sus organizaciones gremiales pero no hace una mención particular del SNTE.
"Se debe distinguir y separar la política educativa de la política laboral en la relación entre el gobierno y el sindicato para poder avanzar en la primera, en la que hay importantes objetivos compartidos, mientras se dirimen diferencias naturales de la segunda", comenta en el texto. (México, la gran esperanza, Grijalbo).
El propio equipo de Peña registró la inconformidad de Elba Esther respecto a los señalamientos contenidos en el libro y en algunas entidades gobernadas por peñistas (Hidalgo, por ejemplo), ya se había declarado la guerra al SNTE por lo que la ruptura de la alianza no sólo proviene de los tradicionales enemigos de Elba sino de los propios peñistas.
Por el momento, Elba Esther tiene el tamaño de "margen de error" en una encuesta más que de aliada incómoda para una elección.
(Corre la maledicencia de que Peña rompió con Elba en venganza porque los maestros del SNTE no le enseñaron a leer. Pamplinas).
El reto de Peña en todo caso será ganarse a los maestros de base y deshacerse de la burocracia magisterial. ¿Podrá?
El trancazo. Lo que puede considerarse como un acto de arrojo de parte de Enrique Peña (romper con Elba Esther) puede ser también interpretado como un acto de debilidad.
Las candidaturas magisteriales que el PRI desdeñó han sido intercambiadas con los nuevos dueños del Partido y, aparentemente, de la campaña electoral: la nomenklatura y las televisoras.
Según el líder del Panal, Luis Castro, la alianza con los priistas fue rota debido a las presiones de la militancia veterana ("los marines, los murats y los labastidas"). Y efectivamente, en las entidades donde el Panal quería derecho de apartado protestaron los miembros de la nomenklatura. Pero en otras entidades no sólo se abrió paso a los Dinos sino también a candidatos impulsados por las televisoras.
Es el caso de Chiapas, donde se impidió la llegada de Mónica Arriola, la hija de Elba, como candidata a senadora en la alianza PRI-Panal, para abrir el espacio a un candidato impulsado por TV Azteca, en el formato seguido durante las últimas cuatro elecciones federales legislativas en las que se incrustan empleados de concesionarias para formar las telebancadas.
Ocaso, fracaso y trancazo.
1 comentario:
Santiago Creel tiene razón si el PANAL rompio relaciones con el PRI es porque Peña Nieto está hueco. Aqui el ganador será Santiago, el si tiene madera de presidente.
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