Foto: PGJ Tabasco
VILLAHERMOSA, Tab. (apro).- En junio de 2010, la joven Nallely Thamara Lara Sosa fue detenida por la policía, acusada falsamente de participar en el asesinato de tres mujeres.
Fue el inicio de una historia de terror porque los policías que la aprehendieron en el municipio de Cárdenas, no la pusieron a disposición del Ministerio Püblico como correspondía legalmente, sino que la trasladaron a una prisión cladestina donde fue objeto de toda clase de abusos y vejaciones, según logró documentar Human Rights Watch.
El de Nallely es uno de los 25 casos que los enviados del organismo promotor de los derechos humanos recogió durante su paso por esta entidad. También visitaron los estados de Chihuahua, Nuevo León, Guerrero y Baja California, donde documentaron 170 casos de detenciones ilegales que sirvieron a HRW para demostrar al gobierno mexicano la sistemática violación de las garantías individuales en México.
Según el informe, que fue presentado al presidente Felipe Calderón, la semana pasada, durante su reclusión Nellely Thamara vivió una verdadera pesadilla: los policías le bajaron el pantalón y le quitaron la ropa interior.
“Ay, Tamarita aquí va a comenzar a cambiar todo, ahorita te vamos a dar cariño y amor porque aquí vas a tener varios amigos hasta fila están haciendo para ti”, le dijo uno de los uniformados.
La joven refirió que luego de eso los policías “comenzaron a tocar todo mi cuerpo, me alzaron mi brasier, sentía manos por todo el cuerpo. Me tocaron mis nalgas, me insultaban y a la vez me decían; ahorita vas a sentir lo que es bueno. Estás buena, maldita puta… fue donde grité: no señor, yo lo hice, pero por favor no me hagan nada, se los pido, y en eso me dice el que me interrogaba; vas a cooperar entonces, vas a hablar, y le dije; sí, señor, lo que usted diga.”
Nallely Thamara contó también que fue torturada y agredida sexualmente por miembros de las fuerzas de seguridad, quienes la obligaron a confesar hechos falsos, concretamente que había colaborado en el asesinato de tres mujeres.
Aseguró que su confesión fue redactada por funcionarios judiciales que trabajaban con sus torturadores y que fue obligada a firmarla sin leerla.
Los cuatro acusados en el caso ofrecieron confesiones prácticamente idénticas, lo que, según HRW, sugieren de manera contundente que las cuatro versiones fueron redactadas por una misma fuente, y no presentadas por los supuestos responsables, quienes afirman haber sido obligados a firmar confesiones falsas.
La detención
El 18 de junio de 2010, cerca de la 1:30 de la madrugada, entre 15 y 20 hombres armados, con el rostro cubierto, destruyeron la puerta de acceso a la vivienda de Fabiola María Lara y Miguel Ángel Crivelly Castillo, hermana y cuñado de Thamara, en el municipio de Cárdenas.
Los hombres no se identificaron como miembros de las fuerzas de seguridad ni mostraron ninguna orden de allanamiento. Entraron a todas las habitaciones buscando a Thamara, de 22 años, quien atemorizada por la irrupción de los desconocidos, se escondió en el baño con una sobrina de 7 años.
Thamara fue detenida y cuando sus familiares preguntaron por qué se la llevaban, uno de los hombres dijo: “ella sabe lo que hizo”. La amordazaron y, vendada, fue subida a la parte trasera de una camioneta pick-up sin placas ni insignias.
Aproximadamente 15 minutos después, la subieron a un automóvil que durante unos 40 minutos estuvo dando vueltas, tiempo en el que los agentes le manosearon los senos e intentaron palparla con fuerza en la entrepierna.
Cuando el automóvil finalmente se detuvo, la llevaron hacia arriba por unas escaleras, luego hasta una sala donde le dijeron que otros tres hombres ya la habían identificado.
Cuando preguntó en relación con qué hecho, un agente la golpeó en la cabeza y le advirtió que dijera la verdad. Posteriormente, le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza y comenzaron a asfixiarla, mientras la golpeaban en el rostro y le gritaban: “habla perra, habla putita”.
Thamara relató que los policías la acusaban de haber ayudado a planificar el asesinato de tres mujeres en Cárdenas, ocurrido semanas antes.
“Me volvió a preguntar: ‘¿Qué tienes que ver con el asesinato de las tres muchachas de Cárdenas?’. Y yo le dije: ‘No señor, nada, se lo juro’… Y él me dijo… ‘Ahorita nos vas a decir la verdad,’ y en eso me volvieron a golpear dos personas de cada lado, y yo lloraba y le respondía que no tenía nada que ver con eso”.
Uno de los que la interrogaban le advirtió: “te vamos a hacer cantar”; y luego ingresó a la sala un hombre con una bolsa negra de residuos, le cubrió la cabeza y el torso con la bolsa y la ató.
Los agentes la mantuvieron cabeza abajo hasta que se acabó el oxígeno. Mientras la sostenían, le repetían: “muérete, muérete, hija de la chingada, porque es lo menos que mereces”. Varias veces perdió el conocimiento.
A continuación, fue llevada a una sala donde un hombre con el rostro cubierto y vestido de civil comenzó a mostrarle fotografías truculentas de tres mujeres que habían sido asesinadas (las supuestas víctimas de Thamara).
Cuando el agente llegó a una fotografía que mostraba a una de las víctimas con un palo introducido en el recto, le dijo: “esto es lo que te vamos a hacer a ti”.
Thamara fue llevada nuevamente a la sala de interrogatorios, y una vez allí fue vendada, atada y subida a una mesa. Luego, dijo que los agentes le quitaron los pantalones y la ropa interior, y amenazaron con violarla en grupo.
Un hombre con el rostro cubierto y vestido de civil le entregó un documento y le dijo que lo firmara. Obedeció y la subieron a un vehículo que recorrió distintos lugares donde habían sucedido los principales hechos contenidos en su confesión.
Tras ello, se le ordenó que firmara un segundo grupo de documentos. Mientras firmaba, uno de los agentes le dijo: “Cálmate, ya no tengas miedo. Firma todo lo que se te diga y nadie te va a hacer nada”.
La búsqueda
En la mañana del día de su detención, familiares de Thamara la buscaron en las agencias del Ministerio Público, federal y estatal, instalaciones del Ejército y de las policías federal y local. Todas negaron haber participado en la detención y desconocer dónde se encontraba.
Cerca del mediodía, recibieron una llamada de un amigo que trabaja en el gobierno tabasqueño, quien les informó que Thamara se encontraba en el Ministerio Público estatal, pero ahí nuevamente negaron que estuviera allí.
El 19 de junio, finalmente se permitió a los familiares reunirse con Thamara en una agencia del Ministerio Público. Ahí Thamara contó que había sido torturada y obligada a confesar delitos que no había cometido, y mostró las contusiones que tenía en todo el cuerpo.
El 20 de junio, la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJ) presentó ante la prensa a Thamara y a otros dos detenidos, acusados de colaborar en el asesinato de Dayra Itzamara Gallegos, Yazmín Itzel Pérez e Ivón Guadalupe Fuentes, cuyos cuerpos fueron hallados el 3 de mayo de 2010 a un costado de una carretera rural del municipio de Cárdenas.
Según la PGJ, siguiendo órdenes de un jefe local de la organización criminal Los Zetas, Thamara habría engañado a las mujeres para que fueran hasta ese sitio, donde luego fueron violadas y asesinadas, en venganza porque una de ellas supuestamente había insultado al jefe Zeta.
Una primera confesión firmada por Thamara —posteriormente denunció que fue redactada por miembros de las fuerzas de seguridad y que la firmó bajo tortura— confirmaba esta versión oficial de los sucesos.
En la versión que Thamara asegura que firmó bajo presión, se asienta que el jefe Zeta la llamó para interrogarla: “Me dijo que si era Dayra Itzamara mi amiga, por lo que le contesté que sí, a lo cual me dijo que le hablara para que las invitara a salir a las dos, diciéndome que eso era un pretexto, ya que con Yazmín Itzel tiene un problema y tenía cosas que arreglar con ella.”
En la confesión inicial, Thamara dijo que accedió al pedido, convenció a las tres mujeres de que fueran con ella al sitio donde esperaban Los Zetas, y que allí vio cómo eran violadas y asesinadas. En las supuestas confesiones, los tres detenidos reconocieron su participación en el delito y se incriminaron entre sí.
Negligencia médica
Thamara fue examinada por la doctora Sánchez Morales en el Ministerio Público estatal a las 2:05 horas del 18 de junio. En su informe, observó:
“Escoriación dermoepidermica de 5 cm de longitud de forma lineal en la cara anterior tercio distal de antebrazo izquierdo. Escoriación dermoepidermica de 4 cm de diámetro mayor localizada en la cara anterior tercio distal de antebrazo izquierdo. Conclusiones: 1. Las lesiones no ponen en peligro la vida. Sanan hasta quince días. No dejan secuelas. No ameritan incapacidad laboral.”
No obstante, una pericial médica independiente solicitada por el abogado de Thamara concluyó que las lesiones que presentaba eran compatibles con torturas y que habían sido provocadas en un momento que coincidía con su detención.
El médico escribió el 24 de junio: “A) El cuadro lesional que presenta son lesiones provocadas por contusiones. B) Por la coloración de estas lesiones y su estado inflamatorio leve, se calcula que tienen de inferidas entre 8 y 12 días, lo cual es coincidente con el momento de su detención. C) El cuadro lesional que presenta es compatible de ser producido por actos de tortura física.”
Thamara dijo a Human Rights Watch que los días 20 y 21 de junio fue sacada de la prisión y llevada por policías ministeriales a varios lugares, donde, según le indicaron, se habían producido los eventos relacionados con el crimen. Fue fotografiada de pie y señalando varios lugares, y contó que los funcionarios repasaron con ella los detalles de su confesión falsa.
También la grabaron mientras confesaba su participación en el crimen. Dijo que, en un momento, se equivocó en el orden cronológico de los eventos. Entonces la persona que la interrogaba apagó la grabadora y le señaló que se había equivocado. La cinta fue rebobinada, y el testimonio se grabó nuevamente.
Sus captores le advirtieron que, una vez ante el juez, debería repetir su testimonio sin ningún error. “Vas a decir lo que te hemos dicho, o sabes lo que te espera”, dijo uno de los funcionarios. “Tenemos muchas personas adentro”, agregó, en referencia a la prisión.
Proceso judicial
El caso de Thamara fue presentado ante el tribunal del Primer Distrito Judicial de Villahermosa el 23 de junio. En su declaración ante el juez, indicó lo siguiente: “Primeramente manifiesto que la declaración de fecha 18 de junio de 2010, la dije bajo presión… por lo que no ratifico dicha declaración, asimismo en cuanto a la ampliación de declaración de fecha 20 de junio de 2010 no la ratifico… todo eso que dice ahí es falso, totalmente falso”.
Luego procedió a contar cómo había sido detenida arbitrariamente, torturada y agredida sexualmente por las autoridades. También relató que la había obligado a firmar una confesión y memorizar el relato proporcionado por quienes la habían interrogado.
A pesar de las denuncias de tortura formuladas por Thamara, una pericial médica independiente que confirmaba que sus lesiones eran compatibles con las denuncias y el lapso de varias horas durante el cual había permanecido bajo custodia de la policía antes de ser puesta a disposición de agentes del Ministerio Público, el juez dictó el auto formal de prisión el 27 de junio.
Thamara continúa en prisión a la espera del juicio en su contra. Sus familiares dijeron a HRW que presentaron denuncia formal ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco el 19 de junio. Según la Comisión, el caso aún está siendo investigado.
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