Acentos
Michoacán, el experimento
Ricardo Monreal Ávila
Michoacán ha sido el campo experimental del actual grupo político que controla el gobierno federal y domina una buena parte del PAN.
Allí arrancó en diciembre de 2006 el experimento militar de la “guerra” contra el crimen organizado, con despliegues por aire y tierra muy vistosos, muy mediáticos, muy de película, similares a los de Rambo cuando toma por asalto un territorio enemigo. Fue también en Michoacán donde el comandante supremo de las fuerzas armadas estrenó casaca verde militar extralarge y gorra de campaña con cinco estrellas tejidas al frente.
Tres años después pondrían en marcha el experimento político judicial conocido como el michoacanazo, que pasó a la historia como un ejemplo de judicialización de las contiendas políticas o de manipulación política del aparato de procuración de justicia. Como se recordará, una treintena de alcaldes y funcionarios estatales fueron aprehendidos por presuntos vínculos con la delincuencia organizada (en su mayoría del PRD, PRI y uno que otro del PAN), dos meses antes de las elecciones federales intermedias; actualmente todos se encuentran en libertad al no probarse las acusaciones.
Dos años después vendría un curioso experimento electoral consistente en sondear la posibilidad de que, por la violencia existente en la entidad, se cancelaran las campañas, sustituyéndolas por la selección de un candidato único, apoyado por todos los partidos, designado con base en encuestas. La propuesta vino de un empresario muy vinculado al panismo estatal. Los tres principales partidos dijeron que sí, que con mucho gusto, siempre y cuando el ungido fuera su propio candidato.
Desechado el experimento demoscópico y refrendado el camino de las campañas electorales tradicionales, el gobierno federal tiene ahora en marcha una estrategia montada en cinco frentes.
El primeo es hacer de la seguridad el issue de la campaña y un referendo sobre ese tema. ¿Continuamos la lucha sin cuartel contra la delincuencia o nos hacemos de la vista gorda como lo hacen los gobiernos del PRI y el PRD? ¿Refrendamos la guerra contra los criminales o mejor acordamos y pactamos con ellos, como lo harían priistas y perredistas?
La segunda dimensión es colocar un candidato o candidata vinculada estrecha y orgánicamente con el calderonismo, como corriente hegemónica al interior del PAN. En el caso de María Luisa Calderón la vinculación fue más allá de lo ideológico y lo orgánico; la identificación se procesó como un asunto de hermandad política y no de agenda ciudadana. La decisión se convirtió en un asunto de familia y no en un asunto de partido. En este aspecto, los hermanos Calderón en Michoacán no se diferencian gran cosa de los hermanos Moreira en Coahuila.
El tercer elemento es polarizar la elección. Una contienda que parecía entre tres fuerzas, fue reducida a dos, a fin de atraer el llamado “voto útil” y el voto de los indecisos. En esta ocasión, la estrategia fue extraer el mayor número de simpatizantes al PRD, considerando que la segunda mejor opción para una buena parte de los perredistas era el PAN. La muerte también votará. En este sentido, el asesinato del alcalde de La Piedad, Ricardo Guzmán Romero, fue utilizado sin piedad alguna para polarizar y atraer el voto sentimental.
El cuarto factor es secar presupuestalmente al gobierno perredista de Michoacán. Al asedio judicial de 2009 y 2010 siguió la sequía financiera de 2011. La retención de 800 millones de pesos por parte de la Secretaría de Hacienda dejó en quiebra técnica al gobierno estatal, que no pudo siquiera acudir a los préstamos bancarios de corto plazo, ante la falta de aval hacendario.
El quinto elemento es la manga ancha del gobierno federal en los programas sociales que aplica en la entidad. Mientras el gobierno estatal languidecía presupuestalmente, las delegaciones federales de Sedeso, SCT, SE, SEP, Sagarpa y Ssa hicieron su agosto en noviembre. No sólo ejercieron sus partidas a tiempo, sino que, como en el caso de Oportunidades, con más de 300 mil familias afiliadas, adelantaron las entregas de fin de año. Además de que la mayor parte de los delegados federales se integraron a la campaña de quien ofreció en 2006 alejarse de la política para no convertirse en la “hermana incómoda” de Felipe Calderón.
Si prospera el experimento político electoral de Michoacán, el gobierno federal buscará replicarlo en la elección presidencial del próximo año. Recordemos los ingredientes: seguridad como issue de campaña; candidato(a) políticamente clonada; campaña electoral polarizante; sequía financiera en los gobiernos locales de oposición; manga ancha presupuestal en los gobiernos federal y locales del PAN... Tengamos listo el antídoto.
Twitter: @ricardomonreala
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