viernes, 4 de noviembre de 2011

Encuestas mágicas * AMLO, adelante * Los tiempos de Ebrard * Sábado: Ocupa Televisa - Julio Hernández

Astillero

Por Julio Hernández López

Encuestas mágicas

AMLO, adelante

Los tiempos de Ebrard

Sábado: Ocupa Televisa

La más delicada de las decisiones a tomar en el PRD tal vez en toda su historia (precisar el nombre de su candidato presidencial en un contexto altamente adverso y con marcados riesgos de división irreversible) se encamina este fin de semana a un aparente final feliz en el que no habría ruptura y sí la potenciación electoral de la izquierda mexicana.

Para llegar a ese umbral positivo se desechó el método de las elecciones directas y abiertas, que tradicionalmente han sumido al sol azteca en pantanos de deshonra englobados en el término cochinero, y se prefirió la vía de las representativas encuestas de opinión a segmentos ciudadanos en general. Es evidente que el procedimiento elegido reduce por sí mismo las posibilidades de repetir los usuales espectáculos de marrullería interna sublimada, pero no está allí la clave real del probable desenlace exitoso (las encuestas son fundadamente consideradas en varios ámbitos de esa izquierda partidista como formas utilizadas mercantilmente por elites políticas para acomodar a su gusto presuntas tendencias que luego son machaconamente utilizadas como guión de convalidaciones por medios de comunicación alineados con esas estrategias simuladoras). De terminar sin rupturas este ensayo demoscópico, la parte más significativa de ese logro habría correspondido a los dos contendientes, Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador, tal vez más al primero que al segundo.

Ebrard arrancó y ha caminado con expectativas desfavorables en el corto plazo respecto de la candidatura presidencial (todas las estimaciones sobre tendencias de voto para candidato presidencial del PRD lo colocan en segundo lugar, tajantemente en cuanto a militantes del sol azteca y en menor proporción entre votantes en general) pero, en razón de su edad, Marcelo cuenta con la firme posibilidad de acumular capital político para aspirar sensatamente en 2018 a una segunda oportunidad fortalecida. Si no tuviera enfrente a un personaje de tanto peso político como es el tabasqueño, el actual mandatario capitalino sería la carta única de la izquierda electoral en estos momentos. Ha hecho una tarea meritoria de gobierno, ha impulsado notablemente el rubro del desarrollo social (aunque en el último tramo se hubiera desprovisto del ejecutor principal de esa política, Martí Batres), ha enfrentado con dignidad los embates del alto clero católico a causa de matrimonios y abortos y, para efectos de pragmático posicionamiento mediático, ha cumplido con una agenda táctica que le ha llevado a portadas de revistas del corazón y a programas estadunidenses como el de Martha Stewart.

Pero éste no es el tiempo de Marcelo Ebrard. No mientras persistan dos percepciones fuertemente arraigadas en ese ámbito de la izquierda declarada y de los ciudadanos sin partido, pero con el corazón cargado a esa misma izquierda. Por una parte, la convicción de que López Obrador es el único líder social con base y proyecto suficientes para intentar de nuevo, en condiciones muy difíciles, mucho más que en 2006, la recomposición nacional a partir de una visión que expresamente privilegie a las mayorías populares y no al reducido círculo empresarial y político que hasta ahora ha mantenido el poder. Y, por otra parte, no por cálida y pasional menos atendible, el hecho de que a ese mismo aspirante a una segunda candidatura le fue arrebatado su triunfo en 2006 mediante una conjunción de fuerzas e intereses que hoy pretenden cerrar nuevamente el paso a cualquier opción de reformismo popular, concentrada hoy esa conjunción en promover la llegada de Enrique Peña Nieto, asumido éste como un garante de continuidad de lo injusto pero con careta partidista distinta, o bien atentas esas fuerzas e intereses a las maniobras peligrosas de última hora que pudiera desarrollar el calderonismo con tal de sostenerse en el poder al costo que fuera./

Por lo pronto, este fin de semana se realizará el ejercicio de encuestar a unos cuantos miles de ciudadanos para tener una idea de las preferencias respecto a ese candidato presidencial perredista. A pesar de los muchos incidentes que hubo en el camino (el reconocimiento ebrardista a la condición presidencial de Calderón, por ejemplo), los dos contendientes han llegado a acuerdos respecto al procedimiento a utilizar en las encuestas y todo hace indicar que los resultados serán procesados políticamente con ánimo de mantener la unidad de esa izquierda y la viabilidad política de ambos participantes, uno en su segunda y última oportunidad (propuesto por los mismos tres partidos de 2006, tal vez coaligados bajo el nombre de Morena), y otro en la construcción de su segundo asomo, dentro de seis años, desde una plataforma sexenal como podría ser el Senado y la coordinación de la bancada perredista, y conservando para su grupo la determinación del candidato a gobernar el DF.

Dos últimas anotaciones: por desgracia, el tejido de las opciones de la izquierda electoral sigue estando distante de las aspiraciones de la izquierda social y, en general, se construye a partir de intrigas, acomodos y ambiciones menores de parte de grupos como el camachismo, los Chuchos, el bejaranismo y similares. Y, como suelen decir los políticos a la hora de confrontar datos de las famosas encuestas de opinión: ellas son simples fotografías del momento. Y hoy, tomando en cuenta que en política veinticuatro horas pueden ser demasiado tiempo como para que una verdad se conserve como tal, la fotografía del momento muestra esas posibilidades de éxito en el proceso de designación de candidato presidencial, de unidad y potenciación. Habrá de verse si la fotografía aguanta de aquí al próximo 15, cuando se darán a conocer los resultados oficiales.

Y mientras este sábado, a las cinco de la tarde (no hoy, como erróneamente había escrito el distraído tecleador), se produce una protesta de indignación (tal vez con acampada) en Televisa Chapultepec (Televisa es la rabia, movilización apoyada por Anonymous), ¡feliz fin de semana, viendo a Peña Nieto arropar al vapuleado Humberto Moreira!

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