martes, 13 de septiembre de 2011

Los “indecisos” sí deciden

Elías Aguilar García

September 13, 2011

En la elección federal del 2012, donde se elegirán Presidente de la República, diputados federales y senadores, se intensificará la publicación de encuestas en los medios nacionales y locales. Algunas con los requisitos metodológicos propios de un estudio confiable y otras, nada raras, con metodologías más bien obscuras o de plano con un claro objetivo de marcar el triunfo de algún partido o candidato en forma artificial.

En los sondeos publicados es práctica común calcular los porcentajes de votación de los diferentes partidos sin considerar a los “indecisos”. Se estima a partir de las personas que manifestaron abiertamente su preferencia al momento de la entrevista, dejando fuera a aquellas que no quisieron manifestarse durante la entrevista, ya sea porque declararon que el voto es secreto o porque simplemente no quisieron expresarlo.

Este cálculo asume que los “indecisos” se distribuyen en la misma proporción de aquellos que sí manifestaron su intención de voto, o, que se dirigen hacia la abstención y, por lo tanto, no impactan a la distribución final de votos.

Esta práctica en los hechos contribuye a que las encuestas pierdan significativamente su capacidad de predicción. El fenómeno de indecisión es muy poco probable que exista en un mercado electoral abierto; un elector siempre tendrá diferente probabilidad de manifestarse a favor de los diferentes candidatos y partidos o de la abstención, y por lo tanto tendrá una preferencia partidista o de abstención (que también es una forma de elegir).

El hecho de que existan electores que no manifiestan su intención de voto en una encuesta señala un fenómeno que llamaremos “espiral del silencio”, donde el entrevistado no plantea su intención de voto porque percibe que su opinión está en contra de la tendencia dominante en lo que se refiere a candidatos o partidos. En otras palabras, la lógica de voto de los “indecisos” es la de votar en contra del partido que es percibido como el defensor del sistema establecido o causante de la inconformidad ciudadana, y que por lo tanto votan a favor del candidato o partido que tiene la posibilidad de derrotar al partido en el poder.

Hay evidencia empírica que muestra que los “indecisos” son más bien voto en contra del partido en el poder o defensor del sistema. Por ejemplo, en el caso del estado de Puebla en las elecciones para gobernador de 2010, los “indecisos” no resultaron serlo del todo: su indecisión realmente ocultaba un voto de castigo en contra de los gobiernos del PRI aquella entidad.

¿Está relacionado este fenómeno con el nivel de participación o abstención? La evidencia señala que NO. Por ejemplo, en las elecciones de gobernador del estado de México en 2011, los porcentajes de “indecisos” fueron cercanos a lo 8 puntos porcentuales y la participación electoral fue del orden de 44%, mientras que en la elección de gobernador del estado de Coahuila con el mismo nivel de “indecisos” registró un nivel de participación electoral cercano a los 60 puntos.

¿Se presenta este comportamiento en varios estados o elecciones? La evidencia muestra que SÍ, y que varía de acuerdo con el contexto de la elección y de la coyuntura particular de los partidos y las elecciones. Por ejemplo, en el caso del estado de Guerrero, el fenómeno del voto “indeciso” favorece al PRD, así lo señala la disparidad entre las encuestas pre-electorales y el resultado en la elección de gobernador del 2011.

¿Es un fenómeno sólo en contra de algún partido en particular? Definitivamente, NO. En aquellos espacios donde el cambio de partido en el gobierno tiene ya uno ó más periodos, también se presenta en contra de otros partidos. Por ejemplo, en la elección para gobernador del estado de Jalisco en 2006, el voto “indeciso” se mostró a favor del candidato del PRI, lo cual confirma que este voto va en contra del partido percibido como el partido defensor de los intereses del sistema o de los grupos en el poder.

¿Cómo se explica este fenómeno? Los factores asociados con el fenómeno del voto en contra como un voto “indeciso” son tres. Por un lado, una alta aspiración de cambio de partido en la ciudadanía: cuando más de la mitad de los electores están totalmente a favor de un cambio de partido.

Por otro lado, la percepción de que hay un esfuerzo en recursos de inducir o forzar el voto a favor del candidato o partido del sistema. Finalmente, debe de haber una opción real de cambio de partido, es decir un candidato o partido en una posición que pueda capitalizar esta aspiración de cambio.

El voto “indeciso” señala un fenómeno donde el elector oculta su intención de voto debido a que está mal (porque percibe algún tipo de “presión” real o simbólica a favor del candidato o partido del sistema) votar en contra del candidato o partido por el que piensa hacerlo.

Esta manera de interpretar el voto “indeciso” no es la única forma entenderlo, el voto “indeciso” se comporta de forma diversa y puede plantear diferentes lógicas de comportamiento, y una de éstas es precisamente de voto en contra del sistema. La elección de julio de 2012 nos dirá cómo se comportan los indecisos, y si esta lógica evoluciona en otra dirección, aparentemente no hay una clara alusión de un único candidato del sistema por el cual uno, como elector, tenga que votar en contra, pero sin duda alguna en el centro del voto en contra estarán el PAN, con los yerros de los gobiernos de Fox y Calderón, y el PRI, con la ya sabida historia de 70 años en el poder y los yerros de los gobiernos locales del PRI.

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