lunes, 15 de agosto de 2011

Dos naciones



Carlos Fuentes

LONDRES, AGOSTO.- "Somos dos naciones" escribió en 1845 Benjamin Disraeli. Se refería al nuevo perfil social diseñado por la Revolución Industrial. La nación del poder, la prosperidad y el imperio. Y la nación del trabajo, la pobreza y la comunidad. ¿Cómo superar la división? ¿Cómo intentar una mayor igualdad?


Sin duda, la Gran Bretaña de hoy es una nación mayoritariamente de clase media. Pero subsisten, en el nuevo contexto, las diferencias entre "Las dos naciones". La minoría más alta cuenta con más riqueza y privilegios que nunca. La mayoría más baja resiente cada vez más la distancia entre "ricos" y "pobres". Entrecomillo estas categorías porque si los muy, muy ricos son pocos, los muy, muy pobres no lo son tanto. Se sienten, en cambio, empoderados para reclamar mejorías y lo hacen, casi siempre, a través de organizaciones políticas y sociales, partidos, sindicatos y órganos de comunicación.


¿Por qué ha estallado la Gran Bretaña de manera tan violenta? Empiezo por separar las demandas de la "nación" menos favorecida. ¿Qué piden las organizaciones de trabajadores y estudiantes? Subsidios para el estudio. Facilidades de transporte y comunicación. Mayor empleo. Mayor atención a la base estudiantil. Más centros de salud. ¿Qué ha hecho el gobierno conservador de David Cameron? Ha reducido los servicios a la juventud, los subsidios a estudiantes y transportes. El empleo ha descendido. Ha crecido el paro. Los derechos sociales se ven amenazados. Hay frustración. Hay una impresión de que el régimen capitalista vulnera a las mayorías.


¿Qué tiene que ver todo esto con la violencia desatada en el país la semana pasada? Todo y nada. Quiero decir: los problemas están allí, la manera de resolverlos también. ¿Por qué, entonces, saqueos en Manchester, incendios en Gloucester, protestas en Tottenham? ¿Y quiénes protestan?


Lo terrible de la situación es que las demandas legítimas han sido oscurecidas por los fuegos de la violencia ilegítima. Primero, la sospechosa muerte del joven Mark Duggan. Según el periódico The Guardian, lo mató una bala de la policía; la policía no desmiente y no confirma. En cambio el Primer Ministro Cameron lo confirma en el Parlamento. La bala de la policía está en el origen del drama actual. El hecho es que la muerte de este joven desató una violencia protagonizada, sobre todo, por jóvenes, de origen asiático y africano, pero también británico, sin ideología, sin razones claras, impelidos por la oportunidad de la violencia, entusiasmados por la aventura, padres e hijos juntos en la violencia, muchos muchachos desempleados, nadie preocupado por las consecuencias de sus acciones. Sobre todo si consideramos que la situación permitió que emergieran las pandillas de violencia organizadas, manejadas por capos criminales y reclutadas en todo el territorio británico. Sin olvidar a gente profesional de clase media que decidió unirse a la algarada.

Un cuadro muy inquietante en sí y porque demuestra que basta una chispa para prenderle fuego a comunidades enteras. La chispa fue la muerte de Duggan a manos de la policía. El fuego, sectores enteros de grandes ciudades británicas en llamas, comercios asaltados, calles peligrosas, centenares de detenidos juveniles, los tribunales rebasados. Y problemas latentes puestos al descubierto. El más notorio, el racismo. Sus principales víctimas, los ciudadanos de origen hindú. Al grado que muchos hindúes han decidido proteger sus centros religiosos contra la violencia, organizándose como "vigilantes" fuera de la ley para cumplir funciones que la policía no atendería.


Todo ello implica una fragmentación de amplios sectores de la población británica y, asimismo, un rechazo mayoritario a la violencia, un apoyo momentáneo al gobierno de Cameron y una etapa de espera para romper la unidad del momento, regresar a posturas políticas y considerar en serio lascausas del malestar popular, más allá de los incidentes -terribles- de la actualidad.


Que el éxito de la política de Cameron ya es cuestionado en las propias filas conservadoras, lo indica la postura crítica del Alcalde "Tory" de Londres, Boris Johnson y su contundente definición: la violencia es su propia meta. Queda en espera la situación verdadera. Una vez encarcelados y juzgados los responsables de la violencia actual. Una vez que los tribunales, trabajando veinticuatro horas diarias, hagan su tarea, identifiquen y castiguen a los criminales. Una vez que las diferencias de raza y religión de la población de origen asiático y africano sean aceptadas (o no). Una vez que los poderes de la policía sean ampliados más allá del uso de cañones de agua. Una vez que se considere el uso negativo del Blackberry para unir propósitos criminales (Twitter y Facebook no se prestan a estas travesuras). Una vez que se desenmascare a los enmascarados. Una vez que se regrese a la "normalidad" anterior a los eventos de hoy, se regresará también a la "normalidad" de los eventos de ayer y de mañana.


Estos, con insistencia, tienen que ver con el problema de la educación. Mientras sectores significativos de la población juvenil sean excluidos del sistema de enseñanza, su escuela será la violencia callejera y la incorporación a pandillas criminales. La educación debe ampliarse, no restringirse como lo ha hecho el gobierno conservador. Los subsidios a estudiantes deben restablecerse. Los servicios a la juventud deben ampliarse, no recortarse. La educación debe atender más a la base relegada tanto como a la mayoría más apta. La educación, a su vez, afectará temas como el paro, el desempleo y los servicios.


Es inevitable que estos temas, una vez superado el conflicto actual, regresen y digan que si no son atendidos, nuevos conflictos esperan a la vuelta de la esquina. Superada la comprensible unidad del momento, los conflictos se presentarán otra vez, renovados y reforzados.


Lo que acaba de ocurrir en la Gran Bretaña es parte de un cambio de civilización que se está manifestando en toda Europa y, con modalidades propias, en los Estados Unidos. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que conflictos similares, aunque propios, se den en la América Latina? El movimiento popular y estudiantil de Chile es un aviso oportuno. Ocurre en el país latinoamericano con el más alto ingreso per cápita. Hay que poner atención, rápido, a los motivos de descontento en el resto de nuestros países. Nadie vive de ilusiones y la demagogia es vencida por la realidad.

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