COORDENADAS
Enrique Quintana
¿Qué es lo que debemos hacer en México para aumentar nuestros ingresos? ¿Cómo lograr salarios que verdaderamente alcancen?
Cuando se observa la estructura productiva de México se puede entender la razón de que los salarios sean tan bajos.
De acuerdo con los datos más recientes de los Censos Económicos, hay en el País 5.1 millones de unidades productivas que dan empleo a 27.7 millones de personas.
Esto significa que la empresa típica en México da empleo sólo a 5.4 personas en promedio.
Por cierto que estas cifras están muy lejos de las del IMSS, que reflejan la situación de las empresas en el sector formal de la economía.
De acuerdo con los datos más recientes del Seguro Social, el número de patrones que están dados de alta y, por tanto, de empresas registradas, asciende actualmente a 830 mil.
Los datos de los Censos Económicos incluyen también al sector público, pero la diferencia es demasiado grande para ser explicada por las entidades del Estado.
Más bien es un reflejo de las millones de unidades económicas que están en la informalidad.
De hecho, la empresa formal en México es tres veces mayor que el promedio general, con 18 trabajadores en promedio.
Las empresas más pequeñas y que forman el porcentaje mayor de las que dan ocupación en México pertenecen sobre todo al comercio y a los servicios.
Puede haber unidades productivas de muy pocos trabajadores en estos sectores que sean altamente productivas. Pero la gran mayoría son changarritos que sólo dan para la sobrevivencia tanto de sus propietarios como de los trabajadores que ocupan.
Sólo por poner un par de ejemplos, el salario promedio de los empleados del comercio al por menor es de alrededor de 4 mil 800 pesos mensuales.
El de los empleados de fondas y restaurantes es de alrededor de 4 mil 200 pesos al mes.
En contraste, en el sector manufacturero los promedios están ligeramente por arriba de los 10 mil pesos mensuales.
El problema es que hay más y más changarritos y menos empresas formales de sectores de alta productividad.
El gran desafío -y espero no cansar al lector con la insistencia- es cómo conseguir que miles y miles de microempresas crezcan y se conviertan en pequeñas.
Y cómo hacer que miles de éstas, al paso del tiempo, se conviertan en medianas y se formalicen e incorporen tecnología y sistemas en su producción.
Una parte del problema radica en la mentalidad de los propietarios de estas numerosas empresas. Los Censos Económicos no preguntaron, o al menos no se publicó la escolaridad de los dueños de los negocios o sus trabajadores.
Sin embargo, de acuerdo con otras fuentes, como el Censo, es muy probable que se ubiquen en los promedios nacionales que están en el nivel de secundaria.
Aunque la escolaridad formal no es condición suficiente para hacer productivo y exitoso un negocio, sí puede ser un indicio de qué esperar de la gente que maneja el grueso de las unidades productivas.
Para dar el empujón de ingresos que requiere el País, sería necesario -insisto- colocar en un primerísimo lugar de las prioridades nacionales el empuje de la productividad de las pequeñas y medianas empresas, con todo lo que implica.
¿Tomará alguien seriamente el tema o lo convertirán simplemente en una bandera electoral?
Me temo que es más probable lo segundo.
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