Los priistas están que rabian con el Presidente de la República. Dicen de él –y lo hacen de manera pública, con cámaras y grabadoras en frente—, que Felipe Calderón anda en un estado de ánimo “muy peligroso”, que está “obsesionado” con destruir al PRI, que la ruta que ha emprendido apunta hacia más conflictos de barandilla, que vamos hacia la anarquía…
Le reprochan “inconsistencia” en sus discursos –“primero nos llama asesinos y luego quiere que firmemos acuerdos”—y le advierten que no son sus “empleados”.
Las primeras estocadas se dieron en la casona de la Fundación Colosio. Ahí se encontraban Marco Antonio Bernal (presidente de la Fundación), Manuel Aguilera (secretario técnico del Comité Ejecutivo Nacioanl); los ex presidentes del PRI: Mariano Palacios Alcocer y José Antonio González Fernández; el diputado Guillermo Ruiz de Teresa; y presidentes del tricolor en distintos estados de la República.
Oficialmente acudían al anuncio de la consulta que llevará a cabo la Fundación Colosio para preparar la plataforma electoral del PRI con la que competirán en el 2012 –“recuperar el poder nos obliga a tener una plataforma sólida”, indicaría Palacios Alcocer–, bajo el lema “Por un país con rumbo”.
Aguilera abrió fuego con la descripción de la situación actual: El país, dijo, “está viviendo una tragedia”, una tragedia que “a veces tiene signos de comicidad, como lo hemos visto en la última semana”.
Se refería, claro, a la comedia vivida en el caso del dos veces arrestado y dos veces liberado ex alcalde de Tijuana, Jorge Hank Rhon.
Pero no sólo eso, agregaría, en el terreno económico tampoco las cosas van nada bien: “Si seguimos en el mismo rumbo en dos décadas más estaremos en el sótano de la economía mundial”.
Esta estructura político-económica, insistió Aguilera, “nos está llevando a la anarquía, a la pobreza y a la destrucción”. Y no vaciló en calificar que dada la situación en la que hemos caído, el próximo sexenio habría que realizar un gobierno “casi de salvación nacional”. (Me recordó a López Obrador).
Marco Bernal no se quedó atrás. Arremetió primero contra el “llamado” que minutos antes les había hecho el Presidente para aprobar en el Congreso las reformas pendientes, y lo hizo con sorna, recordando una frase de Emiliano Zapata: “La tierra es de quien la trabaja”.
Por su no quedaba claro agregó Bernal: “No es con llamados como lo va a lograr, que haga su chamba… ¡que logre los consensos que faltan! Pero no ¿verdad?, anda muy ocupado con otras cosas.
Y vuelta de nuevo a lo ocurrido con lo de Hank y al discurso de Calderón en Stanford:
Es muy claro que se está judicializando la política. Más evidencia no hay. El Presidente se muestra en un estado de ánimo muy peligroso para el país. ¡Está obsesionado! Se ve que hará todo lo posible por cumplir con la promesa que le hizo a su padre (de acabar con el PRI), pero esa es una ruta peligrosa en tratándose de un sistema de partidos y de una democracia.
Y lo que sigue en esta ruta, indicó Bernal, serán sin duda “más conflictos de barandilla”.
Tal es su discurso ahora: duro, hosco, rijoso.
Muy distinto al que obsequiaron a Calderón tras las elecciones del 2006 y en sus primeros años de gobierno, y que se fue al caño con alianzas electorales que estableció el PAN con el PRD el año pasado.
Pero ahora, con la “guerra” abierta y clara declarada por el Presidente de la República en su contra, los priistas están tan furiosos como inquietos. Saben lo que significa tener el poder en las manos y lo que se puede hacer con éste.
Tienen claro que si bien lo de Hank no le salió bien al gobierno, ello no significa que Calderón abandonará esa estrategia para hundirlos. Y menos si se trata de una “obsesión”.
Por ello la tensión reflejada en sus rostros dice hoy mucho más que sus palabras. Están –así se sienten– ante una “guerra” declarada por un Presidente no sólo obsesionado en destruirlos, sino que no tendrá miramiento alguno en lograr el triunfo de su partido cueste lo que cueste.
Eso es realmente a lo que le temen: a lo que ellos llaman su “obsesión”.
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