Hacia finales del siglo pasado, cuando el país estaba por alcanzar la alternancia, una de las razones que más se invocaban para rechazar el priismo y deshacerse de los funcionarios del tricolor, era la corrupción imperante entre sus filas y muchos de sus gobernantes.
Había razón para desear mandarlos al diablo. Y se logró en el 2000.
Lo malo de esta historia es que la corrupción no sólo no ha disminuido sino que va en aumento.
Se siguen dando los actos de corrupción en todo el país y en todos los ámbitos de gobierno –federales estatales, municipales–, sin importar el partido político que gobierne: llámense panistas, priistas, perredistas.
Pero no son los únicos. Igualmente le entran a la corrupción concesionarios y servicios administrados por particulares.
Y, por supuesto, el otro lado de la moneda: nosotros los ciudadanos.
Los datos dados a conocer ayer por Transparencia Mexicana muestran que en 2010 se identificaron 3 millones de actos de corrupción más que en 2007. Digamos que el aumento es de un millón más de actos de corrupción por año.
El costo de las “mordidas” también subió. Hace cuatro años, el promedio del costo de una mordida era de 138 pesos. El año pasado fue de 165 pesos en promedio.
Tal vez a algunos les parezca pequeño el monto erogado, pero no es así para la mayoría de la población que se ve ante la situación de soltar una “mordida”. Los 165 pesos que pagan en promedio, representan el 14% de su ingreso para una buena mayoría.
Para quienes viven con sólo un salario mínimo, las “mordidas” les representan el 38% de su ingreso.
¿Saben cuáles son las áreas donde más “mordidas” hubo que pagar para obtener, acelerar o conseguir un permiso equis (chueco o derecho)?
De los 35 trámites que mide el Índice Nacional de Corrupción, el rubro que se lleva la palma en el número de “mordidas” es para evitar ser infraccionado.
El segundo lugar en el índice de corrupción es por estacionar en vía pública o en algún lugar controlado por personas (supongo que se refieren a los franeleros)
El tercero es para evitar que se lleven el coche al corralón.
El cuarto lugar en “mordidas” es para pasar cosas en alguna aduana, retén, garita o puerto fronterizo.
El quinto se da en el intento por recuperar un automóvil robado.
El sexto es por evitar detención en el ministerio público, realizar una denuncia, acusación o levantar un acta.
El séptimo –y aquí le paramos—es por trabajar o vender en la vía pública.
La pregunta que una y otra vez salta ante estos datos es: ¿quién o quiénes tiene la culpa de esta situación? ¿El que se estaciona donde no debe nomás por que se le da la gana o por prepotencia y sale al paso con una “mordida”? ¿El que pasa horas dando vueltas buscando dónde dejar su auto y desesperado lo estaciona donde no debe y debe pagar su falta con una “mordida” menor frente a la multa que le significa o la monserga de que se lleven su coche y recuperarlo? ¿Los agentes que reciben la “mordida” y con ello cubren la “cuota” que les imponen sus jefes, o les ayuda a completar sus ingresos?
¿Por qué seguimos enredados en esta historia de corrupción de un lado y del otro? ¿Por qué en lugar de mejorar, retrocedemos y hasta las “mordidas” aumentan? ¿Por qué con priistas, panistas, perredistas, aliancistas, verdes, petistas es la misma historia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario