domingo, 29 de mayo de 2011

Ensayo golpista de la kakistocracia.

A la mitad del foro


Foto
Tropas del Ejército fueron enviadas a Michoacán, entidad gobernada por Leonel Godoy. Foto Cristina Rodríguez.
Ninguno se movió y los cuatro aparecieron en la foto. Leonel Godoy, con rostro de santo de pueblo; Gustavo Madero, despistado y satisfecho; Jesús Zambrano, invitado a su propio velorio, y Humberto Moreira, con la vista en la salida y gesto de desconcierto. El del PRI, el norteño desenvuelto y convencido de que el deber de la oposición es oponerse, sabía que la reunión era fruto de la voluntad presidencial, que en Los Pinos se incubó el proyecto de elecciones simuladas, con boletas que no ofrecen opción alguna, de modo que los ciudadanos no tuvieran que escoger entre izquierda y derecha, arriba y abajo. El quinto jinete del Apocalipsis sí se movió.

Por eso diría Moreira que acudiría al llamado de la Fundación Mexicana para el Desarrollo con su propuesta para combatir la pobreza. No se confrontó con los otros dos de la troika dominante del sistema plural de partidos; no añadió agravio al penoso trance del gobernador al que no han dejado gobernar; al que le enviaron tropas del Ejército a combatir el crimen organizado; a quien vio cómo detenían, arrestaban y enviaban a la capital de la República a treinta y nueve alcaldes de la tierra de José María Morelos y de Lázaro Cárdenas. Ya todos han sido liberados; no les pudieron probar complicidad alguna con el crimen organizado. Y ni siquiera hubo el clásico usted disculpe.

Tras la foto fija, pudo reaccionar con prontitud Humberto Moreira. El viernes 27 declaró que el PRI tendrá su propio candidato, que si el PAN y el PRD quieren unirse a esa candidatura serán bienvenidos. Porque el pronunciamiento del pasmo fotográfico implicaba la mansa aceptación de un inminente acuerdo de PAN, PRI y PRD para postular un candidato común, único, de unidad, de consenso. Que no milite en partido político alguno: de la sociedad civil, como le dicen ahora a los oligarcas o aspirantes a serlo. Proponen que sea empresario, con fortuna hecha a la antigüita, esto es, que la haya heredado. De Los Pinos brotó la generosa idea de evitar fricciones y diferendos, conflictos de intereses, ya no digamos ideológicos, en la campaña electoral de Michoacán, donde los ciudadanos tendrían que elegir gobernador constitucional para un periodo de tres años y siete meses.

Porque en toda la entidad impera la violencia; imponen condiciones los malos, mafiosos que en Michoacán exhiben rasgos de resabios religiosos y fanatismos teocráticos: los Caballeros Templarios y La Familia disputan la plaza y dictan tortuosas normas de opacidad moral. Los de la transición sienten que la lumbre les llega a los aparejos. Y proponen dar marcha atrás: no presentar diferentes candidatos para que los ciudadanos voten y elijan a uno de ellos. ¿Para qué correr riesgos? Felipe Calderón habló ante panistas, en la inauguración de una biblioteca, de la travesía por el desierto para escapar de la esclavitud del faraón; de los años en que la suya era la única voz discordante en el México autoritario. Y aseguró que es impensable entender la democracia sin el PAN. Aunque otros hubo en la lucha en favor de la pluralidad de partidos como respuesta a la larga hegemonía del PRI. Y ahora que están, según dice Felipe Calderón, en la construcción y en la búsqueda de tierra prometida (sindéresis aparte), ¿por qué rechazar la pluralidad, negar el derecho de los votantes a elegir gobernador y dejar la decisión en manos de una junta de notables que designaría a uno de los suyos, de la sociedad civil, desde luego?

Si inclinan la cerviz los dirigentes de esos partidos y el gobernador Godoy acata y obedece, habría candidato único. Un vencedor antes de iniciar la contienda reducida a farsa trágica. ¿No querían democracia? ¿No emprendieron la reforma política, la electoral, el esbozo de una reforma del Estado, para que el pueblo decidiera, pudiera elegir entre diferentes programas de gobierno y proyectos sociales y económicos? La transición de La Profesa a Los Pinos. Y hay quienes suavizan el golpe, porque es un golpe, diciendo que afuera se incendia Michoacán y nada más van a designar a uno de la sociedad civil para gobernar tres años y siete meses. Ah, los de cubículos académicos añaden que así eludiría el presidente Calderón el cargo de nepotismo y que su hermana será postulada para la próxima, con sus derechos a salvo y sin mácula alguna. Pero Luisa María Calderón no tiene paciencia: Hasta hoy es casi unánime el rechazo a la candidatura única, dice.

Quien no sabe de dónde viene, no sabe dónde va. En 1929 se fundó el Partido Nacional Revolucionario, con Manuel Pérez Treviño como primer presidente del CEN. Pascual Ortiz Rubio derrotó a José Vasconcelos y en 1932 renunció al cargo de presidente. Plutarco Elías Calles ofreció a Manuel Pérez Treviño la presidencia, quien prefirió aceptar la generosa opción de esperar la de 1934, que sería por seis años. Otro general, Abelardo L. Rodríguez asumió el cargo. Lázaro Cárdenas fue elegido presidente de la República en 1934. Manuel Pérez Treviño pasó el resto de su vida en espera del sexenio prometido. Y en 1938 el PNR salió de escena y se fundó el PRM, partido que hizo posible la política obrera, agraria, la expropiación petrolera del cardenismo. Y la reacción del surgimiento del Partido Acción Nacional que nació para oponerse a las reivindicaciones sociales de la Revolución.

Y ahí estamos, ante el retorno del supremo poder conservador. Bajo la piel de cordero de la democracia amenazada por el crimen organizado: ¡El sufragio efectivo soy yo!

El PAN de Manuel Gómez Morin era, se decía, laico; Christlieb Ibarrola expondría en tribuna los males a la República que se habían producido al aceptar la intervención religiosa en las cosas del Estado. Pero hubo y hay una veta teocrática en el partido que tantos años siguió el camino de la legalidad para reivindicar la democracia electoral. En el escapulario de los cristeros, la leyenda: ¡Detente bala, el Sagrado corazón de Jesús está conmigo! Y tras la inconciencia de Vicente Fox, la belicosidad política de Felipe Calderón. Hay Caballeros Templarios en Michoacán; más de 35 mil muertos en el país. Las balas no se detienen. Ni el devenir del proceso histórico.

Al participar en un acto de culto religioso en el Vaticano, el titular del Poder Ejecutivo de la Unión violó el artículo 130 de la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público: silencio ominoso y timorato en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, sin que el Congreso le conceda permiso, acepta una medalla que le otorga el gobierno de Colombia: viola flagrantemente la norma constitucional. Los politólogos del pragmatismo mediático minimizan el asunto, hablan del carácter decimonónico de la norma; al referirse a la pena que la Constitución dicta, confunden ciudadanía con nacionalidad: premian el desdén de un alto funcionario por el respeto a la ley. En la Comisión Permanente, cuando menos, remiten a la Cámara de Diputados la obligación de aclarar que esa es la ley. Y recordar que quien la ha violado tiene bajo su mando a personal que combate el crimen al filo de graves violaciones a los derechos humanos.

Aceptar que una junta de notables supla la voluntad de los michoacanos al designar gobernador, conlleva la tentación totalitaria de declarar que por la violencia imperante no hay condiciones para instalar las casillas y celebrar elecciones presidenciales en 2012.

Y la kakistocracia precipitaría la marcha de sonámbulos al abismo.

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