domingo, 15 de mayo de 2011

El sueño de la sinrazón.

A la Mitad del Foro


Los peregrinos de la paz tendrán su diálogo público con Felipe Calderón. Y en Palacio Nacional, ante las cámaras del ágora electrónica. Yo también quiero un México en paz y en el que impere la justicia, le respondió el político al poeta. Y se fue a Nueva York y a Washington, donde lo esperaban otros como él para premiar su valor y su contribución a la ecología, en busca de un mundo mejor, un mundo a salvo del desastre que anuncia el cambio climático.

Estamos en mayo de 2011, en la segunda década del tercer milenio, a once años del arribo de la derecha al poder, de la alternancia que llegó con Fox a sacar al PRI de Los Pinos. Hoy como ayer. Al filo de la sucesión presidencial el inquilino de Los Pinos reclama su lugar en la historia; habla ante miles de colaboradores y les pide no ver que viene el ocaso, sumar esfuerzos, creer en la nueva brega de eternidad; impedir el retorno de los brujos, la oscuridad y, a querer o no, otro amanecer. Hoy como ayer. Pero después de ofrecerse diálogo a los peregrinos por conducto de Francisco Blake, los mexicanos topamos con un anticipo del juicio final: salieron de sus tumbas los cadáveres de la cruzada contra el crimen y, al borde de las fosas colectivas, los sobrevivientes denunciaron a los agentes de migración que los detuvieron y vendieron a los personeros del crimen organizado.

Todos lo sabíamos, desde que se descubrieron los cadáveres de más de setenta migrantes levantados, masacrados y enterrados en la monstruosa fosa común en San Fernando, Tamaulipas. Luego más. Y más. Y vendría la sucesión aterradora de cadáveres descubiertos, desenterrados en Durango. Y hoy como ayer, los de poder dijeron que se investigaría, que llegarían hasta las últimas consecuencias. Pero los indiciados son personal de Migración, de la Secretaría de Gobernación, la que fuera conducto político entre los poderes de la Unión y del titular del Ejecutivo con los gobernadores de los estados. Y también cuna de la Federal de Seguridad, el remedo de Gestapo criolla, aparato represor que se transmutó en ensayo de nuestra propia CIA, tercermundista, pero en busca de aportar inteligencia al sistema en estado de coma.

Falló el intento de inclinar el poder y la influencia a favor del sector financiero del gobierno al desaparecer la Secretaría de Programación y Presupuesto, almácigo de candidatos a la Presidencia. Dos nada más. Carlos Salinas buscó devolver a la militancia priísta la condición de acceso al poder, y a la muerte de Colosio lo puso en manos de Ernesto Zedillo, el tecnócrata modelo que establecería la insana distancia y entregaría el poder al PAN, a nombre de la democracia sin adjetivos. Fox fue la estulticia, pero también la clave para el imperio de la reacción, de los cristeros, cruzados de Pedro el Ermitaño. Volvió el alto vacío a Guanajuato. Y vino la pesadilla. Cuarenta mil muertos y nos advierten que faltan siete años más de violencia.

¿Y los migrantes mexicanos, o venidos del exterior en busca del sueño americano, que han sido vendidos por funcionarios del gobierno, policías del Instituto Nacional de Migración que los entregaron a las bestias que los torturaron, mataron, destazaron y enterraron en fosas clandestinas? Ya hay respuesta, como la hubo para el diálogo con los peregrinos de la paz. Siete delegados han sido destituidos y se investigará hasta las últimas consecuencias. Pero ya hay primeras consecuencias. La que fuera directora cuando se descubrieron los cadáveres de migrantes en San Fernando, es hoy secretaria general del PAN, del partido en el poder. Hoy como ayer. Y Francisco Blake declara solemnemente que el INM no es refugio de criminales. La sinrazón crea más monstruos que los atribuidos por Goya al sueño de la razón.

Y las pesadillas del miedo. A la guerra y sus muertos; a las cuentas hechas por Felipe Calderón a Charlie Rose en el canal de televisión de Michael Bloomberg, el multimillonario alcalde de Nueva York: 70 por ciento muertos en choques de narcos en disputas territoriales; 4 por ciento serían policías, soldados, marinos caídos en combate; y algo así como uno por ciento, civiles inocentes, víctimas colaterales de la guerra. No cuadran las cuentas. No suman 100 por ciento. Y habrá muchos más conforme surjan cadáveres de las fosas clandestinas. Yo combato al narcotráfico porque no se atrevieron los que me precedieron, dice Felipe Calderón. Pero el secretario García Luna dice que habrá siete años más de violencia.

Y en los comederos políticos empezaron a correr rumores de continuidad en el cargo; sin hablar de relección presidencial, aunque ya se incluye la de legisladores en iniciativa de ley que espera período extraordinario de sesiones. Yo, como Churchill, combatiré al enemigo y a los escépticos hasta alcanzar la victoria, dijo Felipillo santo, el de Michoacán. Y el 13 de noviembre sus paisanos elegirán gobernador. Lo de la hermana, ni se discute. Pero el miedo, la pesadilla, la maldición bíblica de siete años más de sangre derramada, motivaron decires de que el jefe de Estado que se dice laico en plena ceremonia de beatificación en el Vaticano, proponía hubiera un candidato de la sociedad civil, candidato por consenso del PAN, del PRI y del PRD.

De todos los partidos con registro, añadían los rumores. ¿De veras el PRD? Y respondían que el gobernador perredista se sometería. ¿Por el michoacanazo?, ¿o por el penoso desafuero del medio hermano? En todo caso, era increíble el propósito, era inconcebible la propuesta. Pero vivimos horas de locura en las que las palabras cambian de significado, aparentan tener sentido cuando son expresión de locura; de inmoralidad que invoca valores éticos; de desprecio al pasado que se manifiesta en el retorno del antepasado de conjuras en La Profesa; y añoranza por el mando de la Junta de Notables. (Con J mayúscula y N mayúscula, señor corrector.)

La vida es sueño, dijo Calderón de la Barca. No hay que asustarse con rumores, fantasías de pesadilla, provocados por inminente derrota electoral a manos de quien resulte candidato del PRI a la Presidencia en 2012; a tener que entregar la banda tras un par de sexenios: ser ave de paso, paréntesis en la gramática parda del poder por el poder mismo y el desprecio por las instituciones del poder constituido por los del Estado rector de la economía, la educación pública, laica y gratuita, las leyes de Reforma, el reparto agrario, la expropiación petrolera; barbaridades que, gracias a Dios, empezaron a diluirse en el priato tardío y se desvanecieron al llegar el PAN a Los Pinos.

Pero hace unos días, en afamado programa radial de noticias, Joaquín López Dóriga entrevistó a Fernando Rodríguez Herrejón, dirigente empresarial michoacano; uno de esos elegantes señores de la sociedad civil a quienes espanta el sueño la violencia, así como el desgobierno que atribuyen a los partidos de la pluralidad, a senadores y diputados del Congreso de la Unión y los estados de la República. Y dijo Rodríguez Herrejón que ya habían iniciado pláticas con los tres partidos, PAN, PRI y PRD, para que se pusieran de acuerdo y designaran a un candidato único, integrante de la sociedad civil, para evitar disensión, desorden, riesgo de violencia y formar un gobierno de unidad.

Nadie preguntó por los electores, por los ciudadanos, por quienes darían el mandato con su voto a ese gobernador. ¿Eso entienden por democracia? A reinar fortuna vamos/ No me despiertes si duermo.

Pero en el 2012 nos amenazaría el retorno del golpismo, la pesadilla de la sinrazón que crea monstruos.

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