Si Javier Hernández fuera candidato ganaría la presidencia. Y arrasaría además con quienes le pusieran enfrente. ¿A poco no? Nada de que Enriquito es ya inalcanzable. O de que Marcelo y Andrés ahí van creciendo. Ni que Felipe hará hablar al fin a cualquiera de sus muñecos. Juro que ninguno sería rival para El Chicharito. Y eso que todavía no juega la final de la Champions contra el Barsa, en la que si mete un gol de los que acostumbra la reina lo anda haciendo sir y lo casa con alguna princesita.
Pero ya con lo logrado hasta ahorita tiene para dar y prestar. Sus 20 oportunísimos goles en el futbol más competido del mundo lo colocan como un mexicano de excepción allá y aquí. En Manchester se gesta una idolatría que se demuestra con el número 14 de su playera en tiendas de Nueva York, Los Ángeles y Shanghai. Y en México se ha convertido en la única esperanza semanal de buenas noticias. Y ahí estamos todos, sábados o domingos, desmañanándonos para seguirlo en cada tranco, para extasiarnos cuando anota y festejar con él y su cuatazo del alma Wayne Rooney. Imagínense cómo estará el país para que el ánimo nacional dependa de este chavo de 22 años.
Sus atributos no son pocos: dentro de la cancha un perfecto don de la ubicación, una velocidad que lo multiplica y una habilidad envidiable para meterla hasta con las orejas; fuera, un joven ejemplar que ha resistido las tentaciones a las que sucumbieron Giovanito y Carlitos, que es el primero en llegar a los entrenamientos, que se ha aplicado en el inglés y que es un compañero ejemplar. En pocas palabras: honesto, valiente, talentoso y carismático. Dígame usted a cuántos de nuestros políticos podría aplicar estos adjetivos sin dudarlo un instante.
Lo que pasa es que padecemos un gobierno tan miope que le ha faltado la sensibilidad para emprender acciones inmediatas en torno al Chicharito: que los genios de Los Pinos inventasen cualquier pretexto para que Calderón vaya a Wembley el 28 de mayo y se tome la foto que le daría mil veces mejores resultados que los que acostumbra; que la señora de Relaciones Exteriores sirva para algo y le explique al gurú Ferguson la importancia que tiene para la estabilidad de la nación alinearlo cada semana; que el secre de Salud le ponga al chamaquito todas sus vacunas, si las encuentra, claro; que los secretarios de Hacienda y del Trabajo hagan campaña asesorándolo sobre su renovación de contrato; que el gobierno todo comprenda al fin que el Chicharito es asunto de Estado.
Por cierto, el día que Javier estampe su firma para multiplicar su sueldo y quedarse quién sabe cuántos años más con el Man U, ya podrán respirar tranquilos priístas, panistas y perredistas.
A lo mejor por eso se les veía tan contentos en las tres fotos publicadas ayer en el arranque de las campañas en el Edomex que establecen el arranque del 2012. Imágenes marcadas por el contraste: en el caso del PAN, un solitario Luis Felipe Bravo Mena, acompañado apenas por Santiago Creel y por ningún otro panista distinguido, con la muy notoria ausencia de Gustavo Madero, quien de seguro tenía cosas más importantes que hacer; en cambio en el PRI ahí vimos a Eruviel muy apapachado por los presis de los tres partidos que lo postulan, el ínclito Humberto Moreira y los bebesaurios González y Kahwagi.
Pero la foto de fotos de ayer fue sin duda la que podría titularse Volver al futuro. Y por eso fue la más comentada. Y es que para sorpresa del respetable Alejandro Encinas logró lo que parecía imposible: juntar a los más representativos y distanciados personajes de la izquierda contemporánea. A saber, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. ¡Ah!, si así hubieran estado en el 2006, otro gallo nos cantaría. ¡Ah!, si así pudieran seguir durante 40 días hasta la víspera de la elección. ¡Ah!, qué con esos sueños guajiros.
Lo único bueno para unos y otros es que el Chicharito, como es cumplidor, se quedará del otro lado del Atlántico. Y dejará de ser una amenaza.
ddn_rocha@hotmail.com Twitter: @RicardoRocha_MXFacebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia
Periodista
Pero ya con lo logrado hasta ahorita tiene para dar y prestar. Sus 20 oportunísimos goles en el futbol más competido del mundo lo colocan como un mexicano de excepción allá y aquí. En Manchester se gesta una idolatría que se demuestra con el número 14 de su playera en tiendas de Nueva York, Los Ángeles y Shanghai. Y en México se ha convertido en la única esperanza semanal de buenas noticias. Y ahí estamos todos, sábados o domingos, desmañanándonos para seguirlo en cada tranco, para extasiarnos cuando anota y festejar con él y su cuatazo del alma Wayne Rooney. Imagínense cómo estará el país para que el ánimo nacional dependa de este chavo de 22 años.
Sus atributos no son pocos: dentro de la cancha un perfecto don de la ubicación, una velocidad que lo multiplica y una habilidad envidiable para meterla hasta con las orejas; fuera, un joven ejemplar que ha resistido las tentaciones a las que sucumbieron Giovanito y Carlitos, que es el primero en llegar a los entrenamientos, que se ha aplicado en el inglés y que es un compañero ejemplar. En pocas palabras: honesto, valiente, talentoso y carismático. Dígame usted a cuántos de nuestros políticos podría aplicar estos adjetivos sin dudarlo un instante.
Lo que pasa es que padecemos un gobierno tan miope que le ha faltado la sensibilidad para emprender acciones inmediatas en torno al Chicharito: que los genios de Los Pinos inventasen cualquier pretexto para que Calderón vaya a Wembley el 28 de mayo y se tome la foto que le daría mil veces mejores resultados que los que acostumbra; que la señora de Relaciones Exteriores sirva para algo y le explique al gurú Ferguson la importancia que tiene para la estabilidad de la nación alinearlo cada semana; que el secre de Salud le ponga al chamaquito todas sus vacunas, si las encuentra, claro; que los secretarios de Hacienda y del Trabajo hagan campaña asesorándolo sobre su renovación de contrato; que el gobierno todo comprenda al fin que el Chicharito es asunto de Estado.
Por cierto, el día que Javier estampe su firma para multiplicar su sueldo y quedarse quién sabe cuántos años más con el Man U, ya podrán respirar tranquilos priístas, panistas y perredistas.
A lo mejor por eso se les veía tan contentos en las tres fotos publicadas ayer en el arranque de las campañas en el Edomex que establecen el arranque del 2012. Imágenes marcadas por el contraste: en el caso del PAN, un solitario Luis Felipe Bravo Mena, acompañado apenas por Santiago Creel y por ningún otro panista distinguido, con la muy notoria ausencia de Gustavo Madero, quien de seguro tenía cosas más importantes que hacer; en cambio en el PRI ahí vimos a Eruviel muy apapachado por los presis de los tres partidos que lo postulan, el ínclito Humberto Moreira y los bebesaurios González y Kahwagi.
Pero la foto de fotos de ayer fue sin duda la que podría titularse Volver al futuro. Y por eso fue la más comentada. Y es que para sorpresa del respetable Alejandro Encinas logró lo que parecía imposible: juntar a los más representativos y distanciados personajes de la izquierda contemporánea. A saber, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. ¡Ah!, si así hubieran estado en el 2006, otro gallo nos cantaría. ¡Ah!, si así pudieran seguir durante 40 días hasta la víspera de la elección. ¡Ah!, qué con esos sueños guajiros.
Lo único bueno para unos y otros es que el Chicharito, como es cumplidor, se quedará del otro lado del Atlántico. Y dejará de ser una amenaza.
ddn_rocha@hotmail.com Twitter: @RicardoRocha_MXFacebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia
Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario