Fuente Ovejuna
Salvador Cosío Gaona
Con los 145 cuerpos encontrados recientemente en fosas clandestinas de San Fernando, Tamaulipas, se evidencia el fracaso de todo orden de autoridad en esa entidad y la fallida estrategia de Felipe Calderón contra el crimen y delincuencia en todo el país.
Antecede a este hecho el descubrimiento, hace algunas semanas, de 72 cadáveres de migrantes centroamericanos que presuntamente fueron interceptados por integrantes de grupos delictivos, quienes les habrían pedido su colaboración en la organización y al negarse, los asesinaron.
Sigue el baño de sangre, las balaceras y persecuciones, mientras crece la percepción de un Estado fallido y un gobierno rebasado y fracasado en su responsabilidad de garantizar condiciones de seguridad para la vida y patrimonio de los mexicanos.
La cifra de más de 40 mil muertos en este sexenio no tiene precedentes, como tampoco la terquedad de Felipe Calderón por continuar errando su “guerra contra el crimen y la delincuencia”, que no sólo está perdiendo, sino que ha servido para disparar todos los índices delictivos a lo largo y ancho del país.
Fomentar la mordaza y aparentar lo que no existe no alcanza para disfrazar la realidad de este crítico momento, no se puede tapar el sol con un dedo, ni vivir permanentemente ciegos y sordos. La realidad grita desesperadamente y la sociedad está harta de escuchar las mismas malas noticias todos los días.
Si bien la responsabilidad es compartida, ¿por qué no pasan de los discursos a los hechos? ¿Por qué solamente fustigan y censuran a quienes les restriegan en la cara la verdad? ¿Por qué no se ponen a trabajar? ¿Por qué no dan resultados? ¿Por qué siguen ahí si cientos de veces nos han demostrado que no sirven para nada?
Se tiene que repetir hasta el cansancio, ¡nos tienen hasta la madre! Hay hartazgo e impotencia frente a tanta impunidad y violencia sin control, frente a tanta incapacidad y falta de compromiso social, frente a tanta desvergüenza y cinismo.
El país vive en vilo, sobre el filo de la navaja y bajo la permanente amenaza de una descomposición social desbordada que redunde en caos y Estado de sitio. Sí hay, contrario a lo que afirma Felipe Calderón, lugares donde el gobierno ha perdido el control de la situación.
Prevalece un Estado débil que no aplica la ley y que culpa a quienes difunden las verdades incómodas de ir en contra del país, cuando la fuente del problema emana de los errores y pésimas decisiones del gobierno.
El Estado mexicano, representado por el Ejecutivo federal, es constitucionalmente el garante de la paz y tranquilidad de la nación, responsabilidad que a Felipe Calderón le ha quedado muy grande y obligación que no ha sabido cumplir.
salvador.cosio@hotmail.comFuente: Milenio
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