lunes, 18 de abril de 2011

CALDERÓN, EN LA CUENTA REGRESIVA

El Semanario, Opinion

Con apenas 18 meses restantes en el sexenio, escribió The Washington Post, Felipe Calderón “está desesperado por demostrar que su estrategia de enviar miles de soldados y policías a combatir a los traficantes, respaldada por EU, está funcionando y que su gobierno puede controlar el abominable vendaval de violencia que ha dejado a más de 35,000 personas muertas y amenaza la estabilidad de la nación”.

Lo que el Post no dijo es que, por desesperado que esté, es tarde para salvar su legado histórico. Así como el de Salinas fue la corrupción y el TLCAN, el de Zedillo el descalabro del peso y la alternancia, y el de Fox la frivolidad y el fin del unipartidismo, el de Calderón será el fortalecimiento del crimen organizado, la violencia, la incursión de agentes estadounidenses y el linchamiento del emisario de Barack Obama. No sólo eso. Si las encuestas no mienten, su legado también será el regreso triunfal del PRI a Los Pinos.

Con apenas 18 meses restantes, Calderón trata, sin éxito, de amañar su trayectoria para mejorar su imagen si no en México, al menos en el extranjero. Con mensajes diseñados exclusivamente para luces foráneas, se empeña en reivindicar su guerra. En el famoso encuentro con reporteros del emblemático diario que hoy lo describe como “desesperado”, no reconoció errores propios y sí muchos ajenos. Dijo: la corrupción es un problema local, no federal. En algunos lugares la policía está “absolutamente metida” con el crimen organizado. No tengo la autoridad para despedirlos. Estamos en proceso de reconstruir las instituciones. El incremento de la violencia es señal de triunfo y los muertos son mayoritariamente narcos. Es guerra entre cárteles. Juárez contra el Pacífico; Tamaulipas contra Nuevo León; Zetas contra el Golfo. Son ellos la fuente de la violencia. En 2010 los criminales no ganaron una sola batalla.

Calderón, personaje trágico, nixoniano; colérico, desconfiado, paranoico, intolerante, opaco e ideológico. Incapaz de admitir fallas. Así será recordado. En los siguientes 18 meses su récord empeorará. Los muertos llegarán a 50,000 y la violencia se extenderá a casi toda la geografía nacional. La esquizofrenia ante el vecino se exacerbará. Aumentarán las tensiones, pero también las concesiones. Su legado será un país sumido en la ingobernabilidad y una sociedad profundamente dolida que clama, sin encontrar interlocución oficial: ¡Ya basta!

¿TERRORISTAS O EMPRESARIOS?

La afirmación del embajador Arturo Sarukhán al The Dallas Morning News de que los narcos mexicanos son empresarios, no terroristas, degeneró en una guerra de palabras entre el diplomático y el diario texano. Todo empezó la semana pasada, cuando Morning News respaldó editorialmente la propuesta (muerta, por cierto) del congresista republicano Michael McCaul para designar a los grupos criminales mexicanos como terroristas, toda vez que, argumentó, usan tácticas similares: secuestros, extorsiones, explosivos, asesinatos de funcionarios, decapitaciones y narcomantas para aterrorizar a la población civil. “Esto –aseveró el diario– es terrorismo”.

La respuesta de Sarukhán no se hizo esperar. Las organizaciones criminales transnacionales, protestó en misiva a los editores, no son terroristas, sino “grupos muy violentos, bien estructurados y financiados, que persiguen un solo objetivo: maximizar sus ingresos”.

En una comparación que se prestó a malas interpretaciones, dijo que los grupos criminales usan las mismas tácticas que la mayoría de las empresas, como “compras hostiles, fusiones y adquisiciones”; además de recurrir a la violencia extrema para protegerse de sus “competidores”.

Por todo esto, sostuvo enfático, “no tienen, en lo absoluto, motivaciones o agendas políticas más allá de sus intenciones de proteger su negocio ilegal”. Ironizó que en todo caso, si los narcos mexicanos son terroristas, habría que concluir que los drogadictos estadounidenses financian al terrorismo. No convenció. Tod Robberson, ex corresponsal de The Washington Post en México en los 90 y articulista del Dallas Morning News, acusó a Sarukhán de “defender a los grupos criminales”, perversa extrapolación que no obstante tuvo eco en la blogosfera donde ganaron los comentarios contra el emisario de Calderón.

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