TOLVANERA
Roberto ZamarripaAlejandro Encinas es el candidato opositor mejor posicionado en el Estado de México. Su anticipado destape, las giras que realizó con Andrés Manuel López Obrador, y el pasmo en que se ubicaron tanto PAN como PRI entre enero y febrero, favoreció al posicionamiento del ex jefe de Gobierno.
Diferentes encuestas han colocado a Encinas como el principal rival de cualesquiera de los candidatos priistas posibles. En los cruces que hacen las encuestadoras entre distintos candidatos Encinas está por debajo de los precandidatos priistas pero no a una distancia fatal. Eso sí, está por encima de los panistas.
Sin embargo, Encinas probablemente no sea candidato a la gubernatura. En caso de que el PRD se empecine en la promoción de una alianza con el PAN, Encinas advirtió que no sería abanderado de esa coalición. Pero tampoco lo sería de una alianza PT-Convergencia.
Vaya paradoja. El bloque de centroizquierda tiene un auténtico contendiente a la gubernatura pero no le encuentra acomodo en el extraño juego de las coaliciones. Encinas aparece en diversas encuestas como una figura política ampliamente conocida y con una sólida intención de voto que en una campaña electoral podría incrementarse.
Pero esa opción está a punto de ser tirada a la basura.
Los panistas albergan la esperanza que Josefina Vázquez Mota decida contender en el Estado de México y resuelva con ello la falta de un candidato sólido para la alianza. Aunque todo indica que la ex secretaria de Educación optará por pelear la candidatura presidencial del panismo. Visto así, quedan Ulises Ramírez y Luis Felipe Bravo como los viables aspirantes blanquiazules a quienes ni los perredistas más convencidos de una alianza otorgarían su voto.
En el PRI, la decisión de Enrique Peña Nieto previsiblemente será tomada hasta el final para cerrar todas las posibilidades de fuga de candidatos y simpatizantes desfavorecidos con el dedazo del gobernador.
El surgimiento de Encinas como una opción de contienda tiene que ver sin duda con su paso por la Jefatura del Gobierno capitalino. La elección mexiquense tiene su punto de definición en las goteras de la Ciudad de México. Los municipios conurbados concentran a la mayoría del electorado mexiquense. Siete de cada 10 votantes viven en los 21 municipios del Valle de México. Ocho municipios concentran la mitad del padrón electoral mexiquense: Ecatepec, Neza, Naucalpan, Tlalnepantla, Chimalhuacán, Atizapán, Cuautitlán Izcalli y Tultitlán.
Para una entidad cuya clase política gobernante ha emergido del centro o centro norte de la entidad, de Toluca-Metepec a Atlacomulco, donde el peso de electores es inferior al del Valle de México, la presencia de una figura que fue jefe de Gobierno del Distrito Federal (entidad donde trabajan muchos mexiquenses del Valle) y cuyo principal trabajo político en el Edomex enraizó en el oriente de la entidad coloca variables diferentes para la contienda.
Los electores de Toluca-Metepec- Atlacomulco juntos apenas rebasan a los de Naucalpan. El conocimiento del electorado del Valle de México de Alejandro Encinas, sobre todo de sectores populares que hacen su vida productiva y educativa en el DF, es amplio.
La clase política priista que ha gobernado la entidad durante décadas no sólo tiene este enquistamiento regional sino soberbia y desprecio por los políticos surgidos de otras zonas. Eso explica el crecimiento opositor en el oriente y la zona conurbada.
Peña parece convencido de que puede postular a cualquiera (hasta Montiel repetiría) debido a la fortaleza de la maquinaria mexiquense. Además se ve beneficiado del conflicto entre los partidos opositores.
El virtual fracaso de la alianza entre panistas y perredistas puede apuntar a un escenario en el que el blanquiazul lance un candidato propio y una coalición PRD-PT-Convergencia postule a Alejandro Encinas. Hacia el fin de la campaña quien vaya en tercer lugar en la contienda declinaría en favor del otro. Eventualmente el PAN declinaría por un perredista tal como sucedió en Guerrero. Si la alianza PRD-PAN se concreta, quizás Luis Felipe Bravo sería el candidato mientras que del lado de PT-Convergencia ya se apunta Óscar González u Horacio Duarte. Difícilmente alguno declinaría, menos al darse cuenta de que la suma de sus votos no alcanzaría ni para una plurinominal.
El tiempo que resta para la campaña y la elección hace difícil que realmente tenga un efecto serio en la contienda una declinación. Los opositores han perdido un tiempo valioso y han hecho muy mal sus cuentas. Levantaron a Encinas y ahora lo quieren tirar. Con su destape en enero pasado, habían hecho suya la agenda política y obligado al gobierno federal y al propio PRI a acelerar sus tiempos. Ahora están a punto de sumergirse, una vez más en el pantano. Vaya esquizofrenia. Dicen que quieren tumbar a Peña y hacen todo para fortalecerlo. Así, efectivamente, hasta Montiel vuelve a ganar.
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