miércoles, 30 de marzo de 2011

Perversa reforma laboral

Gregorio Ortega Molina

¿Qué puede ser peor que perder el futuro? Para comprender mejor la razón de la pregunta, transcribo la breve conversación sostenida con el despachador de gasolina de la estación a la que por norma acudo toda vez que el coche necesita pasar por allí.

-Hola, patrón.

-Buenos días, ¿cómo está?

-Bien, además de la gasolina de costumbre, ¿quiere que revise aceite, anticongelante, aire de las llantas?

-Nada, gracias, sólo trescientos cincuenta de la roja…

-¿Todo bien?

-Sí, a pesar de Calderón…

-Es cierto, patrón, nos van a dar en la madre con la reforma laboral. Van a hacer legal lo que es ilegal. Todos al outsourcing. Cero prestaciones, y verá que pronto tendremos que olvidarnos del ahorro p’al retiro. Ya lo verá…

Dice la exposición de motivos del proyecto de ley que tanto preocupa a alguien con severas limitaciones como un despachador de gasolina, pero con absoluto conocimiento de cuál será su situación en el mercado del trabajo. Dice, repito: “La realidad social y económica de México es muy distinta en la actualidad a la que imperaba hace más de treinta años, cuando se promulgó la Ley Federal del Trabajo vigente, por lo que es imprescindible modernizar el marco jurídico del sector laboral, a fin de facilitar el acceso al mercado de trabajo, fortalecer el trabajo decente, impulsar la productividad de las relaciones laborales y, en general, propiciar la competitividad de la economía del país”.

Lo primero que se viene a la cabeza, es una legítima preocupación por saber qué es un trabajo decente, cuál es la diferencia entre éste y uno indecente. ¿Será más o menos decente ser ladrón de cuello blanco, que convertirse en asaltante a mano armada, o en sicario? ¿Cuál puede ser la definición de trabajo decente?

Contrito por lo que se viene encima de los nuevos reclutas del mercado laboral, busqué a los especialistas, a los que conocen de economía, pues de inmediato supuse que económicas y no jurídicas o sociales, ¡vamos, ni políticas!, son las razones por las cuales se ha diseñado así la nueva Ley Federal del Trabajo.

Explican: Si México no quiere perder competitividad, deben desaparecer los sindicatos tradicionales, pues resultan onerosos y no defienden los intereses de los agremiados, pero sí las canonjías y sinecuras de la cúpula sindical. Las organizaciones de los trabajadores deberán ser sustituidas por modernas redes sociales, pues de otra manera no podrán defender su derecho a la salud, al empleo y al retiro…

Dicen también que el Tratado de Libre Comercio primero, la globalización después, establecieron nuevos parámetros a lo competencia por las inversiones y los costos de producción, por lo que el outsourcing es lo que mejor se apega a los nuevos criterios establecidos por la economía.

Será el sereno, pero la seguridad en el empleo, la seguridad jurídica del trabajador, su derecho a la salud y al trabajo fueron diseñados para la mediatización en la que los gobiernos y los empresarios se empeñaron en mantener a los obreros fundamentalmente, por lo que hay asimetrías terribles con los mercados de naciones que compiten por llevar a sus países industrias, servicios e inversiones de todo tipo.

No lo pienso así por mera distorsión educativa. Dejemos que lo exhiba la misma exposición de motivos: “El desarrollo industrial y comercial, a nivel nacional e internacional y los avances de la tecnología, requieren una legislación laboral moderna que contribuya al progreso de la Nación y a asegurar al trabajador una participación justa en los beneficios de la producción.

“De acuerdo con los principales indicadores internacionales, la economía mexicana demanda acciones urgentes para alcanzar mayor productividad y competitividad. El índice de competitividad del Foro Económico Mundial, que incluye a 133 países, muestra que México ocupa la posición 115 en eficiencia y participación de la mujer en el mercado laboral.

“Según el índice Doing Business del Banco Mundial, de 181 naciones, nuestro país se ubica en el lugar 103 en el índice de dificultad de contratación; en el 116 en el costo por despido y en el lugar 98 en el índice de flexibilidad en los horarios laborales.

“Los indicadores de competitividad muestran que México tiene la necesidad de realizar cambios estructurales, como lo es la adecuación de la legislación laboral, ya que los costos de no impulsar una reforma efectiva se traducirán en mayores repercusiones económicas para ésta y las próximas generaciones”.

Nada más leer lo anterior adquiero la certeza de que estamos fuera de base, al menos en términos beisbolísticos, porque al aprobarse la nueva Ley Federal del Trabajo habrá muchos despidos; lo mismo ocurrirá si no se aprueba, porque este país no puede permanecer en la entropía, y los halcones de la inversión extranjera directa buscarán paraísos jurídicos, fiscales y laborales para sus clientes, ante el desorden existente.

gregorioortega.wordpress.com

@OrtegaGregorio

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