¿Cuál es la voz a la que Barack Obama escucha? ¿La de Felipe Calderón, quien fue citado con carácter de urgencia a la Casa Blanca? ¿La de su embajador y amigo Carlos Pascual, quién seguramente preparó la agenda de temas sobre los que el ocupante de Los Pinos deberá rendir cuentas esta misma tarde?
No es difícil responder a tales cuestiones. Los oídos del hawaiano ya están predispuestos. Lo que ha escuchado de su representante en nuestro país el señor Pascual, de su secretaria de Estado Hillary Clinton, y sobremanera de su secretaria del Interior Janet Napolitano de seguro ya le han brindado todos los elementos para configurar su propio panorama del México actual: una Administración fallida, encabezada por un personaje beligerante, temperamental y hasta vulgar. Un país que paulatinamente se desgarra y desangra. Un ambiente en el que se respira corrupción. Y una sociedad inquieta, bordeando en la desesperación, a la que sólo le hace falta una chispa –¿la alimentaria?, ¿la de la escasez y carestía del maíz?– para que estalle.
Beligerante, sí, por su ya muy consabida “mecha corta”, el señor Calderón también ha asumido actitudes que lindan con la patanería al referirse a los funcionarios de la Administración Obama.
Tal se advierte en una ya muy comentada entrevista que el director del periódico El Universal hiciera al ocupante de Los Pinos.
Al preguntarle Roberto Rock sobre alguno de los cables de la legación estadounidense al Departamento de Estado revelados por Wikileaks, Calderón responde (audio) (video)
“Ahí los embajadores o quienes generaron los cables le echaron mucha crema a sus tacos (sic). Siempre querían levantar sus propias agendas ante sus propios jefes, y han hecho mucho daño por las historias que cuentan y que, la verdad, distorsionan. Hay muchos casos de los que no vale la pena hablar.
“¿Puede citar un cable en particular?”, pregunta Rock. Y el ocupante de Los Pinos contesta:
“Los que hablaban de la descoordinación entre las distintas dependencias. Yo al embajador estadounidense no tengo por qué decirle cuántas veces me reúno con el gabinete de seguridad ni qué digo; la verdad es que no es un asunto de su incumbencia. No acepto ni tolero ningún tipo de intervención. Pero la ignorancia del señor se traduce en una distorsión de lo que ocurre en México y se cae en una afectación y una molestia en nuestro propio equipo. Donde sí hay descoordinación es entre agencias en materia de seguridad en Estados Unidos. Nosotros vemos que la DEA, la CIA y el ICE siempre tienen una política de ‘Borondongo le dio a Bernabé’… La verdad es que no se coordinan y sí rivalizan.”
Finísimo y muy diplomático (jejeje) Calderón recibió una inmediata respuesta de Napolitano, que ya ni siquiera vale la pena recordar, precisamente acerca de la descoordinación que sí se da aquí entre la Sedena, Marina y, sobre todo, la SSP.
¿Qué oídos prestará Obama a Calderón si, seguro, ya tiene sobre su escritorio en el mítico Despacho Oval, la carpeta con las respuestas que su secretaria de Estado hiciera sobre la personalidad, el carácter, las costumbres del ocupante de Los Pinos?
Llega Calderón a Washington en una situación harto disminuida.
Lo mandaron llamar.
Sus calificativos a Carlos Pascual –finísimos y muy diplomáticos, repito– y al papel que desempeñan las agencias del gobierno imperial, no van a ser pasadas por alto.
Y si a ello se suma el enojo del gobierno federal, el Congreso y los gobernadores estadounidenses por los asesinatos de sus jóvenes y ciudadanos en nuestro país, la reunión de esta tarde en el 1600 de Pennsylvania Avenue, la reunión Obama – Calderón de este día es todo, menos halagüeña.
Pero de ello no nos enteraremos, a menos que Julián Assange consiga la minuta de este encuentro en un par de años. Al final del evento habrá un comunicado conjunto en el que se inscriban las consabidas frases del caso: amistad, cooperación, apoyo… y es posible que hasta algún piropo al michoacano.
La realidad será otra.
Índice Flamígero: Miguel Ángel Yunes se ha convertido en el coach del personaje de “la mecha corta”. Lo mantiene enfrentado con varios políticos, con los que el veracruzano trae su propia agenda bélica. Y ahora también es factor para el enfrentamiento Televisa – Teléfonos de México, por su corrupta inclinación, en el ISSSTE, hacia la empresa de Bernardo Gómez, Bestel.
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