Si para los priistas, la “sana distancia” que impuso Ernesto Zedillo al PRI fue tomada por los priistas como una afrenta, una mentira (pues sólo la aplicó cuando le convenía) y una de las razones de su derrota en el 2000; el llamado de Felipe Calderón a los panistas para elegir, de ser necesario, un candidato ciudadano, para competir en el 2012, puede verse en la misma línea que la del último mandatario emanado de las filas del tricolor.
Esta es sin duda una hipótesis “sospechosista”, pero se maneja en algunos círculos y parte de una misma base: la injerencia de los Estados Unidos en la vida interna de nuestro país.
Parten de la idea de que Zedillo fue presionado a fondo por el gobierno norteamericano cuando “el error de diciembre” de 1995 estalló –Zedillo apenas llevaba tres semanas de haber asumido la Presidencia de la República—y que una de las condiciones que se le impusieron para otorgarle a México el préstamo necesario para salir del embrollo (que por poco le cuesta el cargo) fue la “apertura democrática”.
Dicha “apertura” consistía, según los sospechosistas, en procurar la alternancia hacia el PAN –no hacia el PRD– a como diera lugar.
En el caso de Calderón, piensan, habría ocurrido algo semejante, aunque las razones del vecino del norte son distintas:
1.- Al primer gobierno panista lo consideraron un fracaso, pero decidieron darle al PAN una segunda oportunidad, sobre todo porque quien tenía la posibilidad de llegar al poder era el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. 8Incluso le habrían dado una manita a Calderón para que pudiera asumir el poder).
2.- Si bien Calderón siguió sus lineamientos en el tema de la seguridad, no ha sabido operarla debidamente (o al gusto de los gringos) y la inseguridad y la violencia ha terminado por convertirse en un problema serio para ellos.
3.- Consideran a los gobiernos panistas como experimentos “fallidos”.
Ante tal panorama, continúan los “sospechosistas”, los operadores estadounidenses habrían enviado ya señales a Felipe Calderón de que es necesaria una nueva alternancia en Los Pinos (toman en cuenta, de nuevo, que no sería el PRD quien tuviera opción del triunfo, sino el PRI).
Tal emplazamiento –opinan–, habría llevado a Calderón a reaccionar, en primera instancia, en contra de tal sugerencia o demanda del gobierno de los Estados Unidos. Ello explicaría su cambio de posición ante las alianzas con el PRD, llevándose incluso entre las patas a su secretario de Gobernación y eliminando toda posibilidad de acuerdos con el PRI.
Pero la estrategia contra el crimen organizado sigue naufragando. La suma de muertos llega a 35 mil. Matan a un agente aduanero de los EU en San Luis Potosí. Las filtraciones de WikiLeaks dan cuenta del malestar del embajador estadounidense ante la falta de organización entre el Ejército Mexicano (a cuyos miembros califica de medrosos) y las distintas fuerzas de seguridad.
Resultado: Los norteamericanos no quitan el dedo del renglón. Ya no quieren al PAN en el poder. Insisten en otro cambio. Y el único plausible para ellos es el retorno del PRI.
Pero lo último que quiere Calderón es devolver al PRI a Los Pinos.
Busca entonces una tercera salida: la posibilidad de un candidato ciudadano. Y es por ello, asientan, que al PAN a decírselos.
Tal es la hipótesis “sospechosista” que se está manejando en círculos de seguridad.
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