Por Bernardo Barranco V.
La inclinación del PRI por el ex alcalde de Ecatepec Eruviel Ávila indica un agrietamiento en la supremacía de la clase política dominada por los tolucos, corredor Lerma-Toluca, así como la histórica centralización político dinástica del llamado Grupo Atlacomulco. Enrique Peña Nieto optó por la solvencia y eligió a Eruviel Ávila como la opción más experimentada en materia electoral, así como el actor con mayor pericia operativa en términos políticos. Admirable ha sido la disciplina partidaria y el acato de los precandidatos vencidos, así como del conjunto de la clase política priísta del valle de Toluca. Sin duda, el padrón electoral en los municipios que rodean al DF resultó determinante en la decisión final, pues la zona conurbada concentra más de 70 por ciento de la votación; un candidato, personaje reconocido en la zona como Eruviel, allana el camino en una campaña tan corta en importantes municipios como Ecatepec, Coacalco, Los Reyes, Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Texcoco, Chalco, Cuautitlán. En la apuesta política, Peña juega con cartas fuertes que le sostengan un camino despejado hacia Los Pinos, asegurando en primer término resultados electorales en el estado. La jugada conlleva riesgos, como la pérdida de entusiasmo de la clase política del valle de Toluca, acostumbrada al clientelismo, pues con Eruviel los reacomodos serán más inciertos y pueden resultar menos estimulantes; es probable la emergencia a primeros planos de forasteros políticos provenientes del valle de México, ligados lógicamente con el actual candidato. ¿Serán bien recibidos estos chilangos mexiquenses? Es factible también que ahora emerjan dos centros de gravitación política, una en Toluca y otra en Ecatepec, óptimo para una geografía compleja como la mexiquense aunque marque nuevos derroteros en las expectativas de espacios y prebendas que caracterizan el modelo político en la historia del estado.
En otro carril, el de la consulta ciudadana, me sorprende la polarización que ha propiciado. Mientras unos la minimizan al grado del desprecio, otros la exaltan a niveles de mandato. Más allá de los intereses y las lecturas, el ejercicio fue importante. Hay que resaltar que la jornada se dio sin incidentes graves, no hubo boicots e intromisiones que pusieran en riesgo el proceso. Es decir, la jornada fue respetada, merece un reconocimiento, no hubo la arremetida temida y pronosticada por los partidos organizadores.
El ejercicio fue realizado muy dignamente por organizaciones de la sociedad civil, como Alianza Cívica, con muy bajos costos. Contó con una notable participación de más de 250 mil ciudadanos que dieron un mayoritario sí a la alianza PRD-PAN; los desprecios cuantitativos y la calificación de pobre participación
son muy relativos, pues representa en números más de 2.5 por ciento del padrón electoral. El código del estado en la materia, por ejemplo, exige que para mantener el registro de un partido político éste deberá obtener por lo menos 1.5 por ciento de la votación válida emitida. Es decir, con los niveles de abstención en el estado, con la cifra de la consulta, tres partidos podrían obtener su registro. Otro dato comparativo para dimensionar: en el pasado proceso electoral de 2009, ni el PT, ni el Verde Ecologista ni el Panal alcanzaron por sí solos la cantidad ni el porcentaje del registrado por la consulta del domingo. ¿Fueron los votos duros del PRD y del PAN los que asistieron? Difícil determinar; en todo caso, los ciudadanos que participaron cuentan con mayor nivel de cultura política, por lo que estaba en juego en la pregunta y difícilmente se le puede comparar, como lo hizo Humberto Moreira, cuantitativamente con la emisión del voto. Su naturaleza es totalmente diferente.
Es claro que para el PAN el resultado de la consulta es vinculatorio. En cambio, el sí a la alianza pone en predicamentos al PRD y a la propia izquierda mexicana. En primer lugar, el ejercicio ciudadano contrasta con las prácticas internas autoritarias y hasta salvajes de los partidos. Basta observar la actual conducción, bifronte, del PRD para percibir el rechazo a una posible alianza con el PAN y los costos que puede traer abortar el proceso. El optimismo de Encinas y su deslinde se antojan cándidos, pues no hay sustento político ni numérico de cómo pueda ganar en el estado de México. Aun yendo con el PAN la empresa se antoja difícil. Puede darse el escenario de tres coaliciones, que también atomizaría a la oposición sin ninguna oportunidad de enfrentar al poderoso PRI. Puede darse una alianza de facto; los escenarios se abren. La izquierda se juega mucho más que su posicionamiento en las elecciones en el estado de México y, siguiendo la reflexión de Cuauhtémoc Cárdenas, sea cual fuere el resultado, en su decisión, el PRD puede salir muy debilitado. Visite: www.votolimpio.org
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