miércoles, 9 de febrero de 2011

L@s incómod@s




SERGIO AGUAYO

"¿Tiene o no Felipe Calderón problemas de alcoholismo?". Por esa pregunta Carmen Aristegui y su equipo fueron despedidos de MVS Radio.

La empresa lo justificó diciendo que "la periodista dio por válida una presunción, transgrediendo nuestro código ético y al negarse a ofrecer, como lo solicitó la empresa, una disculpa pública, decidimos dar por terminada nuestra relación contractual". Es una respuesta insuficiente y tendría que explicar cuáles artículos violó.

Carmen se refirió al tema en siete ocasiones y siempre habló de "presunto", "si ese fuera el caso", "de ser cierto". Su tratamiento a la protesta de los diputados del Partido del Trabajo en la Cámara también se apegó a la ética periodística. Dio voz a las partes involucradas y contextualizó con más información. Con esa base hizo la pregunta para luego solicitar a la Presidencia que hiciera una aclaración apelando el interés general. Si Carmen no violó el código de ética, entonces no procedía la lectura de una "rectificación" entregada por la empresa. Al negarse fue despedida.

¿Participó el gobierno? No lo sé. Alejandra Sota, directora de Comunicación Social de la Presidencia, reconoció en entrevista con CNN en español que Los Pinos fueron informados del despido (no aclara si se lo dijeron a Calderón o al oficial de partes que sella de recibido). La pasividad y el silencio oficiales son inaceptables porque cuando las estaciones de radio y televisión reciben la concesión se comprometen a transmitir información veraz y objetiva y a cumplir con las leyes, y eso incluye la libertad de expresión. Puede entonces concluirse que estamos ante un acto de censura y agresión a la libertad de expresión cometido por una empresa y tolerado por el gobierno.

Es imposible disociar el hecho de las negociaciones entre MVS y el gobierno federal para renovar y obtener una tercera cadena que los mete en las grandes ligas. La decisión es técnica y política y tiene sentido suponer que MVS busca recibir de Calderón unas concesiones que difícilmente obtendría de un gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, quien es cercano a Televisa. La periodista preguntona tal vez se había convertido en incómoda para los intereses creados de la empresa.

En el México de los monopolios y oligopolios quien participa en asuntos públicos debe tragarse una que otra contra- dicción e inconsistencia (los llamados sapos). Cuando me incorporé a la Mesa Política semanal del programa de Carmen -espacio compartido con Denise Dresser y Lorenzo Meyer- me quedaba claro que los dueños de MVS tenían una alianza con Carlos Slim para pelear una tajada del pastel de las concesiones controladas por el duopolio televisivo. El espacio obtenido justificaba la ingestión del sapo.

En estos dos años constaté que Carmen encabezaba a un equipo muy comprometido y profesional de colaboradores. De ser cierta la hipótesis de un despido a cambio de concesiones, estaríamos ante la paradójica situación de que el esfuerzo terminó sirviendo como moneda de cambio en las trácalas entre funcionarios y empresarios.

Si uno adopta este punto de vista, la cobertura sobre el supuesto alcoholismo presidencial suena a pretexto. Es urgente que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, al ser competente en temas de libertad de expresión, se involucre de oficio y dé una opinión especializada que oriente sobre un asunto que toca la frontera entre lo privado y lo público.

El despido ha puesto en el centro de la atención los gustos del Presidente y si éstos afectan la calidad de sus decisiones. El país está en guerra y Felipe Calderón es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Hay antecedentes como el de Victoriano Huerta al que uno de mis profesores llamaba el "General Rompope", porque cada día combinaba el alcohol con los "desos". Una historiadora, Josefina Mac Gregor, me aclara en entrevista telefónica que durante su gestión Huerta no fue criticado por ese motivo y que Nemesio García Naranjo, intelectual cercano a Huerta, lo justificaba diciendo que no era un teporocho tirado en la banqueta. En su caso el alcohol lo hacía funcional.

El noticiero de Carmen Aristegui no es el único que ejerce la independencia en el país, pero tenía un público que gustaba de su estilo y su disposición a hablar de temas controversiales. De es@s incómod@s proviene el estruendo de una sociedad viva y dispuesta a conquistar la libertad para opinar, criticar y preguntar.

La Asociación Mexicana del Derecho a la Información hizo un llamado a MVS para que reconsidere la decisión. Es una posición sensata porque la empresa no ha justificado la transgresión ética ni el gobierno ha cumplido con su obligación. En tanto conocemos el desenlace de esta historia queda en el aire la pregunta de Aristegui: "¿tiene Felipe Calderón problemas de alcoholismo?".

Hay una selección de materiales alusivos en www.sergioaguayo.org

Comentarios: www.sergioaguayo.org; Twitter: @sergioaguayo; Facebook: SergioAguayoQuezada

Colaboró Rodrigo Peña González.

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