Miguel Ángel Granados Chapa
Si algún pesar o quebranto causó al Partido Nueva Alianza y a su propietaria Elba Esther Gordillo la derrota que el domingo compartió en Guerrero con el PRI y el Partido Verde, ese contratiempo quedó más que compensado con la recepción que le ofrecieron anteayer en Puebla el flamante gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y buena parte del público que asistió a su toma de posesión. La presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación fue aclamada como si se tratara de un acto de su sindicato o de su partido.
El sucesor de Mario Marín recibió el apoyo del Panal, que de modo insólito se alió para los comicios del pasado 4 de julio no sólo con el PAN, lo que es parte de su normalidad, sino con el PRD y Convergencia. Todos esos partidos constituyeron una fuerza que el PRI no pudo superar, en parte por la insuficiencia de su candidato y en parte porque la jornada electoral fue parcialmente convertida en plebiscito para juzgar y condenar al gobernador saliente. En el propio acto en que la lideresa magisterial fue ovacionada, Marín sufrió un sonoro abucheo, que hace juego con las mantas colocadas el lunes en la capital poblana para decirle adiós.
Moreno Valle fue, como Gordillo, diputado priista en la LIX Legislatura, que ejerció sus funciones de 2003 a 2006. Coordinadora de la bancada, la entonces secretaria general del PRI reunió en torno suyo a un grupo de jóvenes legisladores que con ella tuvieron posiciones de dirección en la Cámara. Moreno Valle Rosas, que había sido secretario de Finanzas en el gobierno de Melquiades Morales, fue encargado por la profesora de administrar los recursos de la fracción parlamentaria. Eso generó entre ambos un lazo estrecho que se manifestó en la ruptura de Moreno Valle con el PRI cuando la lideresa fue expulsada de ese partido.
Conforme a una pauta notoriamente fijada por Gordillo, sus legisladores cercanos tomaron posiciones en partidos afines. Como Miguel Ángel Yunes, uno de esos colaboradores de la profesora, Moreno Valle se incorporó al PAN, donde fue tan bien recibido que ganó la candidatura al Senado, cuya curul obtuvo en 2006. Desde esa plataforma obtuvo también el apoyo panista para contender por la gubernatura en julio pasado, y en ese lance contó con el Panal y su verdadera dirigente. Por eso el fulgor de su presencia en el traslado de poderes, el martes.
Dos días atrás a Jorge Kahwagi, que pasa por ser el presidente de Nueva Alianza, al que Gordillo sonsacó del Partido Verde, al que a su vez ella misma había encauzado, le tocó vivir la derrota de la coalición Tiempos mejores para Guerrero. Abandonado por la dirección y los altos personeros del PRI, Manuel Añorve salió a proclamar su triunfo, en el crepúsculo de la jornada electoral. En un ambiente luctuoso, contradictorio con el presunto triunfo anunciado, alzaron los brazos del abatido candidato (sabedor ya de su suerte) el senador Arturo Escobar (ni siquiera el Niño Verde se dignó acudir a ese anticipo de exequias) y el púgil en receso Kahwagi.
Debido al oportunismo con que actúa el Panal, es raro que su líder esté presente en un escenario donde campea el desá- nimo. La estrategia electoral de Nueva Alianza le permite estar las más de las veces del lado de los vencedores. A veces, como en Puebla, juega con el PAN. Pero en la mayor parte de los procesos acompaña al PRI, en coaliciones que inconforman a más de un militante tricolor, que recuerda cómo Gordillo organizó su propio partido mientras ostentaba la segunda posición en el mando priista.
Puesto que la necesitan para contar con la experiencia y las artes electorales del magisterio, y puesto que no se trata de romances en que los celos tuvieran lugar, el PAN y el PRI procuran los favores del Panal sin que los lastime o confunda que a veces su aliado sea su adversario.
En el pasado reciente Nueva Alianza hizo ganar al PAN los comicios en Guanajuato y Baja California. Pero en la ronda electoral de 2010 privilegió sus vínculos con el PRI, las más de las veces porque los compromisos del Panal están regidos por la amistad de la lideresa con los gobernadores o los candidatos correspondientes. De ese modo en Aguascalientes apoyó a Carlos Lozano de la Torre, en Chihuahua a César Duarte, en Durango a Jorge Herrera, en Hidalgo a Francisco Olvera, en Quintana Roo a Roberto Borge, en Tamaulipas primero a Rodolfo Torre y tras su asesinato a su hermano Egidio; y en Zacatecas a Miguel Alonso Reyes. En todos esos casos (aunque el de Hidalgo está todavía sujeto al arbitrio de los jueces electorales) la coalición respectiva triunfó. Sólo en Sinaloa perdieron el PRI y el Panal.
Con el PAN, Nueva Alianza se coaligó en Puebla, como ya dije, con resultados favorables. Pero fueron adversos en Tlaxcala y en Veracruz. Mas así como suele hablarse de empresas pobres y empresarios ricos, la derrota electoral de Yunes en Veracruz no significó un fracaso político de su jefa. Sin reparar en el juicio agrio de su candidato respecto de las elecciones que llevaron al triunfo al priista Javier Duarte, Gordillo brillaba en la primera fila de la ceremonia de asunción del sucesor de Fidel Herrera.
En Oaxaca el Panal no se alió con el PRI ni con el PAN. Prefirió acudir con postulaciones propias a la contienda. Pero cuando era inminente la victoria de Gabino Cué, la candidata gordillista declinó a ultima hora a favor de quien a la postre se alzaría con el triunfo, que quiso compartir. El gesto fue premiado: hoy Irma Piñeyro es la secretaria de Gobierno.
Cajón de Sastre
Desdén al Senado o rendición ante intereses de su bancada en esa Cámara: eso es lo que significa que el presidente Calderón haya omitido en su nueva terna para nombrar el faltante ministro de la Corte a Lilia Mónica López Benítez, que figuraba en la anterior propuesta presidencial y obtuvo en su momento la más alta votación, muy distante de la lograda por las dos restantes miembros de la lista. Incluir a la magistrado López Benítez hubiera sido reconocer el amplio apoyo conseguido en diciembre por su personalidad y trayectoria, y hubiera facilitado su designación. Hace años, la magistrada Margarita Luna Ramos obtuvo el mayor consenso en una primera terna fallida, por lo que fue incluida en la segunda y ahora es ministra. Asombra comprobar que Fox haya tenido más delicadeza o menos intereses que Calderón, en casos muy semejantes.
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