Desde temprano en la mañana, Manlio Fabio Beltrones acompañaba a Manuel Añorve. “Desayunaron juntos”, reseñaban los primeros reportes de la jornada guerrerense, cuando apenas se abrían las casillas.
Luego, Añorve, candidato de la coalición Tiempos mejores para Guerrero (PRI-PVEM-Panal) fue a votar y se encerró junto con el líder de los priistas en el senado y su equipo más cercano.
En Acapulco, los ciudadanos salían a votar. Largas colas se formaban en las casillas especiales. De distintos puntos de la entidad, los informes hablaban de copiosas votaciones. Algo inesperado dado el clima de temor prevaleciente en los días previos.
Para la una de la tarde, comenzaron a asomar rostros de preocupación en los priistas guerrerenses. La votación inicial se perfilaba en su contra. La diferencia en esos momentos, según reportes de algunos sondeos de salida, iba siete puntos abajo.
Del otro lado, en el búnker de Ángel Aguirre Rivero, candidato de la colación Guerrero nos Une, conformada por el PRD, el PT y Convergencia, el equipo de campaña alzaba los brazos y miraba muy cerca su triunfo.
Pero hacia las tres de la tarde comenzaron a preocuparse. Las tendencias iban cerrándose. La diferencia, comentaban, era de tres puntos. “Si es así, la elección se va a tribunales”, señalaban inquietos.
Comenzaron las llamadas de uno y otro lado. Del lado de Añorve para llevar a sus seguidores a votar. De la parte de Aguirre hacían otro tanto y pedían “cuidar las urnas”.
Al caer la tarde, a unos minutos del cierre de casillas, los rostros hablaban por sí solos.
Jesús Ortega, líder del PRD, salió a dar una conferencia de prensa en la que declara una tendencia “sólida, irreversible…, desde luego a favor nuestro”. Pero más allá de su declaración, lo que llamaba la atención era el ánimo que transmitían quienes le acompañaban, comenzando por Manuel Camacho Solís, Graco Ramírez y Jesús Zambrano.
Inmediatamente después saltaron a la palestra Jorge Kahwage, líder del PAN, y los senadores Fernando Castro Trenti y Carlos Jiménez Macías. Parecían impactados, como quien acaba de sufrir un fuerte golpe. Califican de “ficticias” las tendencias anunciadas por Jesús Ortega.
Alguien debe haber notado tal imagen que, pocos minutos después, volvieron a salir los de la coalición PRI-Verde-Panal, sumándose el candidato a gobernador Manuel Añorve. Levantaron los brazos, gritaron ¡Ga-na-mos! ¡ga-na-mos!, y ¡A-ñor-ve!, pero aquello parecía más un montaje, por más que Castro Trenti descalificara también las tendencias anunciadas por Jesús Ortega a favor de Ángel Aguirre, con un “de lengua me como plato”.
Pero quizás lo más significativo de aquella estampa en que asomaban los rostros de Manuel Añorve, Kahwage, Castro Trenti, Arturo Escobar…, era una ausencia: la de Manlio Fabio Beltrones. Sí, el impulsor de la candidatura de Añorve, el que lo apoyó y acompañó a lo largo del proceso, y hasta el desayuno de aquella mañana, de pronto se ausentó. No apareció.
Tan significativo como que tampoco asomaron en esos momentos Beatriz Paredes ni Humberto Moreira.
Y eso, en política, decía mucho más que aquellas cuantas cifras de casillas que balbuceó nerviosamente Añorve, otorgándole una tendencia favorable a la coalición que representa.
Si aquello dejaba ya mucho qué pensar –aunque ambos candidatos se declararan ganadores–, la siguiente conferencia que dio Ángel Aguirre terminó por apabullar con la sola presencia de los asistentes –ya habían aparecido Ortega, Camacho, Dante Delgado– pues a su lado se sumaba ya el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.
Esas fueron las primeras postales de la elección guerrerense. Si por ellas hubiera que descifrar el resultado, sin duda el triunfo estaría del lado de Ángel Aguirre, candidato de la coalición PRD-PT-Convergencia.
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