Un dejo de tristeza y dolor asomaba en el rostro de Emilio Gamboa Patrón. Esa, pensaba, debía haber sido su ceremonia, su unción como presidente del PRI, pero no era así. El coahuilense Humberto Moreira apareció prácticamente de la nada y le ganó la carrera cuando menos lo esperaba, en el último cuarto de milla.
Varias veces se sentaron a platicar Emilio y Humberto. Gamboa creía tener aún oportunidad, pero al final se dio cuenta de que Moreira –promovido por Enrique Peña Nieto—tenia ya los amarres con buena parte de los gobernadores. Incluso Manlio Fabio Beltrones, su hermano del alma, le había otorgado su apoyo.
A Emilio Gamboa no le quedó otra más que negociar. Pidió una senaduría plurinominal a cambio y el liderazgo de la bancada en Xicoténcatl. Sólo obtuvo la promesa del escaño en el Senado.
Miguel Osorio Chong, quien también aspiraba a la presidencia del PRI, mostraba en cambio su euforia, Había quedado fuera de la jugada porque su cercanía con Peña Nieto es tan grande que su elección habría mostrado desde ya dados cargados para el mexiquense en demérito de Manlio Fabio Beltrones.
La saliente Beatriz Paredes vivía sus últimas horas de gloria. La despedida que le otorgó Humberto Moreira –aunque se tardó bastante en dárselo– era tan buena que uno de los alcaldes presentes –a quien la tlaxcalteca no recibió durante dos años–, mostró su sorpresa por tantos elogios de su sucesor.
Manlio Fabio Beltrones, aspirante a la candidatura tricolor por la presidencia de la República, anotaba una vez más en su bitácora que las porras del estimable que colmaban el auditorio Plutarco Elías Calles eran para el niño bonito, Peña Nieto.
Pero este sábado, las formas estaban antes que todo. “Forma es fondo”, decía Jesús Reyes Heroles, y los priistas le hicieron honor a pie juntillas durante la entrega de la constancia de presidente electo del partido a Humberto Moreira.
Para empezar, todos presentes. La unidad ante todo. Al igual que las izquierdas hace unos días, en el lanzamiento de Alejandro Encinas, los priistas hicieron gala de presencia de todas sus corrientes y todo su poder:
-Los 19 gobernadores del tricolor de entrada, incluido el duranguense Jorge Herrera quien traía un par de costillas rotas y, por supuesto, el señor que se lleva las mayores ovaciones en cuanto acto priista hay, Enrique Peña Nieto.
-Los candidatos a distintos gobiernos. Y aquí valga resaltar la presencia del hermano del ungido, de Rubén Moreira, quien fue sentado en el auditorio no sólo con los gobernadores en funciones sino entre Peña Nieto y Osorio Chong, ni más ni menos.
-Los dirigentes de los sectores, los líderes de las bancadas en el Congreso, representantes sindicales, ex presidentes del partido…
Vaya, con decir que la mitad del discurso de Humberto Moreira fue para agradecer a cada uno, con nombre y apellido y algún comentario al lado, su presencia y su apoyo.
Y en cuanto al ánimo general, ¡euforia! Los priistas ven muy cerca Los Pinos de nuevo. Lo huelen, lo sienten, lo perciben y apuestan a ello.
Ya trazaron la ruta a seguir, van en camino, pero no están solos.
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