lunes, 31 de enero de 2011

Periodismo de farándula

Francisco Rodríguez

January 31, 2011

Alguna vez escuché a mi presuntuoso amigo Porfirio Muñoz Ledo reclamar a quien le había llamado “brillante”. “No lo soy –dijo–, ¡porque el brillo es una cualidad externa!”. El, claro, es profundo. Poco modesto, además.

Y es sobre los exteriores, sobre las apariencias, que los espacios mediáticos se llenan.

Vea usted si no es así cuando muchos de mis colegas –y hasta quienes no lo son– han desperdiciado importantísimos y muy valiosos espacios impresos y “al aire” para hablar de la negritud del cantante Kalimba, sin ir al fondo de la cuestión: trata de menores, redes de prostitución, negocios apadrinados por políticos, presiones mediáticas, etc.

Y estos epítetos han ido desde los muy deleznables de Marcelino Perelló –aquél a quien Rosa Luz Alegría empujaba en silla de ruedas durante el movimiento estudiantil de 1968–, hasta otros quasi cómicos que algunos se han fusilado de los muchos “twitterazos” al respecto.

“Brillantes” comentarios, por cierto.

Ha escrito el hoy aburguesado Perelló –“fosilizado” en las nóminas de la UNAM– al respecto: “No tengo ni la más remota idea de quién es ese güey. Ni ganas ni necesidad. Sé que es un joven cantante —uno de esos que hoy se acostumbra llamarlos cantantes— que es medio mulato (¿se puede ser acaso medio mulato). A lo mejor es un zambo o un salta pa’trás o tente en el aire. Tengo por ahí mi libro de castas, y lo voy a desempolvar. Los gringos a todo lo que no es redneck lo llaman black, cuando no directamente negro. Nosotros, gracias a unos colonizadores tantito más ilustrados —aunque parezca mentira— manejamos muchos más matices.”

Y más adelante, tras una catarata de sandeces:

“El caso es que el pinche negro, Kalimba, se habría violado a esa pobre chava. No tiene madre. Quémenlo. La única prueba, obviamente, es el testimonio de la pobre chava. ‘Yo no quería y él me obligó’. La ciencia llega en auxilio de la justicia, y encuentra células negras entre las células de quién sabe qué color en la vagina de la pobre chava…”

¿Valdrá la pena seguir transcribiendo a quien hoy es funcionario del museo “El Chopo”, de la UNAM?

Claro que no. Lo que sí importa es dar cuenta de una de las respuestas –donde le llaman “perturbado de manera importante: neurótico compulsivo, irritable, egocéntrico, narcicista y, hasta depresivo”–, la de Arturo Martínez Nateras, respetado luchador social y político, quien le enmienda la plana al fósil universitario:

“Mi querido Marcelino. Kalimba forma parte de una familia admirable, su abuelo Juan de la Cabada; su padre, Pablo Marichal, sus tíos, Julia y Alfredo, su abuela Esther de la Cabada, la negra de las películas de los cincuentas… Padre y tíos de estirpe musical. Gente culta, honorable hasta donde los músicos pueden serlo. Pero bueno camarada hasta los ángeles cogen. Ahora resulta de hacer el amor, ese eufemismo mamón, es delito que puede ser castigado con cadena perpetua. Me temo que hay mucho de por medio. Kalimba ganó un reality de Televisa, y me alegra el movimiento de jóvenes a su favor. Me temo que hay Kalimba encerrado… Si quieres te puedes enterar bien y ser parte de un movimiento por la libertad de él y de muchos otros linchados por los medios electrónicos Un abrazo.”

Y sí. Todo ha sido un espectáculo bien logrado por los medios. Ninguno de los cuáles ha inquirido más allá del controversial papel que ha jugado el procurador ¿de justicia? quintanarroense Francisco Alor Quesada, a quien, en pocos meses, tres figuras del showbiz han puesto en la estacada.

Cuestiones, además, “por encimita”. Porque nadie, o muy pocos, se han preguntado el porqué la Procuraduría ¿de Justicia? de la entidad peninsular tomó como válidas pruebas de semen en el cuerpo de la presunta víctima ¡cuatro días después de la supuesta violación! El porqué no llamó a declarar al novio de la menor de edad, que tiene fama de violento y quien, presumo, al haberse enterado del affaire de la joven con Kalimba, debió estallar en furia. Nada de eso.

¿Producirán las televisoras un programa sobre la explotación y prostitución de menores de edad a quienes formalmente se contrata como edecanes? ¿Nos dirá algún comentarista radiofónico quiénes son los propietarios de las “agencias de modelos” –asumo que, en realidad, son tratantesde blancas– involucradas en este vodevil?

¿Cuántos otros casos como el hoy comentado suceden a diario por toda la geografía nacional? ¿Qué medio le dio “seguimiento” al caso de la menor de edad violada por otros 14 menores también en Quintana Roo el mismo día que liberaron al cantante?

Reportear la información nunca ha sido una materia importante en las aulas donde se enseña periodismo. Ahí mismo, la investigación se considera tarea que sólo pueden realizar expertos. De ahí la actual crisis de los medios: la pésima enseñanza de la profesión que se perpetúa en las salas de redacción y, peor aún, ante los micrófonos. Todo ello se superlativiza cuando los medios son invadidos por dizque académicos, que de periodistas sólo tienen el lanzar estupideces pe-rió-di-ca-men-te.

Estamos sumergidos en la era del periodismo superficial –“¡brillante!”–, ante la trivialización y farandulización de la información.

Y frente a un racismo que nos presenta tal como en realidad es cada cual.

Índice Flamígero: Inculpan a los medios de la imagen violenta que tiene México ante el mundo, a consecuencia de la violencia y el baño de sangre. Comparan, como siempre, con Brasil y sus muchos más muertos. El clásico “mal de muchos, consuelo de…”. Pero hay una diferencia: nunca se escuchó a Lula da Silva ni ahora a la señora Roussef centrar su discurso en el tema. Aquí, en cambio, Calderón y sus colaboradores sólo tienen esa perorata.

www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com

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