domingo, 9 de enero de 2011

Jugando Monopoly con el PRD

Conquistar el Estado de México le daría una posición poderosísima al partido del sol azteca.

Víctor Beltri

Todos hemos jugado Monopoly alguna vez, o al menos su versión mexicana, el Turista. Es un juego sumamente popular, en el que el azar de los dados se suma a la estrategia de cada jugador y su avidez por ganar. Ganar. El objetivo es ganar al adversario: el hecho de que el triunfo se mida en términos económicos, aunque sean ficticios, le agrega un elemento más, pero no es lo principal. Se trata, ante todo, de ganar, siempre. A todos.

En el tablero de juego, justo antes de llegar de nuevo a la salida, hay dos casillas, que son las más valiosas: Boardwalk y Park Place, en la versión internacional. La cantidad de dinero que deben de pagar los jugadores que caen en estos lugares es mucho mayor a la del resto; así, cuando algún jugador se logra hacer con las dos tarjetas, su poder se incrementa desproporcionadamente. Y si, encima, comienza a poner casas y hoteles, es muy probable que el juego se termine al cabo de unas cuantas vueltas. Por eso, cuando dos jugadores tienen, cada uno, alguna de las dos propiedades, es muy difícil que la cedan al otro. Significaría entregar el triunfo.

En este contexto, si la realidad mexicana de principios de 2011 se desarrollara en un juego de Monopoly, las casillas más valiosas, Boardwalk y Park Place, se llamarían Estado de México y Distrito Federal. Una en manos del PRI y otra en manos del PRD.

El Estado de México es una de las entidades federativas más valiosas en sí mismas. El poderío industrial y logístico, así como el desarrollo de la región a través de los años, lo convierte en la joya de la corona para cualquier partido. Pero, si además se cuenta con el Distrito Federal, se crearía un corredor de muchos millones de personas —y pesos— que podrían ser explotadas electoralmente, y que garantizarían un resultado más que satisfactorio.

El PRD ya gobierna en la Ciudad de México. Conquistar el Estado de México le daría una posición poderosísima en el tablero político mexicano, y lo colocaría, aun a pesar de los resultados adversos en las últimas elecciones, como la segunda fuerza política del país, con la Presidencia de la República a tiro de piedra. Tanto López Obrador como Peña Nieto lo saben, y sería imposible que Madero no lo hiciera: al PAN no le conviene, en absoluto, que se plantee un escenario como éste, que lo enviaría, de inmediato, al tercer lugar. Así, sin candidato, sin propuestas reales, sin poder en la zona y, sobre todo, sin afinidad ideológica con sus supuestos aliados, Acción Nacional no puede sino, como en el Monopoly, tratar de evitar a toda costa que alguien tenga las dos casillas. Mantener, como partido en el poder, a sus adversarios a raya, sin fortalecerlos gratuitamente.

Pero no. Ahora, el PRD se siente con la sartén por el mango y, en la antesala de lo que será 2012, niega el interés por cualquier tipo de pacto con el PAN. Y encima de todo, Encinas se da el lujo de aclarar por qué no quiere la alianza. Por congruencia, dice muy orondo.

Así, lo que se contemplaba en primer lugar como una ratificación o repudio a la gestión de Peña Nieto, se convertirá en un juicio sumarísimo a las estrategias políticas de Acción Nacional, quien apostó por una alianza equivocada, no sólo con el partido equivocado, sino con el ala equivocada del mismo. Y que, si no corrige a tiempo, si sigue mendigando tratos con el PRD, correrá el riesgo de entregarle las dos casillas más poderosas y, tal vez, el país entero, a cambio de nada más que la satisfacción absurda de lograr que no regresara el PRI a Los Pinos. En términos del Monopoly, “entregue Boardwalk, espere un turno, pase por ahí de nuevo sin pasar antes por la salida, y pague el doble de lo que marca la tarjeta. Gracias por jugar.”

*Analista político

contacto@victorbeltri.com y twitter.com/vbeltri


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