Gabriela Warkentin El Universal 16 de enero de 2011 |
Me preguntaron varias veces, ¿qué piensas de lo que hizo Kalimba? No tenía la más pálida idea; confiésome culpable de ignorancia supina. Así que googleé, wikipedié, me sumergí en Twitter. Y ahí estaba: un tal Kalimba, con pasado en televisión infantil y grupos musicales que marcaron destinos trascendentes —quiero creer—, acusado de abuso sexual en contra de una menor. Resuelto. Ya sabía qué había pasado. Y sí, tal como busqué la historia, la borré. Pensé que el país tendría asuntos un poquitín más serios para ser atendidos, y que esto sería tema de la criminalística de espectáculos. Pero de nuevo: confiésome culpable, ahora de ingenuidad galopante. Resultó que no, que si me atengo a lo sucedido, Kalimba es el tema sobre el cual debemos dirigir nuestra honorable atención. Venga pues. Inicio agradeciendo: Kalimba, ¡eres grande! (y no de estatura, él mismo reconoció no levantar demasiada altura, corporal me refiero). Porque lograste exhibir el México que somos, tú incluido. Y para el barullo en el que nos movemos, haber colocado tema en la agenda, no es poca cosa. Porque ruido hay mucho. Las masacres arrecian (sólo van más de 500 muertos en la pasada quincena, y seguimos en la digestión del insultante 15 mil 273: número de la muerte más reciente); la justicia de Chihuahua argumenta que el asesinato de la poetisa y activista, Susana Chávez, se debió a una desafortunada noche de copas; la violencia en Guerrero se intensifica (y no hay voces de autoridad que expresen un repudio contundente a actos como la golpiza contra el perredista Sánchez Nava; al fin, siempre hay subterfugio que la justifique); Xalapa y alrededores se manifiestan como un auténtico polvorín; en Guanajuato se enquista cada vez más la embestida conservadora (y el gobernador manda “analizar la propuesta del arzobispo de incluir clases de religión en aulas públicas”); Brasil padece inundaciones bestiales; Túnez se rebela hasta la caída del déspota; Haití sigue viviendo un terremoto interminable; Obama intenta una ceremonia de sanación que suture al fracturado EU. En fin, que mientras pareciera que sí suceden algunas cosillas importantes, acá nos revienta Kalimba (en la cara, y el hígado). La historia del músico inculpado ocupa excedidos espacios en medios, incluida una larguísima entrevista en televisión, replicada en cuanto noticiario de radio se lo permita. Muchos de los otros temas antes mencionados no merecieron ni una fracción de ese tiempo, pero qué más da. Y aflora, por supuesto, nuestra calidad moral de tolerancia al otro: los chistes y comentarios sobre el caso, en redes sociales, foros y espacios abiertos, exudan racismo y sexismo. El imaginario colectivo se explaya en torno a las audacias sexuales de “ese negro” y la culpa implícita de “esa vieja” (porque mujer que salga de fiesta, y tome una bebida morada, es culpable de portación indebida de escote). Luego, la justicia de Quinta Roo en genuflexión frente a los comunicadores: “Si ustedes me permiten, sus mercedes, les informo cómo procederemos”. Y sí: derecho a la intimidad, cobertura con dignidad, debido proceso… pura quimera, puritita quimera. No importa: bienaventurados todos, que de comunicadores-fiscales y de ciudadanos-cómplices estará poblado el cielo. Por todo, gracias Kalimba. Porque sin poderlo articular permitiste exhibir al México estridente, intolerante, adicto a la conspiración perpetua; de indignación selectiva y atención a voluntad de víscera. Pero también a ese México activo, harto, crítico, exigente con sus medios, demandante con sus autoridades y decidido a que las historias que importan sean las que trasciendan. Que la justicia (si es que ante el balconeo reiterado aún puede) actúe, y el caso Kalimba se cierre. Pero, por ahora y en adelante, sugiero parafrasear a uno que sí es grande, Kundera, para recordar que la vida (y lo que importa) está en otra parte. Venga pues. http://twitter.com/warkentin Directora del Depto de Comunicación de la Universidad Iberoamericana y de ibero 90.9 fm. |
Testimoniar el día a día en todos los ámbitos de la vida nacional de México y el mundo ...
domingo, 16 de enero de 2011
¡Gracias, Kalimba!
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