¡Es la economía!
La señal es muy clara: 2011 será el año donde la economía será la moneda de cambio, políticamente hablando. A partir de ahora, el discurso oficial pregonará, a cada momento, el crecimiento económico que se vaya registrando, la entrada de capitales, el fortalecimiento del peso. Todo ello, con una intención: colgarle medallas al gobierno para, colateralmente, allanarle el camino al candidato oficial rumbo a las elecciones de 2012.
Dicho esto, Felipe Calderón pretende seguirle los pasos a su homólogo Barack Obama, quien después de sufrir un descalabro en las pasadas elecciones intermedias frente a los republicanos, ha decidido contrarrestar el descontento mediante una estrategia que le permita consolidar la recuperación de su economía.
En esa dirección se observan los recientes cambios al interior del círculo cercano del calderonismo y que, según el círculo rojo, responen a la intención oficial por fortalecer la política económica y colocar a personajes clave en ciertas carteras, lo que al mismo tiempo proyectaría la imagen de Ernesto Cordero, titular de la SHCP.
Así, el plan es muy elemental: potencializar el crecimiento económico para consolidar la recuperación, que ésta llegue a reflejarse en los bolsillos de los mexicanos y, con ello, se evite el castigo de los ciudadanos al momento en el que elijan a qué partido dar su voto.
La moneda está en el aire. De momento, seguramente se anunciará que en 2010 el Producto Interno Bruto (PIB) creció poco más de 5%, tras caer 6.1% el año previo.
Al mismo tiempo, y a pesar de que existen las condiciones para que 2011 sea un año favorable en materia económica, el gobierno federal ha reconocido que las tasas de crecimiento podrían mejorar si se aplican los esfuerzos y recursos públicos necesarios en sectores clave que darían el impulso correcto. Bajo esta lógica, los especialistas coinciden en destacar el papel estratégico que juegan los sectores de la infraestructura y la energía para el crecimiento de México.
Edgar Camargo, economista en jefe de Bank of America-Merrill Lynch, considera que ambos sectores son clave para que México mantenga y aumente su productividad y competitividad, y por ende logre tasas de crecimiento más robustas. “Por eso es importante tener en las secretarías correspondientes a funcionarios con empuje, que puedan avanzar en la agenda pendiente y que, además, puedan tener una interacción efectiva con el Congreso para tratar de lograr los acuerdos necesarios”.
Sin embargo, los especialistas consultados matizan sus posturas y advierten que el gobierno federal, cada día, tendrá menos margen de maniobra, ante la cercanía de la sucesión presidencial.
Por eso, sostienen que la mejor arma que tendrán las piezas del gobierno en materia económica –entre los que destacan Ernesto Cordero y los nuevos titulares de SCT (Dionisio Pérez-Jácome) y Sener (José Antonio Meade)– será su pericia técnica. “Bajo este perfil están los nuevos secretarios, personas muy preparadas en el sector hacendario, el corazón de las finanzas públicas. De modo que su principal cualidad es su capacidad técnica”, dice Rafael Camarena, analista de Economía del Banco Santander.
Y a esta cualidad es a lo que parece estar apostando el Presidente, ya que según los especialistas un gasto adecuado en el sector de infraestructura elevaría 1% el crecimiento de la economía nacional, independientemente de que se realicen las reformas estructurales. Esto sería favorable para México, sobre todo si se toma en cuenta que los pronósticos sobre el crecimiento del PIB local para 2011 se ubican entre 3.5% y 4.5%.
En los hechos, el reto para el nuevo secretario de Comunicaciones y Transporte, Dionisio Pérez-Jacome no es de poca monta: hacer en lo que resta del sexenio que éste sea recordado como el de la infraestructura, y que dicho sector sea el motor del desarrollo que se espera. Para ello, la SCT dispondrá este año de un presupuesto histórico de los 86,420 mdp.
A su vez, Isaac Katz, académico del ITAM, menciona que otro reto es consolidar una reforma adicional en materia petrolera y emprender la modernización del sector eléctrico.
La economía será usada como un botín. La jugada está muy clara: si se mejora el curso de la economía nacional, podrán alcanzarse mayores tasas de crecimiento y, en la medida que este desarrollo se mantenga, permeará en el bienestar de la gente. Y, con eso, se pueden mover montañas.
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