viernes, 21 de enero de 2011

Derechos humanos y humanos derechos

Martha Anaya

January 21, 2011

Me han enviado una de esas cartas que confrontan principios, creencias, actitudes. No sé si en otro momento –uno en el que la violencia y la injusticia no fueran el pan de cada día—simplemente la rechazaría. Pero esta vez, sentí un aguijón al leerla.

Venía con un recadito previo al texto: “Es verdad que el camino para hacer respetar la ley, no es el de violarla. Pero también lo es que salvaguardando derechos de los delincuentes estamos olvidando no sólo el de las víctimas, sino los de los agentes del orden que -los hay honestos y dedicados-, dejan la vida en las calles a manos de sujetos que la mayoría de las veces no sólo no recibe ningún castigo sino que usa la Ley para combatir su aplicación. Es momento de que las ONGs y los voluntarios, enfoquen también el derecho de esas víctimas y de esos policías que, tratando de mantener la seguridad, van a dar a la cárcel por acusaciones -muchas veces injustas- de algún maltrato a los detenidos”.

He de decir que me sentí tentada a abandonar la lectura en este momento, pero el juego de palabras en tinta roja que seguía me atrapó: “Los derechos humanos son para los humanos derechos”.

La frase me recordó vagamente una campaña que lanzó algún candidato del Estado de México hace años con una frase parecida –con ese tufo fascistoide que de entrada desprende, que causó revuelo y no pocas reacciones contrarias de quienes velan por cuidar y sostener la protección a los derechos humanos a pesar de los pesares.

La historia que seguía dice así:

Hace poco, las madres de pandilleros encarcelados, realizaron una manifestación exigiendo los derechos de sus hijos. Acá está la respuesta de una madre ciudadana, hacia una madre que protestaba:

De madre a madre:

Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV, en la reciente manifestación en favor de la reagrupación de presos y su transferencia a cárceles cercanas a sus familiares, y con mejores prestaciones.Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo, y de lo que supone económicamente para tí, ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.

Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONGs etc. etc.

Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación.

Enorme es la distancia que me separa de mi hijo.

Trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia.

Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc.

Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.

En la próxima visita, cuando tú estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su tumba, en el cementerio.

¡Ah! Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor.

Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades (ONGs), que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento.

¡Ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS!”

Hasta aquí el texto en cuestión.

Dejé que pasara la sensación de dolor e indignación, el aguijonazo que me produjo el texto. Y más allá de la dosis de verdad que lleva parte de esta carta, me pregunté si en el fondo no se estaría desatando de nuevo una campaña en contra de las organizaciones civiles y de las comisiones de Derechos Humanos. Y me vino a la mente el rechazo de la Secretaría de Marina a las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

martha.anaya89@yahoo.com.mx

twitter: @marthaanaya

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