Corre un chiste entre las redes sociales. Lleva por título “¿Cómo se llamará la nena?”. Es la conversación entre una mujer embarazada y su médico:
- Señora, dice el obstetra, le quedan un par de meses para dar a luz, ¿ya sabe el nombre que le pondrá a la nena?
- No doctor, hasta que no pasen las elecciones no puedo ponerle nombre a mi hija.
- Pero.., ¿cómo es eso?
- Doctor, según el partido que gane, será el nombre que le pondremos a la bebé.
- Pero, ¿cómo? ¿Va a llamar a su hija PAN, PRI, o PRD?
- No, no; si gana el PRI, la llamaremos Milagros.
Si gana el PRD la llamaremos Dolores
Pero si gana el PAN la llamaremos Socoooorro
Así anda el ambiente entre algunos cibernautas. Ríen y hacen chistes –en lo personal, me encanta esa costumbre—de lo que padecemos día con día. Que si la elección de Guerrero, que la de Baja California, que la madre de todas las elecciones, la del Estado de México; que no, que la mera mera de todas las batallas, la del 2012.
¡Elecciones hasta en la sopa! Y no es broma. Hace unos días comía con unos amigos afectos y cercanos a políticos y nos sirvieron sopa de letras. No habíamos dados ni tres cucharadas cuando uno de ellos nos detuvo alarmado y soltó: “¡No coman, espérense!”
Pensé que había encontrado una cucaracha, una mosca, un pelo en la sopa o algo así, pero no; al susodicho se le había ocurrido una brillante idea: dejar en el plato un poquitito de sopa, apenas un par de cucharadas, para ver qué letras quedaban en cada uno de los platos y ver si se formaba el nombre de algún funcionario.
Sería una especie de cábala para el 2012.
Reímos de la ocurrencia pero he de confesar que ya no saboree la sopa, incluso tuve la impresión de que algunos miraban fijamente su cuchara para ver qué letras engullían. El caso es que al final la cosa se puso complicada pues había un titipuchal de vocales y pocas consonantes y por añadidura algunos de los nombres de los que se candidatean son larguísimos: Ernesto, Enrique, Josefina, Santiago, Andrés Manuel.
Y los más cortos y fáciles, Manlio y Marcelo, fueron los que más se acercaron a los restos de nuestras sopas.
Nos quedamos mirando y el autor de la idea desechó de inmediato el resultado. Afortunadamente, para el segundo platillo ya no propuso ningún otro juego (¡era chicharrón en salsa verde!) y por un rato pudimos descansar de las elecciones.
twitter: @marthaanaya
No hay comentarios:
Publicar un comentario