Poco más de cien comensales, invitados por la familia Salido Ibarra a su huerta Las Lichis el sábado pasado cerca de Los Mochis, protagonizaron un encuentro con el gobernador electo de Sinaloa Mario López Valdez, en el que el exmandatario Juan S. Millán refrendó su reconquista del poder en el Estado.
En la comida a puerta estrictamente cerrada, a la que asistieron también los exgobernadores Francisco Labastida y Fortunato Álvarez, los Salido Ibarra, dueños del diario El Debate, ostentaron la fuerza que les dio el haber sido, durante la contienda electoral, el boletín de prensa oficioso de Malova, quien comenzará su gestión iniciando 2011.
Hubo empresarios, políticos y también periodistas, pero sólo aquellos que laboran en El Debate, y quizá otros cuantos que durante el proceso que culminó el 4 de julio se dedicaron a denostar al candidato del PRI.
Extraño, muy extraño, resulta que Millán, Labastida, Castro y otros que ascendieron al poder bajo las siglas del tricolor, celebraran el triunfo del candidato postulado por el PAN, el PRD y Convergencia, partidos que hasta el momento ignoran qué cuota de poder ejercerán durante los próximos seis años.
Lo cierto es que, a pesar del hermetismo de López Valdez sobre la integración de su gabinete, entre el centenar de festejantes seguramente se encontraban quienes serán sus próximos colaboradores.
Extraño, también muy extraño, según el diputado Aarón Irízar, quien en el apartado denominado Caleidoscopio del volumen a siete ensayos Punto de Quiebre, recién publicado, fue que Malova se alzara con la victoria a pesar de que las principales casas encuestadoras del país daban una amplia ventaja al priísta Jesús Vizcarra, el candidato derrotado.
Irízar, una vez consumados los hechos, cuando no cabían ya recursos legales para impugnar la elección, denunció una cooptación y compra de votos el mero día de la elección, y censuró el engaño ideológico de López Valdez, además de las múltiples traiciones en el PRI.
Malova, de acuerdo a este legislador, “concretó su defección y salida del PRI para traspasar, sin rubor ni pruritos de conciencia, el umbral de los partidos PAN, PRD, Convergencia y PT, con cuyas dirigencias suscribió una extraña coalición política totalmente anti-natura e inédita, a la que ya convertido en ex y antipriísta no encontró reparo alguno para convertirse en candidato al Gobierno de Sinaloa”.
Añade Irízar que “el PRI y Vizcarra fueron cubiertos, a partir de entonces, de rudos epítetos y anatemas con los que se pretendió enmascarar lo que no era sino una traición a la ideología y a los principios que sólo unos días antes pregonaba sentir y tener como sustento de su militancia política el también ex Alcalde de Ahome y ex Senador.
“Lo único cierto es que a López Valdez le había sido inoculado el virus de la defección y la simulación, bajo cuyos perniciosos efectos y aun buscando la candidatura del PRI, entró en abiertas negociaciones y cabildeos con dirigentes de otras fuerzas partidistas”.
Tarde, demasiado tarde, es que Aarón lanza sus acusaciones, y tampoco explica de dónde salieron las “dádivas y el dinero” mediante los que, según él, Malova obtuvo el triunfo.
Incierto, cada vez más, a medida que se aproxima la toma de posesión del Gobernador electo, es el papel que desempeñará el PAN, la franquicia principal de que se adueñó Malova, durante el sexenio que se avecina.
El ya fallecido ideólogo panista Carlos Castillo Peraza advirtió a sus correligionarios de los riesgos de “perder el partido por ganar el poder”, pero la dirigencia nacional del PAN, por instrucciones del licenciado Calderón Hinojosa, coludida con un sector local del partido, y empeñados en impedir a toda costa el triunfo del PRI, decidieron arriesgarse a perderlo.
Y lo perdieron, pero, al menos en Sinaloa, sin ganar el poder, pues Malova gobernará con los priístas que traicionaron a su partido, no con los panistas que traicionaron su doctrina y filosofía políticas.
Al tiempo.
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