¿Cuánto vale la vida de un mexicano? Estudios recientes indican que el valor estadístico de la vida se ubica en aproximadamente 600,000 dólares para un niño de un año, llega a valer casi 900,000 dólares cuando las personas tienen casi treinta años y se reduce paulatinamente hasta la muerte. El valor estadístico de la vida, aunque puede ser estimado de varias formas, en general refiere a la utilidad que tiene una persona de estar vivo por el resto de su vida. Utilidad que proviene, como en un típico modelo económico, del consumo y el ocio. En este sentido, el valor estadístico de la vida está muy relacionado con el ingreso per cápita de los países. Así, se estima que el valor estadístico de la vida en Chile es aproximadamente como el de México y el de EU, ubicándose entre 8 y 10 millones de dólares. Pero, ¿por qué es importante conocer este número?
El valor estadístico de la vida es un dato que permite entender el comportamiento de las personas y es fundamental para guiar decisiones de política pública. Por ejemplo, hemos calculado para México que una persona obesa de treinta años que decida bajar de peso puede ganar en el valor de la vida 10,000 dólares debido a la menor probabilidad de morir como consecuencia de enfermedades asociadas a la obesidad como diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Esto no suena mal si bajar de peso no tuviera costos, pero las personas con obesidad tienen que cambiar de hábitos alimenticios, hacer ejercicio, probablemente tomar medicamentos o suplementos alimenticios, así como contratar algún tipo de apoyo educacional o psicológico.
En el balance es probable que los costos de bajar de peso sean mayores que los beneficios. Esta puede ser una razón por la cual las personas deciden no cuidar su peso y seguimos observando tasas de obesidad crecientes; incluso a pesar de campañas públicas de las autoridades para tratar de contener la obesidad.
El valor estadístico de la vida también debe ser indispensable para estudiar y guiar decisiones de política pública en temas de salud, infraestructura, vialidades, salud ocupacional, pensiones y en general en todos aquellos aspectos en los que esté en riesgo la salud y la vida de las personas.
Por ejemplo, usando los mismos cálculos citados en párrafos anteriores podemos ver que las ganancias en la salud de las personas y en la longevidad observada en los beneficiarios del Seguro Popular no justifican los 10.2 miles de millones de dólares que se han gastado desde 2004 en el programa, aunque casos específicos sí arrojan un balance positivo, por ejemplo, lo que paga el Seguro Popular por salvar un niño con cáncer es mucho menor que el valor de la vida que se salva.
Ahora bien, aunque el Seguro Popular no parece estar justificado por las ganancias en longevidad o salud en general asociadas al programa (o sistema como se describe en las leyes), sí parece estar justificado por el menor gasto que hacen las personas en salud y que les permite consumir más en otros bienes, lo que incide en un mayor valor de la vida.
Más allá del valor estadístico de la vida y del Seguro Popular, es muy importante que las decisiones de política pública estén basadas en evidencia sólida de costos y beneficios. Los recursos públicos del país son escasos y deben asignarse a aquellas áreas que tengan un mayor beneficio neto.
La literatura económica, actuarial y de otras disciplinas, ya provee de marcos de análisis para ello. Desafortunadamente, observamos que los programas gubernamentales responden a la coyuntura, a la competencia política y a los grupos de interés. Debemos exigir una mayor transparencia de la efectividad del gasto público, a nivel federal, pero sobre todo a nivel estatal y municipal.
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