El Universal
Debido a la gran cantidad de grupos especializados en ejecutar actividades ilícitas, la hipótesis de la responsabilidad de alguna organización político-militar clandestina y armada en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos suena, si no imposible, cuando menos débil, desde el punto de vista de que la infraestructura y logística de los actuales y conocidos grupos guerrilleros no alcanzaría para consumarlo sobre una figura tan conocida, no sólo por la captura en sí misma, sino por el mantenimiento de su cautiverio.
Aún en la espera de poder contar con más elementos del plagio, no puede descartarse que los boletines que emitieron periódicamente los secuestradores fuesen una impostura (es irrelevante en este momento que Misteriosos Desaparecedores o Red por la Transformación Global [RTG] sean denominaciones desconocidas).
En el caso de que la responsabilidad recaiga, en efecto, sobre una estructura político-militar clandestina es posible considerar que esto estaría abriendo una nueva etapa de los grupos guerrilleros en México, donde comenzaremos a ver acciones más espectaculares. Etapa que habría comenzado en 2007, con los ataques del EPR contra los ductos de Pemex.
Si algunos grupos armados que se dicen revolucionarios, han crecido en base social, muy probablemente habrían optado por unirse de manera coyuntural, para encarar conjuntamente una acción de gran envergadura, como el secuestro de Diego, tanto para hacer propaganda política, como para hacerse de recursos económicos. Vale hacer notar que el EPR varias veces se ha deslindado de este tipo de acciones, aunque otros grupos sí las consideran válidas.
Ahora bien, si las probabilidades técnicas de que un grupo armado haya estado detrás de este caso no son altas, hay que reconocer que el texto de la desconocida RTG —si es realmente habla dice de sí misma— posee muchas de las características de una reivindicación política guerrillera.
Según el escrito, el secuestro está en línea con un acto popular de “desagravio”, de “rebeldía” y mediante el “uso constructivo de la violencia”, mediante la traza de una división entre “nosotros” y “ellos”. Dentro del “nosotros”, el pueblo, se ubica RTG, pero se presenta un “nosotros” fracturado frente a un “ellos” monolítico, porque el “nosotros” se compone entre los que actúan y los que no.
Un dato relevante que se encuentra en los últimos comunicados de los secuestradores (el “epílogo de una desaparición”) es el llamado a unificar todas las formas de lucha o establecer alianzas con distintos sectores rebeldes contra los poderosos, contraponiendo la “violencia constructiva” con la “destructiva” que se impone desde arriba. En ese sentido, el secuestro del político panista se propone como el acelerador de esta dinámica.
Lo que resulta sumamente evidente para quienes siguen puntualmente la emisión de comunicados guerrilleros es la coincidencia de los tiempos del secuestro con el silencio sostenido por la “Coordinación Revolucionaria”, conformada por TDR-EP, el MRCLB y otros grupos más, cuando este conjunto de organizaciones se ha destacado por ser muy prolífico en sus escritos.
Acaso, el 23 de septiembre pasado (efeméride del asalto al Cuartel Madera), ese silencio fue quebrado con la primera parte de un comunicado y cuya continuación, datada en diciembre de 2010, propone un recorrido de las razones históricas de la lucha armada en México, con particular énfasis en la figura de Lucio Cabañas, asesinado el día 2 del mismo mes. Pero el escrito se envió varios días después de esa fecha y no anunció que esa comunicación haya culminado.
Por supuesto que estos elementos no alcanzan para determinar responsables de manera contundente. También está la posibiliad de que haya sido un grupo político de poder, no revolucionario, con intenciones de someter al Ejecutivo federal y generar caos, responsabilizando a las guerrillas con comunicados falsos.
Centro de Documentación de los Movimientos Armados
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