sábado, 18 de diciembre de 2010

Carlos Salinas en campaña

José Santiago Healy

El Universal

Carlos Salinas de Gortari vuelve a la palestra política nacional. El ex presidente mexicano acaba de publicar su nuevo libro Democracia Republicana. Ni Estado ni mercado: una alternativa ciudadana, en donde pretende ofrecer con su estilo absolutista una solución a la crisis que vive el país.

En el documento escrito —un ladrillo de 959 páginas—, Salinas de Gortari habla de la década perdida durante los gobiernos panistas, advierte de los riesgos que vive México, afirma que la solución no son ni el Estado ni el mercado, y pregona que el liberalismo social —el mismo que él dice practicar— representa el mejor camino para el país.

Pero, evidentemente, el libro de Salinas es sólo un pretexto para regresar a la arena política y preparar el terreno para su intervención abierta en la elección presidencial del 2012.

Su presencia en infinidad de medios de comunicación —radio, televisión, prensa e internet— para hablar de su libro, evidencia su afán de proyectar de nuevo su imagen política ahora que su partido —el PRI— tiene amplias posibilidades de regresar a Los Pinos dentro de dos años.

En sus entrevistas recientes, Salinas utiliza su postura tradicional de perdonavidas con un lenguaje cargado de falsedades, medias verdades, algunos datos exactos y mucho populismo.

Así recuerda que el programa Solidaridad, prácticamente sacó a México de la pobreza, asegura que transformó el sistema educativo, que combatió sin tregua a todos los cárteles del narcotráfico y que producto del “error de diciembre” de 1994, varios millones de mexicanos huyeron hacia Estados Unidos.

Obviamente, no especifica que su programa contra la pobreza fue una aspirina que fue utilizada con claros tintes partidistas; tampoco que en su gobierno se impuso a la lideresa Elba Ester Gordillo en el magisterio, y menos aclara que la fuga de capitales y la desconfianza por el aciago 1994 dejaron al país temblando y en medio de la peor crisis interna de las últimas décadas.

¿O acaso olvidó el ex presidente Salinas las graves repercusiones que tuvieron la insurrección de Chiapas, los crímenes de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, amén de la violencia que el país comenzó a experimentar durante su sexenio?

Pareciera que el señor Salinas no desea recordar que los pésimos acuerdos logrados por su gobierno en el tema agropecuario del Tratado de Libre Comercio causaron la quiebra y desmantelamiento del campo mexicano, que todavía no termina de recuperarse.

Los subsidios al agro —que en todo el mundo se reparten— fueron quitados intempestivamente para dejar al garete a millones de productores y campesinos que sobrevivían gracias a ellos.

Sería muy largo y quizás aburrido para los lectores cuestionar al sexenio de Carlos Salinas que, dicho sea de paso, también tuvo sus aciertos, pero lo que resulta molesto e innecesario es que venga a decirnos luego de 15 años que fue el mejor presidente mexicano del siglo pasado.

Considerado como el “jefe de jefes” en la estructura del tricolor, Salinas, a sus 62 años de edad, alista la maquinaria para empujar a sus delfines Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones para la contienda presidencial, sin descartar a un tercero en discordia que podría surgir a mediados del próximo año si las corrientes priístas se polarizan entre el gobernador del estado de México y el senador sonorense.

Pero cuidado, tampoco olvidemos que la reelección es una opción añorada por el ex presidente mexicano, quien sería capaz de promover una modificación constitucional ahora que el PRI mantiene la hegemonía en las cámaras de senadores y de diputados.

No cabe duda que vivimos un nuevo México en donde la crisis económica y social se combina con la presencia de ex presidentes como Vicente Fox, y ahora Carlos Salinas, quienes se resisten a abandonar el protagonismo político y mediático. Tan fácil que era antes designarlos como embajadores o directores de alguna paraestatal para que dejaran en paz al país y al gobierno en turno.

josahealy@hotmail.com

Editor de “Diario San Diego”, en California


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