jueves, 23 de diciembre de 2010

2010, EL PEOR AÑO.- Dolia Estévez






El año que está por fenecer pasará a la historia como el peor en tiempos recientes para los inmigrantes. Arizona aprobó una ley tan discriminatoria y racista que tuvo que ser bloqueada temporalmente por las Cortes, el gobierno “pro-migrante” de Barack Obama deportó más ilegales que nunca sin que la derecha le diera algo a cambio y, para cerrar con broche de oro, el Senado rechazó un proyecto de ley que hubiera legalizado la situación migratoria de cientos de miles de jóvenes indocumentados que cursan estudios universitarios o sirven en las Fuerzas Armadas. La presión política de organizaciones latinas, defensores de los derechos humanos e iglesias de diversas denominaciones, no pudo vencer la cerrazón del Senado. Toda la bancada republicana, menos tres, más cinco demócratas, impidieron que la llamada Dream Act fuera sometida a votación del pleno donde estaba garantizada su aprobación.

Obama se dijo “decepcionado” de que el “sentido común no hubiera prevalecido” y exhortó a “eliminar la demagogia polarizadora de la escena nacional”. En medio de un clima fúnebre, que terminó con rezos de los estudiantes en el sótano del Capitolio y promesas de no bajar la guardia, Obama volvió a prometer que su gobierno “no se dará por vencido” en tratar de sacar adelante el Dream Act y una reforma migratoria más amplia. Obama puede decir lo que le convenga electoralmente, pero lo cierto es que el creciente encono contra la inmigración pronostica que no habrá reforma; ciertamente no en los dos años restantes de su administración. Si el Dream Act naufragó, que era el cambio más moderado al statu quo y fácil de aprobar, pues evocaba la noción de meritocracia, con mayor razón fracasarán aspectos duros de la reforma como la amnistía para 11 millones de ilegales.

El voto contra el Dream Act muestra que el endurecimiento de las medidas represivas contra la inmigración ilegal de los últimos dos años, en los que las deportaciones han alcanzado el número récord de 800,000, no fue el incentivo que Obama creyó que ablandaría la posición de la derecha hacia la reforma. El clima político en EU es hoy más adverso que antes. Los mexicanos, con o sin visa, con o sin ciudadanía, somos cada vez más indeseables en estados con raíces mexicanas, como Arizona y Texas, donde históricamente éramos bienvenidos.

EL DF, MÁS VIOLENTO QUE DC

En un informe de distribución restringida (nada que ver con WikiLeaks) sobre delincuencia y seguridad en México durante 2010, el Buró de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado asegura que la capital mexicana es más peligrosa que las grandes ciudades de EU. “En las categorías de homicidio, violación y robos, el Distrito Federal produce entre 3 y 4 veces más incidencias de esos tres tipos de delitos que Nueva York, Los Ángeles y Washington D.C.”, afirma y en abierta contradicción a Felipe Calderón, quien sostiene que la capital estadounidense es más violenta que la mexicana.

El Distrito Federal –donde los asaltos armados, secuestros exprés, robo de coches, fraude de tarjetas de crédito y diversas formas de secuestros, son “preocupaciones diarias” para los diplomáticos estadounidenses y empleados mexicanos que trabajan en la Embajada– sigue experimentando un alto nivel de crímenes violentos. El estudio calcula el número anual de secuestros entre 600 y 5,000, y dice que estos y el subsecuente pago de rescates se han vuelto “actividades criminales establecidas” en México. Por lo general, sostiene, la policía no es informada, pues se cree que puede estar implicada en el delito o es incapaz de resolverlo.

El reporte revela otros aspectos, hasta ahora inéditos, que preocupan a los diplomáticos que viven en México, como el problema de los terremotos. Al recordar el temblor de 1985 en el que oficialmente perecieron 9,000 personas y 300,000 resultaron heridas, la dependencia a cargo de Hillary Clinton advierte: “A pesar de que el gobierno de México espera que en cualquier momento ocurra otro gran terremoto, las regulaciones en los edificios y los planes de contingencia no garantizan que no volverán a producirse severos daños, heridos y pérdida de vidas”.

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