Alucino la palabra “bicentenario”. Estos días, en lugar de denotar un hito, esa palabra se ha convertido en un adjetivo para publicitar obras viales, promociones y hasta alimentos. Muy probablemente, en su taquería más cercana se ofrece algún tipo de paquete “bicentenario”. De manera muy astuta, desde el comerciante más pequeño hasta el corporativo global, apelan al patriotismo y al sentido de nación para justificar el consumo de sus bienes. El sector público hace lo mismo, pero lo que justifica es el gasto conmemorativo. Luego, la pregunta a contestar es: ¿tenemos razones para celebrar? En cuanto a educación y seguridad, dos muy costosas razones para financiar al gobierno, la respuesta es no.
El año pasado, el gasto público por alumno mexicano sumó 65,600 pesos. Sin embargo, sólo 3 de cada 1,000 estudiantes obtuvieron calificaciones altas en la prueba PISA*. De este dinero, 93% se va a sueldos de profesores y personal administrativo. No obstante el gasto y los malos resultados, cada año los mexicanos tenemos que dar más y más. En 10 años, el fondo que se destina a pagar los sueldos de los maestros creció 51% real, pero el número de maestros apenas creció 11%. Tenemos los mismos maestros pero su salario sigue creciendo. Para comparar el tamaño de la bolsa, con ese mismo dinero pudimos haber organizado 24 veces el Mundial de Futbol de Sudáfrica. Quizá el gasto público en educación habría generado mejores resultados de haberse administrado como inversiones para impulsar o facilitar el acceso a la educación privada.
En seguridad también estamos reprobados. En 2008 se cometieron 13 veces más delitos que en 2000, pero el número de sentenciados ni siquiera se duplicó. Si uno es criminal, México es uno de los países más seguros para trabajar, pues la probabilidad de condena es un deplorable 2%. Además, igual que en educación, el dinero destinado a seguridad pública sigue creciendo. En el presupuesto para el próximo año estos recursos serán 54% más grandes que en 2006.
Un dato preocupante es que los fondos de seguridad a municipios, las verdaderas trincheras del combate, solamente crecerán 1%. Igual que en educación, la seguridad nos cuesta cada vez más a quienes pagamos impuestos y cada año nuestro entorno es más inseguro. Poco pueden hacer las policías municipales sin recursos para mejores sueldos o tecnología modera para combatir el crimen.
El fideicomiso que administra los recursos para conmemorar el centenario y el bicentenario alcanzó en julio de este año casi 3,000 mdp. Con 70% de ese monto se podría duplicar la inversión en infraestructura que realizó el Instituto Mexicano del Seguro Social en 2009 y construir seis nuevos hospitales. Por otro lado, con esos recursos podríamos incluir a más de dos millones de nuevas familias de cuatro integrantes a Oportunidades.
El espectáculo que disfrutamos la víspera del 15 de septiembre sin duda resultó inolvidable, y el monumento Estela de Luz estará ahí durante los próximos 100 años, al igual que el Ángel de la Independencia. Desafortunadamente, la situación de los 20 millones de mexicanos que aún viven por debajo de la línea de pobreza alimentaria o el triste recuerdo de amigos o familiares que hemos perdido a manos del crimen, son sentimientos que perduran para siempre. (El Semanario Agencia, ESA)
*Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
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