martes, 9 de noviembre de 2010

Periodismo: Las de cal y las de arena

Joel Hernández Santiago

November 9, 2010

De un tiempo a esta parte se repite en infinidad de ocasiones el riesgo en el que viven y trabajan hoy los periodistas en zonas calientes de México.

Y se ha dicho hasta el cansancio que esto conduce a una peligrosa autocensura dentro de las redacciones cuando se trata de informar sobre temas relativos al narcotráfico, al crimen organizado o a la participación del Ejército o las fuerzas públicas en asuntos de violencia extrema.

El gobierno federal respondió el 4 de noviembre con un “Plan” en cual se involucran la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Seguridad Pública, los gobiernos estatales y la CNDH y presentan “las bases para integrar un protocolo con acciones de prevención y protección a periodistas en el país, principalmente contra el crimen organizado”. El dicho documento repite lo que se tiene por hecho: la responsabilidad de gobierno para garantizar la integridad, la seguridad y el respeto a los derechos humanos de todo ciudadano mexicano, según reza nuestra Constitución. Ahí ¿cuál es el protocolo?

Los peligros internos.- Hasta no hace mucho, el peligro para los periodistas estaba en denunciar asuntos de gobierno cuando el gobierno o sus operarios se saltaban las trancas o, en particular, cuando a algún gobernante, funcionario o hasta achichincle no le gustaba el ‘trato que se le estaba dando’ en tal o cual medio y mandaba a sus fortachones amigos a darle ‘una calentadita’ al ‘pendejo ese que se está metiendo conmigo’.

Todavía no hace mucho un candidato a gobernador de Chihuahua exigió a los directivos del medio en el que trabajaba un periodista que lo corriera porque ‘le estaba dando mucha lata” y luego ese mismo candidato -hoy legislador- se ostentaba como amigo de directivos y dueños de periódicos en el D.F., y, por lo mismo, es ‘intocable’ y corre y grita a reporteros a quienes amenaza con conseguir su despido: luego se erige como defensor de la justicia.

O como cuando un gobernador de Oaxaca acudió a la redacción de un medio para exigir que se corriera al corresponsal allá; cuando se le preguntó que si éste corresponsal había transmitido algo que no fuera cierto –porque de serlo se le tendría que correr-, el personaje reculó pero, de todos modos, exigió que se le corriera porque ‘me da mucha lata’.

¿Y qué tal de aquel director de comunicación social que juraba: “lo mismo acabo con un medio quitándole toda la publicidad de gobierno que llenándolo de publicidad de gobierno”?

Hay, también, el peligro de los muy bajos sueldos que se pagan a reporteros que tienen que salir a la calle y enfrentar lo cotidiano para llevar a sus redacciones la información del día. Ellos reciben sueldos a veces miserables que conducen a la precariedad de muchos colegas y cuyos propietarios de medios, en algunos casos, les inducen a la procuración de ingresos ‘adicionales’, por decirlo así. Todo injustificable.

Aun se recuerda a un propietario de medio impreso que luego de exigir experiencia en su solicitante a reportero le concluía: “Mira, yo no tengo para pagarte, pero te doy la credencial de reportero de la casa y… bueno… ái te las arreglas”. Eso también es violencia criminal contra el periodismo y es falta de ética de quien lo comete.

Así, pues, los peligros que acechan a los periodistas son externos, pero también internos: ambos graves. Y de vuelta…

Los peligros externos.- Según se desprende de lo dicho el 7 de noviembre en el “Seminario Protección, seguridad y libertad” que la SIP lleva a cabo en Mérida, Yucatán, al momento “no existe una base de datos confiable e independiente sobre el número de periodistas asesinados o secuestrados”. Aun así se dijo: “México está metido en un tobogán de violencia que ha generado más de 30 mil muertos en los últimos cuatro años y el asesinato de 24 periodistas, situación que amenaza la libertad de expresión porque en muchos periódicos y redacciones ya se analizan las consecuencias de publicar o no ciertas noticias relacionadas con la delincuencia en todas sus modalidades”.

Los periodistas, y todo ciudadano mexicano, somos testigos de una violencia excepcional en un país ahora desconocido. En el caso de los primeros el riesgo se incrementa porque su trabajo es el de informar: Esto es así: Es parte de nuestras responsabilidades y es nuestra voluntad: Los habitantes de México deben conocer lo que pasa aquí en todos sus aspectos.

Luego está la presentación de esa información. Ésta varía entre medio y medio y es ahí en donde radica el problema que pasa por la ética periodística y el riesgo periodístico: Descabezados, seres humanos sangrantes, humillados en su dignidad humana, reiterado efecto mediático de la violencia que termina por ser apologético. En esos casos todo parece estar dispuesto para poner en riesgo al medio y a sus reporteros.

Hay, por tanto, una indefinición entre responsabilidad informativa y presentación de la información, la cual tiene que aclararse en los medios mismos desde la ética periodística…

… Y hay una peligrosa indefinición del gobierno federal para solucionar el problema en lo que corresponde a su responsabilidad de garantizar la seguridad profesional de periodistas. Esto es así, porque el poder político –políticos, funcionarios…- conoce a los periodistas, los busca y los procura porque así conviene a sus intereses, pero en el fondo los desprecia y, por tanto “que se frieguen” dicen entre dientes. La CNDH no mete la mano en esta relación porque no quiere tener problemas con el poder, aunque ya los tiene con el deber.

Y, sin embargo, en todo esto la libertad de expresión debe predominar, porque es la base de todas nuestras libertades y para ejercerla con ética se requiere que quienes se ocupan profesionalmente de ello estén a salvo en sus vidas, en su patrimonio y sus familiares.

Los propietarios de medios y concesionarios deben asumir su parte de responsabilidad, tanto como el gobierno federal, estatal o municipal. Establecer ese famoso protocolo que garantice la seguridad nacional y la seguridad periodística es asunto de todos y es urgente; pero uno que sea de a de veras y con la opinión y la experiencia de quienes ejercen el periodismo transparente y ético. jhsantiago@prodigy.net.mx

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