jueves, 18 de noviembre de 2010

Madero, un liderazgo mesiánico

Martha Anaya

November 18, 2010

Si por liderazgo mesiánico –tal como nos enseñan en la escuela– entendemos aquel de origen místico, aquel que escucha voces del más allá, habla con los muertos, oye voces de los “invisibles” y recibe de ellos una guía y una encomienda –y sobre todo cree en ella y la lleva a la práctica–, no cabe duda de que Francisco I. Madero embona perfectamente en la descripción.

Podría decirse que Madero tenía algunas de las cualidades para ser líder: creía en una idea firmemente; tenía lealtad, deseo, resolución; se manejaba en función de lo que consideraba mejor para la gente del pueblo, para el país, pero Francisco I. Madero no tenía propiamente carisma, ni capacidad de gestión, ni mucho menos de administración.

Su fuerza residía en la fe, en la misión que le había sido encomendada “por la Providencia”

La biografía oficial de Francisco I Madero suele dejar de lado un punto crucial en la vida del coahuilense y que, nos guste o no, es el que forja y determina en buena medida su liderazgo: el espiritismo.

Precisamente algunos de los ataques más encarnizados de la prensa de aquella época apuntaban hacia la fe con que el “apóstol de la democracia” abrazaba la doctrina espiritista y le calificaban incluso como “un loco que se comunica con los muertos”.

Madero fue marcado por el espiritismo desde 1891, cuando conoció casualmente las obras de Allan Kardec, padre de la doctrina espiritista. Durante su estancia en París participó en algunas reuniones espiritistas donde le fue revelado la facultad que –le decían–, él tenía: la de médium escribiente.

Al volver a San Pedro de las Colonias, su tierra natal, Madero puso en práctica lo aprendido. Fundó y presidió la Sociedad de Estudios Psíquicos de San Pedro y llevó un diario de las comunicaciones dictadas durante las sesiones espiritistas que realizaban.

“Estas comunicaciones –escribió Madero en sus Memorias– me hicieron comprender a fondo la filosofía espiritista y, sobre todo, su parte moral, y como en lo íntimo me hablaban con gran claridad de los invisibles que se comunicaban conmigo, lograron transformarme, y de un joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas.”

De acuerdo con los Diarios, entre 1901 y 1904, Madero cumplió con la disciplina señalada y su desarrollo espiritual avanzó a pasos agigantados. A partir de 1907, según señalan los Diarios, su facultad de médium alcanzó casi la perfección, al punto de lograr entrar en trance sin la presencia de nadie más.

De esas comunicaciones espiritistas, cuenta de mano propia, le fue revelada una gran misión: la liberación de la Patria. El “espíritu” de “José”, su hermano –presente en casi todas las comunicaciones– anunció a Madero la gran cruzada democrática que emprendería en poco tiempo y le exigió un dominio aun mayor de sus pasiones.

Madero comenzó a retirarse a lugares solitarios donde meditaba y oraba profundamente. Procuraba acostarse tarde. Ayunaba y comía lo necesario para mantener las energías. No bebía y no fumaba. En momentos de flaqueza y debilidad, “José” lo reprendía, advirtiéndole la enorme responsabilidad que pesaba sobre su conciencia y las terribles consecuencias que generaría si fracasaba.

Las Comunicaciones, entre 1907 y 1908, registraron términos como lucha, justicia, patria. “José” llamó a Madero “soldado de la libertad y el progreso” y “luchador infatigable por la causa de la libertad”. Su preparación espiritual incluía también un conocimiento claro y metódico de la historia, debía leer los periódicos, conocer a la perfección la situación política del país, llevar notas y un diario cotidiano de sus actividades.

Madero se entregó a la misión que, según la doctrina espiritista, le había sido encomendada por la Providencia.

Las Comunicaciones muestran con gran precisión el camino recorrido por Madero desde 1901, su dura preparación, sus constantes caídas, las dudas, los aciertos y el éxito, hasta alcanzar el destino que lo llevó al escenario nacional: publicar La sucesión presidencial en 1910 y su cruzada democrática (1909). Ambos acontecimientos serían parte fundamental de las Comunicaciones. Ambos hechos transformarían la historia de México.

He aquí algunos fragmentos de sus Diarios:

San Pedro, junio 26/1908 Ya lo sabes: Una gran carga pesa sobre tus hombros. Has aceptado una misión trascendental. Has abrazado una causa, con tal efusión, que con ella están comprendidas todas tus aspiraciones, todos tus ideales, tu vida entera. Siendo así, debes de comprender que cualquier pérdida de tiempo que pueda perjudicar a la causa es culpable, sobre todo si lo haces consciente del mal que causas. Además, este año va a ser la base de tu carrera política, puesto que el libro que vas a escribir va a ser el que dé la medida con que deben de apreciarte tus conciudadanos; va a ser el que te pinte de cuerpo entero, el que revele a la Unión quién eres tú, cuáles son tus ideales, tus aspiraciones, tus aptitudes y tus medios de combate. Por este motivo debes de apresurarte a terminar tu historia, a fin de que sin descanso te dediques a escribir tu libro, pues a medida que lo vayas escribiendo irás recibiendo abundante inspiración que te dirija a fin de que cause el mejor efecto posible. Haz pues tu reglamento y dirige todos tus esfuerzos a llevarlo a la práctica. José.

José. San Pedro, octubre 30/1908.- Hermanito mío muy querido: Tu destino es grandioso; tienes una importantísima misión que cumplir. Es preciso que en todos tus actos estés a la altura necesaria. Sobre ti pesa una responsabilidad enorme. Has visto, gracias a la iluminación espiritual que de nosotros recibes, el precipicio hacia donde se precipita tu patria; cobarde de ti si no la previenes. Has visto igualmente el camino que debe de seguir para salvarse: Desventurado de ti si por tu debilidad, tu flaqueza, tu falta de energía no la guías valerosamente por ese camino. Ten fe, ten valor, ten constancia y vencerás. José.

José. San Pedro, noviembre 1/1908 Querido hermano: Nuestros esfuerzos están dando resultados admirables en toda la República y en todas partes se nota cierto fermento, cierta ansiedad, que tu libro va a calmar, a asentar y que tus esfuerzos posteriores van a encausar definitivamente. Cada día vemos claro el brillante triunfo que va a coronar tus esfuerzos. Ahora sí, podemos asegurarte, sin temor de incurrir en un error, que el triunfo de ustedes es seguro en la primera campaña. El general está cometiendo torpeza sobre torpeza y es que está poderosamente sugestionado por nosotros, que queremos que no vaya a ser un obstáculo para el restablecimiento de la libertad en México. Ahora podemos ejercer grandísima influencia sobre él, porque ya no tiene el vigor de antes y su energía ha decaído considerablemente, a la vez que las poderosas pasiones que lo movían han amortiguado con los años. Ni los que lo rodean sienten el apego a su persona que sentían hace algunos años, pues con tanto tiempo de poder absoluto se ha hecho cada día más déspota con los que lo rodean, que le sirven por miedo o por interés, pero no por amor. José.

Sólo un botón de muestra de un liderazgo mesiánico y de lo que pudo lograr: transformar a México.

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