miércoles, 10 de noviembre de 2010

El cretino de Bush, “un hombre satisfecho”

Daños colaterales


Irene Selser


10 noviembre 2010
irene.selser@milenio.com

Esto puede parecerles extraño, pero yo no me preocupé realmente de las percepciones a ese nivel. Yo serví, me di todo entero, y soy un hombre satisfecho”. Así respondió a la cadena MSNBC el ex presidente George W. Bush, al ser preguntado sobre la finalidad de su autobiografía Decision Points (Momentos decisivos), presentada ayer en la capital estadunidense. Lejos de su intención, pues, analizar y corregir la desastrosa impresión dejada por su doble mandato como el presidente número 43 de la Unión Americana.

“Yo no quise utilizar la fuerza (…) quise darle una oportunidad a la diplomacia”, miente Bush en sus memorias de casi 500 páginas, al referirse a la guerra de Irak; habida cuenta de que todas las informaciones ulteriores a la invasión de marzo de 2003, prueban que esa guerra mentirosa fue preparada y decisiva con mucha antelación.

“Fui una voz disidente” sobre Irak, afirma Bush en su libro, con un tiraje inicial de 1.5 millones de ejemplares. “No quería utilizar la fuerza”, añade el ex presidente, que el lunes dijo lo mismo a la cadena NBC como parte de una amplia campaña de publicidad en EU y Europa, que incluyó entrevistas con Oprah Winfrey y los presentadores ultraconservadores Rush Limbaugh, Sean Hannity y Bill O’Reilly.

No se excusa Bush en su libro ante los estadunidenses de haber comprometido al país en la guerra de Irak: “Excusarme significaría que la decisión fue incorrecta. Y no pienso que haya sido una mala decisión”.

Sería ilusorio pensar que, aun cuando Bush haya aceptado ayer en entrevista con el Times de Londres, que él “personalmente” autorizó la tortura del waterboarding (simulación de asfixia submarina), prohibida por la Convención de Ginebra, a “tres presos” de Guantánamo, Washington hará algo al respeto. Por un lado, porque son demasiados los que en ese país han de estar aplaudiendo a Bush por esa decisión, tratándose de tres del comando del 11-S. Por otro lado, es dudoso que sólo “tres” haya sido los torturados con el “submarino”, ya que dicho método es lo común en cárceles, comisarías o centros clandestinos, como ocurrió por ejemplo con todas las dictaduras sudamericanas.

Lo que sí podríamos impulsar los ciudadanos del planeta interesados en ello, es una recolecta mundial de firmas para llevar a Bush, a Cheney y a Rumsfeld al banquillo de la Corte Penal Internacional (CPI), que dirige el juez argentino Luis Moreno Ocampo, por crímenes de guerra y contra la humanidad en Irak y en Afganistán. La idea ya se la hemos dado a una docena de premios Nobel de la Paz, pero lamentablemente aún no hemos tenido respuesta.

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