sábado, 20 de noviembre de 2010

El contubernio de las migajas



Porfirio Muñoz Ledo


20 noviembre 2010
bitarep@gmail.com

Toda degradación se evidencia en sus manifestaciones grotescas. Así el vía crucis parlamentario al que los diputados fuimos sometidos por una cúpula mandarina, durante días y noches, mientras ajustaban una ridícula proporción de los recursos asignados previamente por el gobierno en el presupuesto de la Federación. Poco menos del 1% del monto total: el regateo de las migajas.

Una versión inocultable del pacto de simulación en que ha naufragado la transición mexicana. Un Legislativo que no acomete ninguna de sus tareas esenciales y que ha renunciado a su atribución original de determinar el monto, la estructura y distribución del gasto público. Que se niega a ejercer su potestad de remodelar el andamiaje normativo del Estado y definir un nuevo rumbo económico para el país.

Asistimos a la abolición del sistema político representativo y del principio de la división de poderes cuando el Congreso asume una función lacaya ante el Ejecutivo, a cambio de concesiones que no tendría por qué pedirle, ya que están en la esfera de sus propias facultades constitucionales. Se disuelve además la diferencia entre oposición y gobierno y desaparecen las alternativas ideológicas, con lo que el sufragio ciudadano pierde sentido.

A 13 años de haber demolido la hegemonía de un solo partido se ha desnudado una supremacía tecnocrática y reafirmado la sumisión inveterada de la clase política ante cualquiera que mande. Se ha desnudado el abismo democrático que generó la incompetencia para transformar el régimen de gobierno y propiciar el juego transparente, racional y eficaz entre las mayorías y las minorías y entre los componentes del pacto federal.

El triunfo de la coalición opositora en 1997 replanteó provisionalmente la relación entre poderes. Advertimos al Ejecutivo que debía refrenarse en el envío de iniciativas al Congreso, ya que la nueva mayoría tendría que rechazarlas por congruencia —como ocurre en todos los sistemas de equilibrio. Convenimos en cambio promover consensos genuinos sobre asuntos cruciales que nos llevaron una decena de reformas constitucionales y a punto de un acuerdo decente sobre Fobaproa, que al final se frustró.

Respecto del presupuesto, comenzamos a mover la frontera de lo “inamovible” e introdujimos modificaciones en el 3% de lo previsto. Logramos participar en las asignación posterior de los montos provenientes de los excedentes petroleros y creamos el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara, a fin de elaborar el proyecto del Legislativo en el curso de año y confrontarlo con el del gobierno; lo que ocurrió dos años después en beneficio del nuestro, a pesar del pataleo y el voto en contra del partido oficial.

Desde el discurso de respuesta al Informe —al inicio de la Legislatura— abogamos por la parlamentarización del sistema, de modo que el gobierno fuese en adelante la emanación de la mayoría y se sostuviese en alianzas estables. Tal fue uno de los ejes primordiales del proyecto de reforma del Estado que propusimos en el año 2000 y que fue primero proclamado y luego traicionado por el “presidente del cambio”, en el umbral del desastre que padecemos.

Habitado Fox por la ignorancia y la concupiscencia prefirió asociarse con su comadre, a la sazón coordinadora de la bancada del PRI, para arreglar las relaciones con la Cámara de modo clandestino, que incluían las reformas regresivas en materia fiscal, eléctrica y laboral. La disputa por la interlocución torció el empeño, ya que el presidente de ese partido que la absorbió, dejó después “colgado de la brocha” al Ejecutivo —como este mismo lo calificó.

Pervivieron no obstante los acuerdos clientelares y los priístas decidieron apoyar a Felipe Calderón —a sabiendas de que había surgido de elecciones dudosas— a efecto de “mantener la estabilidad del país”. En realidad, para evitar modificaciones profundas, beneficiarse de los cochupos en el corto plazo, y pavimentar su regreso al poder. Suceso que, por esas mismas razones, habrá que impedir con todo vigor ciudadano. Ha llegado la hora de la regeneración nacional.

Diputado federal del PT

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