Decía Marco Antonio Bernal que el Poder –así, con mayúscula—se siente hoy ajeno a nuestra historia, a la de México, “porque no participaron, no comulgaron con ella, o porque no la comprenden”.
Paradójicamente, el presidente de la Fundación Colosio se lamentaba de ese desdén e incomprensión de nuestras luchas pasadas por quienes hoy llevan las riendas del poder (los panistas), ante un magro auditorio reunido en el Polyforum Siqueiros con el que los priistas conmemorarían el centenario de la Revolución.
Filas enteras prácticamente vacías conformaban el escenario con que Beatriz Paredes inauguraba el Foro Universal “A cien años de la Revolución ¿Qué sigue?”. Ni siquiera las sillas reservadas en la primera fila para invitados especiales habían sido ocupadas. Terminaron sentados en ellas fotógrafos asistentes al acto.
El centenario de la Revolución, por lo visto, tampoco atrajo a los militantes del Partido Revolucionario Institucional. Vaya, ni siquiera la posibilidad de volver a Los Pinos en el 2012, o la presencia de su dirigente en la ceremonia los animó a hacer acto de presencia.
“En otros tiempos –comentaría el chiapaneco Sami David—se estarían dando de cuchilladas para entrar.”
Efectivamente, el ánimo revolucionario se perdió entre los priistas desde hace buen rato. José López Portillo lo palpó en su momento al mirar el rumbo que tomaron sus sucesores –Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo—y sin duda alguna se llamó a sí mismo “el último Presidente revolucionario”.
Algunos dirán que el aliento revolucionario se perdió o se desvió mucho antes. No les faltaría razón. Pero aún dentro de las bases del PRI algo quedaba de aquella mística. Ahora, ni siquiera ahí parece subsistir.
“¡Que no se diga que somos una vuelta al pasado porque lo bueno de ese pasado se han encargado de destrozarlo!”, soltaba enjundioso el tamaulipeco Marco Antonio Bernal.
Sí, también ellos, dentro del PRI, se encargaron de destrozarlo.
El mismo monumento a la Revolución ha pasado a ser hoy emblema de la izquierda, esa izquierda conformada por escisiones del PRI. Marcelo Ebrard, quien ganó la jefatura de Gobierno del Distrito Federal vía el Partido de la Revolución Democrática (PRD) será quien inaugure las nuevas obras en torno al monumento con motivo del centenario de la revolución.
La enorme estructura –diseñada originalmente para ser asiento del Congreso y cuya primera piedra puso Porfirio Díaz el 23 de septiembre de 1910—en cuyas criptas se encuentran los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Francisco Villa, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, terminó siendo bastión del PRD y puerta de arranque para infinidad de marchas de protesta.
Desdeñado el monumento a la Revolución como sede del poder legislativo, despreciado su camino por distintos mandatarios “emanados de la Revolución” y aborrecido su significado por los nuevos poderosos, será sin embargo de entre las “grandes obras” a inaugurar en el marco del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución, la única que estará lista para el 20 de noviembre.
Esa historia tan ajena al poder parece ser la única que lucha aún hoy en día por cumplir su cometido.
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