En charla, el cronista admite la complicación de escribir a distancia sobre el 68 mexicano y recordó la incertidumbre que al momento hubo sobre lo sucedido en la Plaza de Las Tres Culturas
El Universal
Ciudad de México Martes 03 de noviembre de 2009
00:39 1. El movimiento estudiantil del 68 es un tema recurrente en su obra. ¿Escribir 30 o 40 años después sobre esto es complicado o tiene ventajas?, ¿Clarifica lo ya conocido o es, -como lo menciona en Parte de Guerra II,- una lucha contra el olvido? ¿Cómo afecta el paso del tiempo a la memoria histórica del llamado imaginario colectivo?
R: Escribir a distancia es complicado porque, inevitablemente, muchos puntos de vista se petrifican y hay que luchar contra el recuerdo sucesivo del primer recuerdo; también, los debates han sido obsesivos y la reiteración le da a todo un carácter de novedad milenaria. Sin embargo, al trabajar y retrabajar esos materiales compruebo inevitablemente que la lucha contra el olvido del movimiento que sea, se obtienen sólo unas cuantas referencias esenciales, las suficientes para darle continuidad a la memoria histórica.
El 2 de octubre no se olvida aunque ya han caído en el olvido casi todos los que quisieron desaparecerlo de la escena y muchos que no supieron qué hacer con el legado vital y la presencia todavía actual de ese movimiento. Tlatelolco perdura en la memoria histórica, y cada vez más el movimiento estudiantil mismo.
Son historia a la vez miserable (el PRI, Díaz Ordaz, el Poder Judicial, los medios informativos, los políticos cercanos al Presidente, los diputados y senadores) y heroica (los estudiantes, un sector de profesores y algunos intelectuales y periodistas).
2. Personalmente, ¿cómo recuerda esa tarde del 2 de octubre?
R: La tengo tan grabada que estoy seguro que me acuerdo bien de la última vez que la conté. No estuve en la plaza aunque sí en sus inmediaciones porque llegué tarde cuando todo era confusión, miedo y versiones del pánico. Fui a Ciudad Universitaria y casi no había nadie, y luego a esperar por teléfono las noticias y a vivir la angustia.
3. ¿Cuándo y cómo se entera de lo ocurrido en Tlatelolco?
R: Lo que sucedió lo supe de una manera detallada, o lo más detallada posible, dos días después cuando ya se iban unificando las versiones y había necesidad de preparar un texto de protesta de la Asamblea de Intelectuales y Artistas en Apoyo del Movimiento Estudiantil (el nombre es largo pero no era un membrete).
Cuando nos reunimos Nancy Cárdenas, Juan García Ponce y yo para hacer el texto que a fin de cuentas fue más bien de Nancy, la información disponible no era contradictoria en lo esencial. No sabíamos todavía del Batallón Olimpia y de las provocaciones de gente del Estado Mayor Presidencial, ignorábamos que había pasado en Gobernación y Presidencia esa noche, pero el salvajismo de la matanza, el carácter absolutamente pacífico del mitin y la maldad específica de Díaz Ordaz y los suyos nos resultaban evidentes.
4. ¿Le cambió en algo el 2 de octubre?
R: Uno nunca sabe que tanto cambia y cuáles son las causas profundas de los cambios. Por lo menos yo no lo sé. Estoy al tanto del fortalecimiento de mi visión hipercrítica del PRI y del sistema presidencialista, pero en lo básico lo que me dieron el movimiento y el 2 de octubre fue una visión más próxima de la famosa condición humana, de los contrastes entre la abyección y el espíritu de resistencia. Eso en lo personal me resulta lo más perdurable.
4. Las acusaciones de Elena Garro contra usted y otros personajes sobre su autoría del movimiento, ¿qué sensación le provocaron entonces y que piensa ahora de ellas?
R: En ese momento,4 de octubre de 1968, me sentí digamos que preocupado para no confesar mis temores. Ahora, el episodio me parece patético, y trato de no particularizar en mi recuerdo. Por supuesto que no éramos autores del 2 de octubre ni Luis Villoro, ni Rosario Castellanos, ni yo, pero lo que ahora es de una comicidad deprimente, entonces en un clima de Guerra Fría tenía la apariencia de represión inmisericorde.
5. ¿Afectó la presión gubernamental sus escritos posteriores al 2 de octubre en Siempre!?
R: Sí, en los comentarios políticos. Intenté, no sé si lo conseguí, mayor rigor, pero en lo tocante a represiones ya no las hubo aunque sí, y más bien discretas, advertencias que no se tomaban muy en cuenta. Con los presos políticos parecía cerrada la cuenta de represión individualizada del movimiento de 68.
6. ¿Qué tipo de justicia está pendiente para las víctimas de la matanza del 68?
R: El Comité de Ex Presos Políticos ha llevado a cabo una tarea importante y combativa al señalar los casos de mayor impunidad, de Luis Echeverría en adelante. Pero la justicia histórica, no la de responsabilidades penales, se beneficiará grandemente con la inclusión del fenómeno del 68 en los libros de texto gratuitos, no la mención rápida de ahora sino una representación justa de un hecho definitivo en la modernización de toda índole del país.
7. El movimiento estudiantil del 68 fue una muestra de la modernidad para la que quizás el régimen no estaba preparado y vio nacer a la oposición de fines de siglo. ¿Qué son actualmente los idealismos? ¿Se ha pervertido la izquierda partidaria? ¿Cuál es la principal limitación del pensamiento revolucionario modernista de la izquierda en México? ¿La movilización como arma política de resistencia, por ejemplo, en el caso de Andrés Manuel López Obrador?
R: El régimen simplemente no estaba preparado para la existencia de ciudadanos, no la concebía, le era en sí misma una idea subversiva. En cuanto a los idealismos, aunque resulte una idea un tanto extravagante, continúan y con fuerza, aunque la turbiedad de la escena política y social lo empañe todo. La izquierda partidaria que manipula y exprime el PRD no es izquierda, si por está entendemos la lucha por la desigualdad y por los derechos humanos y civiles, ni es partidaria, es simplemente facciosa y patética. Se necesita audacia para decir como Ortega que como ya no quieren ser mezquinos, se van a reunir con el PAN en la lucha electoral en dos estados.
El PAN es el adversario histórico de la izquierda, y cada vez más, y Ortega y Navarrete y demás se dan sus duchas de estadistas pensando que hacen política de alto nivel. Nunca había descendido tanto la idea de la izquierda. Ahora, por el momento no veo movimiento revolucionario alguno, veo sí un esfuerzo democrático muy serio en todas partes aunque todavía no unificado. La principal limitación de la izquierda es la idea de la posición individual o de grupo de la Verdad; esto lleva a la división permanente. En cuanto al movimiento de resistencia pacífica que encuentra su líder en López Obrador, ha resistido con entereza la campaña de odio y linchamiento mayor que se conoce. Y persiste.
8. Hoy, 41 años después, a la vuelta de la esquina que ve... ¿El Estado autoritario y represor de Díaz Ordaz, o una democracia incluyente?
R: Hay mayor libertad de expresión, pero se ha acrecentado la sensación de impotencia. La democracia incluyente se opone a la idea misma de gobierno de acuerdo a las reglas del PRI y del PAN. Luego de la devastación económica, la privatización como selección de las especies, de Atenco, de Pasta de Conchos, de las vergüenzas del IFE y del Tribunal Electoral Federal y del inmenso costo de las campañas, de qué democracia hablan Calderón, Peña Nieto, y compañía.
9. Ante la intolerancia de algunos grupos conservadores, ¿qué instrumentos tiene la sociedad para defender los avances en materia de diversidad sexual, derechos humanos y laicidad?
R: La sociedad no es un conjunto unificado. Una parte ejerce sus derechos para ser injusta y muy anacrónica, desde mi punto de vista. No todos los que votaron por Calderón lo hacían por odio o miedo a El Peje, también hay los que se oponen al aborto por asunto de conciencia. La parte de la sociedad que rechaza el fundamentalismo entiende que hay sectores de convicciones religiosas muy arraigadas.
Muy bien, que no aborten, que no asistan de testigos a la firma de sociedades de convivencia, que no acepten para ellos la aplicación de la eutanasia, pero que no se sientan con la autoridad de imponerle a todos sus convicciones religiosas. El Estado mexicano debe seguir siendo laico y eso no cambiará porque la sociedad está definitivamente secularizada.
10. Usted apuntó: "México no tiene los gobernantes que merece, sino los que no puede evitar". ¿Es una condena a vivir en el eterno pesimismo de no tener un proyecto de nación?
R: El proyecto de nación está a la vista, lo que no me parece tan claro es a qué nación se le va a aplicar ese proyecto. ¿En qué ruinas va a localizar el proyecto a la nación?
11. En el 68 francés, un lema era: "pide lo imposible". La esperanza de cambio político y social en el México actual parece lejana, utópica. ¿Se puede todavía pedir lo imposible?
R: Ahora, lo imposible es renunciar a la búsqueda crítica, organizada y pacífica de lo posible, la democracia que está ya en muchas conductas, pero que aún no aparece en casi todos los ejercicios del poder.
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