domingo, 3 de octubre de 2010

Derechos humanos en México a 200 años

Ricardo J. Sepúlveda I.

La celebración del Bicentenario ha sido de una tesitura difícil; nos ha llevado a mirarnos a nosotros mismos como nación y a dudar de los motivos para festejar. Los esfuerzos del gobierno por generar unidad nacional tuvieron resistencias en el ánimo social. Sin embargo, todos hemos reconocido la trascendencia del momento.

Sabemos que es una época de reflexión, no para hacer especulaciones históricas, sino para que, con sentido práctico, se busque corregir rumbos. Esta es la gran oportunidad del Bicentenario. Uno de los capítulos más merecedores de este análisis es el de derechos humanos.

En un breve repaso histórico lo primero que debe mencionarse es el hecho de la independencia como un acto de reivindicación de derechos, en concreto del derecho que tiene toda sociedad de decidir su destino político. El nacimiento del Estado, como nación independiente, era sinónimo de desarrollo y plenitud de derechos y, aunque la historia se ha encargado de relativizar esto, en México por la generalizada inestabilidad política no pudo apreciarse durante la mayor parte del siglo XIX. Tuvimos más de 10 constituciones en 46 años.

Fue hasta 1867, con la restauración de la república, cuando tomó realidad el Estado-nación en México. Este paso inició la construcción de un sistema jurídico sobre el cual apoyar la protección de derechos humanos. En ese momento, ya se habían dado dos pasos fundamentales en la definición jurídica de los derechos humanos: el establecimiento del juicio de amparo, como medio de protección judicial de derechos, y la definición en la Constitución de 1857 de los derechos humanos como realidades inherentes y anteriores al Estado (“El pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales…”).

Desde el punto de vista teórico-constitucional este fue el momento cúspide para los derechos humanos. Pero en 1916-1917, cuando se discute la nueva constitución, se presenta una argumentación en contra de este artículo, al que se le consideró falto de eficacia. El contraste entre el texto constitucional y la realidad de desigualdad y abusos fue el contexto de las discusiones. Esto llevó a los constituyentes a sustituir el término de derechos humanos por el de garantías individuales. Pero su buena intención fue un revés lamentable para la conceptualización y para la protección jurídica de los derechos humanos.

La nueva redacción del artículo 1º de la Constitución de 1917 (todo individuo gozará de las garantías que otorga esta Constitución…) nubló el concepto de derechos humanos y generó una interpretación restrictiva. El Poder Judicial durante todos estos años mantuvo esta tendencia restrictiva. México se rezagó con ello de los avances que se dieron en el orden internacional.

La historia del siglo XX fue una época negra de autoritarismo para los derechos humanos, en el que el sistema jurídico se subordinó a los intereses de gobierno. Enfrentamos una guerra sucia y mantuvimos una dualidad: una proactividad internacional por los derechos humanos y su negación en el interior.

A partir de 1990, México dio un quiebre y construyó su sistema de protección no jurisdiccional de derechos humanos, destinando recursos jurídicos y materiales hasta arribar al sistema más grande del mundo. Paralelamente, a finales del siglo XX, se dieron los cambios de la transición democrática con los que se logró un avance en el goce y ejercicio de los derechos electorales. Pero esto no significó un cambio cualitativo, la problemática de derechos humanos sigue siendo grave casi en todos los ámbitos.

Dentro de ello hay dos datos que son tumbativos para los derechos humanos. El primero en el ámbito de la justicia: el índice de impunidad del 98%. El segundo, en el de los DESC: el creciente dato de más del 51% de mexicanos en situación de pobreza. Por ello, la evaluación de los derechos humanos después de 200 años nos habla de una lucha, pero una aún infructuosa.

El Bicentenario es una oportunidad para conocer mejor nuestra realidad y trabajar sobre ella. Los derechos humanos son un elemento que manifiesta inequívocamente el avance cultural de una sociedad, por ello en el panorama que se nos abre a futuro debemos incorporar los derechos humanos como un objetivo central.

Director del Centro Jurídico para los Derechos Humanos


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